lunes, 30 de junio de 2014

"No puedo" te puede paralizar

Desde mi juventud quise practicar algún deporte de movimiento como el fútbol o el baloncesto; pero lamentablemente, no pude por mi patología. El único deporte que pude practicar fue la natación, ya que no había que hacer giros violentos. Por eso, cada vez que mis amigos me invitaban a practicar algún deporte de acción rápida, simplemente contestaba con un solemne: “no puedo”. 

Una mañana, al revisar mi correo electrónico, recibí el siguiente mensaje: “No puedo”. "No puedo" es la peor frase que se ha escrito o hablado, hace más daño que la calumnia o las mentiras. Con ella muchos espíritus fuertes se han quebrantado, y también con ella muchos buenos propósitos mueren. Brota, cada mañana, de los labios de quienes no piensan, y nos roba el valor que necesitamos durante el día. Suena en nuestros oídos como una advertencia enviada en su momento, y se ríe cuando tropezamos y caemos por el camino. “No puedo” es la madre de la iniciativa débil, o sea, no tener iniciativa, es como acoger como propio, el terror y el trabajo a medio hacer. Debilita los esfuerzos de inteligentes artesanos y hace del que trabaja un indolente conformista. Envenena el alma del hombre con visión, aplasta en su infancia muchos planes. Saluda al trabajo honesto con abierto desprecio y se burla de las esperanzas y los sueños del hombre. 

Liderazgo capacitado

Una vez que se terminó la reconstrucción de la muralla y se colocaron sus puertas, se nombraron porteros, cantores y levitas, mandé a mi hermano Janani, que era un hombre fiel y temeroso de Dios como pocos, lo puse a cargo de Jerusalén, junto con Jananías, comandante de la ciudadela. (Nehemías 7:1).
Sabiendo que como es el sacerdote así es su pueblo, Nehemías  establece las autoridades. Las ruinas las produce cualquiera, pero lo que precisa reconstrucción necesita gente fiel y temerosa de Dios.
A menudo nos quejamos de nuestros gobernantes, pero nuestros gobernantes son el resultado de una selección de ciudadanos que los eligen, mientras muchos otros se abstienen. Días atrás, un ciudadano respetado de nuestra ciudad me comentó de alguien con vocación política y de su consejo para él: – No te metas, eres muy bueno para hacer política. Lo miré sorprendido y le dije: -Por favor, ¡necesitamos que los buenos no se ausenten! ¡Dígale al muchacho que haga política!
La reconstrucción trae un liderazgo diferente, viene ese tiempo para mi país. Viene un tiempo donde la transformación social hará de nuestras sociedades, semillero de gente honrada y temerosa de Dios. A sabiendas de que todos somos en algún momento, ejemplo desmoralizador a la vista, pero no son únicamente los malos los que heredarán la tierra.

Dichosos los pobres en espíritu porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados. Dichosos los humildes porque recibirán la tierra como herencia, (Mateo 5:3-5).

¿Cómo está tu andar en el Señor?

Colosenses 2: 6, 7 “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”.
Seguro que encontrarnos con Jesús ha sido la experiencia más maravillosa de nuestras vidas, de hecho esa experiencia vino a cambiar nuestra perspectiva de vida y nos permitió ser perdonados de nuestros pecados.
¿Cómo recibiste al Señor Jesucristo?, seguro que todos nosotros lo recibimos con un corazón quebrantado, ya que el mismo hecho de haber dado ese paso de fe, estaba demostrando la disposición de corazón que teníamos para que Jesús entrara en nuestra vida.
¿Cómo no recordar ese hermoso momento? Cada vez que rememoro el encuentro que tuve con Cristo me dan ganas de llorar, mi vida se estremece y mi corazón se sensibiliza, porque en ese día maravilloso, mi corazón se rindió a los pies de Jesús. Es en ese momento, cuando el Apóstol Pablo escribiendo a los Colosenses, menciona el hecho de haber recibido al Señor y dice: “de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”, que traducido al lenguaje popular seria: “Así, con el amor y disposición de corazón que recibiste al Señor, así también trata de amar al Señor y disponer tu corazón para caminar conforme a su voluntad”.
Es en este momento, cuando viene la pregunta: ¿Será que andamos en El Señor de la manera en que lo recibimos?
Este es un buen día para reflexionar acerca de mi andar en el Señor, puesto que la voluntad de Dios al llamarnos, era edificarnos en amor para que abundáramos en acciones de gracias, como lo dice el versículo siete de este capítulo.

Estrechando Vínculos con mi Adolescente - Familia

Todos sabemos que en la adolescencia se sufren una serie de cambios corporales y algunas complicaciones propias de esta etapa. Pero además hay, y usted tiene en su poder, algunas estrategias que le pueden ayudar a acercarse a su adolescente o a mejorar la comunicación con él o ella.
Hay padres o madres que dicen que quieren tener una buena relación con ellos, pero no saben cómo. Algunos dicen que quieren fomentar una relación de “mejores amigos” y otros que les resulta imposible acercarse a ellos a conversar.
Esta es la historia de Paula, una adolescente de 16 años. Inquieta, extrovertida, impulsiva al  hablar, demandante de atención y sobre todo, muy inteligente. Sus padres tuvieron problemas pues ella rivalizaba mucho con su hermanito menor de seis años, y en el colegio significaron que tenía conductas inadecuadas (inmaduras). La última consulta que hicieron, fue porque del colegio les citaron para que se presentasen días después; al parecer Paula le pegó a otra estudiante de un curso inferior. Esto indignó mucho a sus padres, quienes no esperaron más y rápidamente, tomaron medidas para que no pasara de nuevo. Paula, sentada, jugaba con su cabello como si fuera a encontrar un tesoro entre sus hebras, mientras los padres pensaban en la reacción de los padres de la otra muchacha, en las consecuencias en su nota de conducta y en la gran vergüenza de tener que enfrentarse a la directora en una situación tan bochornosa.  
La joven, inquieta, impulsiva e inmadura, no sabemos cómo se quedó. El caso es que, de pronto, Paula empezó a relatar cómo pasó: había estado siendo víctima de acoso por unas compañeras. Sufría de burlas, rechazos y bromas de mal gusto desde hacía varios años.  Sus padres le habían recomendado que las ignorara y que se les pasaría su acoso. Sin embargo, los años pasaron y el  acoso no pasó. Hasta que un día se cansó y decidió actuar. Para su mala suerte, tenía frente a ella a testigos que por su puesto, solo vieron que Paula cogió a la otra chica y la empujó hasta echarla. – ¡No lo soporté más, no me importa lo que me hagan, sé que ya no me van a molestar, no se van a atrever!
Desde luego, la violencia nunca es, ni será, la manera indicada para resolver los conflictos. Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista, Paula había sido víctima de violencia psicológica y emocional durante mucho tiempo.
¿Qué pasó? Los padres debían sensibilizarse por el sufrimiento no expresado de su hija y que se volvieran sus mejores defensores. Es obvio que ella, de alguna manera, tenía que asumir la consecuencia de sus actos, sin embargo éstos podían sentar un precedente por todo lo que había sufrido su hija. Los padres experimentaron primero, un enorme sentimiento de culpa y dolor. Pero tras la llamada del colegio, solo se limitaron a los “discursos” y al castigo.
Esta pequeña historia toca uno de los pilares fundamentales para tener una buena relación con su adolescente: la comunicación.
Aunque usted no lo crea, ellos tratan de comunicarse. A veces lo hacen de forma fácil y abierta, pues en la casa se ha practicado una comunicación abierta. Y en otras, siempre detrás de muchas conductas desafiantes, hay un enorme deseo de comunicar algo.
Comunicarse implica escuchar, pero escuchar sin dar discursos y sin salir con soluciones rápidas y sin pensar en sí mismo para todo. Practique la escucha. Al sentirse escuchado(a), desarrollará confianza, y esta es la base para que luego pueda aceptar recomendaciones. Ojo con la palabra "recomendaciones", que no es lo mismo que decirle o exigirle qué debe hacer.

¡Desfibrilador!

Sé cómo te sientes, sé exactamente lo que está pasando por tu cabeza, sé lo que has pretendido hacer. No es fácil sentirse recorriendo un túnel en la más absoluta oscuridad, en la soledad más profunda y con el frío más abrumador que el alma pueda sentir, resistir... persistir. Créeme, yo sé lo que es estar ahí amig@ mío, sé lo que es estar en tu lugar, y hoy Dios quiere, a través de mí, decirte cómo cruzar al otro lado, cómo salir de donde estás.

Has querido levantarte, pero por más que lo has intentado, das un paso y caes nuevamente a la lona con tristeza, desilusión y amargura. Sé que has intentado volver a subir y seguir allí arriba, pero tu mente se llena de pensamientos que van y vienen y que son una mezcla de angustia, dolor, lágrimas e impotencia. Sé que no es fácil, es bastante difícil, y cada día sientes que lo es aún más y que finalmente no podrás. Tu motivación se ha ido y tu sonrisa se ha desvanecido, esos pensamientos han persistido cada vez más fuertes sobre ti, y más aún cuando pretendes levantarte y seguir luchando, seguir adelante y persistir. Yo he estado ahí.

Con una profunda angustia en mi corazón miro aún más lejos de la pantalla, veo dónde estás tú y puedo ver tu corazón dañado, cortado en pedazos y lanzado al inerte suelo. Puedo ver tus lágrimas, tu dolor, tu impotencia; quisiera estar ahí para darte ese abrazo que te es tan necesario en estos momentos, escucharte y darte tantas palabras de aliento como pueda. 

Entiendo perfectamente lo que se siente, lo que se siente al tener una enfermedad agobiante con la que ya estás cansad@ de luchar, una desilusión de amor que ya estás cansad@ de llevar, una pérdida de alguien que ya no puedes soportar más, una soledad que ya estás cansad@ de ver y sentir, una adicción que ya no quieres tener más en tu vida, un dolor en todo tu ser, tan profundo como el más recóndito mar,... y todo eso que está ocasionando que todos tus días sean grises y que, por más fuerte que sea el sol del medio día, tu día simplemente no tiene sazón, es simple, sin ánimo, sin nada. Aunque quisiera estar allí no puedo; pero conozco a alguien que, cuando yo estaba en la misma situación que tú estás hoy, vino a mí, que cuando pensé que todo estaba perdido, incluso todo aquello que estaba en ruinas desde hace mucho tiempo, me abrazó, me consoló y restauró hasta lo último de mi ser. Hoy es tiempo de que le conozcas, Él está ahí a tu lado, diciéndote estas palabras y esperando a que tomes una decisión, decisión de seguir en el túnel oscuro donde estás o ¡caminar, correr y llegar hasta su luz!

Sé que muchas veces no entendemos lo que pasa en nuestras vidas, un día estamos bien pero al otro día suceden cosas totalmente inesperadas y, en nuestro dolor y angustia, le preguntamos a Dios una y otra vez ¿¡Por qué!? Pero en todos los procesos Dios tiene un plan, un motivo, un propósito que quizás hoy no lo comprendamos pero lo comprenderemos a su debido tiempo. No podemos exhortar, animar a otros sobre temas que no hemos vivido, no podemos alentar a que alguien siga adelante, sin que nosotros hayamos entendido cuánto significa y duele seguir adelante, sin que a pesar de… No podemos darle palabras de ánimo a alguien que tiene una gran desilusión amorosa, sin que nosotros hayamos pasado por eso, porque entonces le estaremos diciendo palabras vacías y no comprenderemos realmente qué sucede en el corazón de esa persona. Por eso Dios permite que sucedan estas cosas en nuestra vida, sea quien sea, porque en algún momento Dios nos utilizará para ayudar a reanimar otra vida que está a punto de apagarse. Piensa que si Dios está permitiendo que pases eso hoy, es porque pronto, muy pronto, te va a utilizar con alguien que pasó, pasa o pasará algo como lo que tú estás viviendo. Es difícil de entender, lo sé, pero si has pedido ser utilizado por Dios tienes que aguantar el dolor de los latigazos.

Es fácil decirle a Dios: ¡Úsame!, pero lo verdaderamente difícil es entrar en la escuela donde Él nos va a enseñar cómo ser utilizados. Es fácil pedirle a Dios: ¡Pásame por el fuego!, pero es muy difícil aguantar las altas temperaturas de su enseñanza, para que al final del proceso quede solo el oro y haya caído toda impureza. Son procesos que muchas veces no comprendemos cuando, apresuradamente, le pedimos a Dios que los cumpla en nosotros; por eso siempre tenemos que ser conscientes de que Satanás también escucha lo que decimos a viva voz o más suavemente; y cuando tú confiesas esas palabras, Satanás dice: ¡Vamos a ver cuánto aguantas! Por eso, ¡trata siempre de hablar con Dios en tu mente, porque allí solo Él puede escucharte!

domingo, 29 de junio de 2014

Cosas que pueden paralizar tu vida (3) - Las excusas te paralizan

Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. Estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo: ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar. –Juan 5:2-9 

Las excusas son el refugio de los que no quieren asumir sus responsabilidades en la vida. Son mentiras con las que queremos convencernos de no hacer algo o para evadir responsabilidades. Han existido en la humanidad desde el inicio del ser humano; la excusa de Adán fue “la mujer que me diste”, la excusa de Eva: “la serpiente que creaste”, la excusa del paralítico: “otro me gana”, aunque sería casi una entelequia, en este caso concreto, pensar que fuera posible. En esta actitud de excusarse ante todo vemos un estado de conformidad. El paralítico de Betesda podía decir con seguridad, que él no podía hacer nada porque siempre había otro que le ganaba; pero ante Dios no hay excusa que valga. Notemos estas frases típicas que parecen excusas válidas, pero en el fondo no lo son. “No tengo tiempo”. ¿Para qué mentir? Muchas veces quieren significar lo mismo que decir “no tengo ganas”. Es curioso que la gente más ocupada sea precisamente la que encuentra tiempo para hacer otras cosas.
“Mi salud no me acompaña”. ¿Estás seguro? Piensa en los grandes hombres y mujeres de la historia, que podrían haber usado esta excusa para no hacer lo que hicieron. 
“No tengo edad para eso”. Pero si no tuviste la edad a los veinte, tampoco la vas a tener a los cuarenta. Hay jóvenes de setenta años y viejos de treinta. Solamente es demasiado tarde cuando piensas que es demasiado tarde. 
“Me falta capacidad”. ¿No será más bien que te falta voluntad y constancia? Porque la constancia, la perseverancia, es el 90% de lo que después llamamos habilidad. La gracia es hacer trabajar más la inteligencia para la capacidad que se tiene. 
“Tengo mala suerte”. ¿De veras lo has intentado? No busques suerte si no ha habido planificación, optimismo, lucha. Las dificultades hay que aprovecharlas para aprender, y los fracasos, como lección para empezar de nuevo. 
“Tengo miedo”. La indecisión y el aplazamiento de las decisiones solo hacen crecer el miedo. No hay que dilatar inútilmente lo que sabes que tendrás que afrontar tarde o temprano. Habla con esa persona, ve adonde tienes que ir, toma esa decisión de una vez. Te quitarás un peso de encima y adquirirás nueva confianza en ti mismo. La próxima vez que seas víctima de esta enfermedad y quieras usar una excusa de estas, piensa primero: “¿A quién quiero engañar?” 

Llenos de frutos de justicia

Filipenses 1: 11 llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Pablo continúa su oración por sus hermanos en Cristo, para que vivan una vida que testifique su esperanza de la segunda venida del Señor, una vida llena de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Los filipenses debían dar una rica y abundante cosecha de frutos espirituales, como todos los creyentes que deben estar llenos de frutos de justicia. Estos frutos indican una relación correcta entre Dios y el creyente. Son por medio de Jesucristo, no son frutos que nazcan del creyente, nadie puede producirlos, vienen por mediación del Señor.
La petición de Pablo en su oración, es que el amor en los creyentes abunde más en conocimiento y comprensión, para que aprueben lo mejor, para que sean sinceros e irreprochables para el día de Cristo, y estén llenos de frutos de justicia. Todo esto es para gloria y alabanza de Dios. Los frutos vienen por medio de Jesucristo, y no buscan la glorificación y la fama humana, sino la gloria y alabanza de Dios.

Todo viene de Dios y todo regresa a Dios, para su gloria, para alabanza de Él. Las bendiciones de Dios, los frutos que vienen del Señor, lo que desciende de Dios, todo debe volver a Dios en gloria y alabanza. El hombre ha sido creado para gozar su relación con Dios y glorificar a Dios.

El pasado me persigue

Hay personas que intentan huir de su pasado, unos dicen no poder superarlo, otros malviven con el dolor de sus recuerdos, el caso es que para ellos, el pasado es un monstruo enorme difícil de superar.
Pero, ¿por qué no logran superar el pasado?
Normalmente, cuando por alguna razón no cerramos un ciclo, éste permanecerá abierto impidiendo que iniciemos otro. La falta de perdón a sí mismo y a los demás, es el principal motivo de que duela el pasado; aferrarse a algo que ya no es vigente, que ya pasó o que ha cambiado, no nos deja ver al frente. Otras veces, hacemos que nuestro pasado pese tanto que nos es imposible avanzar a algo nuevo, porque nos sentimos atados, atrapados, imposibilitados por acabar algo que ya no da para más, que ya no tiene futuro.
Recordar es volver a vivir… pero, ¿en realidad queremos volver a vivir algo que nos duele?, ¿vale la pena rememorar lo que nos hace daño? Es cierto que Dios nos hizo seres con sentimientos, pero también lo es que nos dio la capacidad de dominarlos, de hecho una persona que se mueve por sentimientos es alguien inconstante. 

Honra a tus padres

En una ocasión, una mamá me comentó que su hijo la había sorprendido al decirle que quería irse de su casa. Mientras le ayudaba a empaquetar, le hizo recapacitar sobre su precipitada decisión, diciéndole que esperaba que encontrara un lugar como su hogar, que lo pensara muy bien e hiciera cuentas, que pensara si quería independencia porque uno de sus amigos le había dicho que se fuera a vivir con él, que éste solo le apoyaría un tiempo y luego le pediría que se fuera de su casa porque no podría ayudar con los gastos... Al final terminaría yéndose a vivir solo a un cuarto donde tendría que pagar todo: alquiler, luz, agua y el imprescindible teléfono que no usaba en su casa, sino que se aprovechaba, abusaba, además de la comida, el transporte, etc. Cuando su maleta ya estaba casi lista, le dijo que con ellos lo tenía todo, que trabajan de sol a sol para que no le faltara nada y que lo hacían porque lo amaban.
Cuántos de nosotros hemos actuado igual que este muchacho, porque queríamos independizarnos y no queríamos escuchar más los sermones de nuestros padres, sin darnos cuenta que ellos solamente querían nuestro bien.
La Palabra dice: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:2-3
En ocasiones, escuché a muchos papás decir que sus hijos los abandonaron, que se olvidaron de ellos, que no los iban a visitar ni los llamaban. No olvides nunca que ellos dieron todo por nosotros, incluso en ocasiones se privaron de comer para que nosotros pudiéramos alimentarnos.
¿Y qué estamos haciendo ahora por ellos? ¿Te das cuenta de que no estamos haciendo lo correcto?, abandonar a nuestros padres ahora que nos necesitan, o no tener paciencia como ellos como la tuvieron con nosotros. Estamos tan ocupados en nuestras propias actividades que no tenemos tiempo para compartir con ellos.
Honra a tus padres como lo manda Dios, ámalos porque no sabes hasta cuándo estarán a tu lado. Ellos te dieron mucho amor y cariño cuando estabas a su cuidado, y ahora te toca a ti devolverles todo lo que ellos te dieron, porque lo necesitan.

sábado, 28 de junio de 2014

Cosas que pueden paralizar tu vida (2) - El individualismo y el orgullo te paralizan

Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. Y se reunieron muchos, tantos que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra. Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro. Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.
Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante. –Marcos 2:1-12 

Vivimos en un mundo atiborrado de gente, pero llenos de soledad o mal acompañados. Los amigos son un regalo de Dios. Pero solo los buenos amigos, porque los malos pueden paralizar nuestra vida. Individualismo o amistades equivocadas son el primer elemento que puede paralizar nuestra vida. Jesús comienza por ser nuestro mejor amigo. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre. –Juan 15:14-15

El ojo del Espíritu


¿Cómo se pueden comprender algunas cosas que se desarrollan o suceden en el mundo espiritual? Esto se logrará si se aprende a mirar con el "tercer ojo": la exploración del mundo espiritual.
En este momento, la ciencia tiene su auge con la civilización moderna. Es una época en la que se mide hasta dónde puede llegar la razón del hombre. 
Y la ciencia se desarrolla en base a la razón. En otras palabras, traído al contexto cristiano, la ciencia no es otra cosa que el desarrollo del alma del hombre.
No obstante, la fe no es una ciencia basada en la razón, no se descubre ni se desarrolla en base a la misma. Aun así, muchos cometen el error de considerar a la fe como un mecanismo del alma, de la razón y de la ciencia.
Algunos modernos teólogos, intentan explicar la fe desde el punto de vista de la ciencia. Erróneamente, llegan a la conclusión de que La Biblia es sólo un mito antiguo. Esto es un grave error. La Biblia, que relata episodios de encuentros entre el Dios eterno y el hombre temporal, no puede ser considerada como un mero objeto de análisis académico.
Obviamente, la razón adquiere un mayor conocimiento a través de los sentidos, es decir, comprendemos, perseguimos y sistematizamos los objetos a través de los sentidos: la vista, oído, olfato, gusto y tacto. Pero Dios habita en el mundo espiritual, un mundo que está por encima del mundo sensorial. De manera que resulta imposible conocer y percibir a Dios por medio del alma. Sólo es posible conocer a Dios a través del tercer ojo, es decir, el ojo espiritual. 

¿Y cómo podemos conocer a Dios a través del tercer ojo?
Pues por medio de nuestro espíritu. La vida cristiana se lleva a cabo en el espíritu, no en el alma. Nuestro espíritu no vive de la razón, sino de la inspiración divina, es decir, de la visión. Por eso la vida cristiana no está en un plano racional ni carnal, sino espiritual. El mundo espiritual abraza al mundo racional, y éste ocupa apenas una porción muy pequeña en el mundo espiritual. La vida cristiana consiste en comprender y creer en la Palabra de Dios mediante la revelación espiritual, para luego recibir la salvación, quebrantar la carne y administrar la vida mortal mediante el alma.

Podemos ver el mundo espiritual, cuando nacemos de nuevo en agua y en el Espíritu Santo. No es que nuestro espíritu, por sí mismo, pueda conocer el mundo espiritual. El hombre posee espíritu, sí, pero para llegar al conocimiento del mundo espiritual, tenemos que nacer de nuevo en agua y en el Espíritu Santo, tal como advirtió Jesús a Nicodemo.
El Espíritu Santo mora en nosotros, una vez que recibimos a Jesús y recibimos el perdón de nuestros pecados. Es entonces, cuando comenzamos a creer que La Biblia es La Palabra de Dios. No es que "comprendamos" La Biblia, sino que la "creemos". Y no queda, entonces, margen a la duda en cuanto a la Creación, la división del mar Rojo, el nacimiento virginal de Jesús, el milagro de los cinco panes y los dos pescados, y la resurrección de Jesús pasados los tres días de su muerte en la cruz. Toda aquella palabra que uno no podía comprender por medio de la razón y los sentidos, es revelada de tal forma, que uno comienza a creer como si la viera o escuchara directamente.

De esto trata el mundo espiritual, del mundo de la fe. La fe pertenece al mundo espiritual. Por añadidura, no la vemos con nuestros ojos físicos pero la tenemos, y ejerce una gran influencia en el plano espiritual.

La cruz de Cristo

La escena de la Cruz permite vislumbrar algo del carácter de Dios. Dios se enfrenta con la humanidad y en una escala infinitamente menor, yo me enfrento con... aquella dama o aquel hombre. ¿Cómo puede ser justo y amable a la misma vez? ¿Cómo puede ser veraz y misericordioso al mismo tiempo? ¿Cómo puede redimir al pecador sin endosar el pecado?
¿Puede un Dios santo pasar por alto nuestras faltas? ¿Puede un Dios amable castigar nuestras faltas?
Desde nuestra perspectiva, hay solo dos soluciones a estas preguntas, igualmente inapelables las dos. Pero desde su perspectiva, hay una tercera. Se llama "la Cruz de Cristo".
La cruz. ¿Puedes dirigir la mirada a cualquier parte sin ver alguna? Encaramada en lo alto de una capilla. Esculpida en una lápida en el cementerio. Tallada en un anillo, o suspendida de una cadena. La cruz es el símbolo universal del Cristianismo. Extraña decisión del símbolo. Extraño el hecho que un instrumento de tortura llegara a representar un movimiento de esperanza. Los símbolos de otras religiones son más optimistas: la estrella de seis puntas de David, la luna en cuarto creciente del Islam, una flor de loto del Budismo... ¿pero una cruz para el Cristianismo? ¿Un instrumento de ejecución?
¿Te pondrías una pequeña silla eléctrica en el cuello? ¿Crearías una horca de oro plateado en la muralla? ¿Imprimirías una foto de un pelotón de fusilamiento en una tarjeta de negocios? Pero eso es lo que nosotros hacemos con la cruz. Muchos incluso hacen la señal de la cruz cuando oran. ¿Por qué no hacer la señal de la guillotina? En lugar de la señal triangular, que la gente se hace en la frente y en el pecho, ¿por qué no un golpe de kárate en la palma de la mano? ¿No vendría a ser lo mismo?
¿Por qué es la cruz el símbolo de nuestra fe? Para hallar la respuesta no hay que ir más lejos de la misma cruz. Su diseño no podría ser más sencillo. Un madero horizontal y el otro vertical. Uno mirando hacia fuera, como el amor de Dios. El otro hacia arriba, como lo hace la santidad de Dios. Uno representa la anchura de su amor; el otro refleja la altura de su santidad. La cruz es la intersección. La cruz es donde Dios perdonó a sus hijos sin rebajar sus estándares. ¿Cómo pudo hacer tal cosa? Digámoslo en una frase: Dios puso nuestros pecados sobre su Hijo y los castigó allí.
"Dios puso lo malo sobre quien nunca hizo lo malo para que así nosotros pudiéramos aparecer como justos ante Dios" (2 Corintios 5.21).
O como se traduce en otra versión: "¡Cristo nunca pecó! Pero Dios lo trató como a un pecador, para que así Cristo pudiera hacernos aceptables a Dios".
Visualiza el momento. Dios en su trono. Tú en la tierra. Y entre tú y Dios, suspendido entre tú y el cielo está Cristo sobre su cruz. Tus pecados han sido puestos sobre Jesús. Dios, que castiga el pecado, libera su justa ira sobre tus faltas. Jesús recibe el castigo. Como Cristo está entre tú y Dios, no estás tú. El pecado es castigado, pero tú estás a salvo, a salvo a la sombra de la cruz. Esto es lo que hizo Dios, ¿pero por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Cuestión moral? ¿Obligación celestial? ¿Exigencia paternal? No. Dios no tiene por qué hacer nada.

A los que Aman a Dios

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28.

Seguramente este versículo te parece familiar. Es un versículo que consuela a las personas en los momentos de dolor y de prueba. Su sentido principal es que nada sucede a los hijos de Dios sin un propósito. Dios sabe por qué permite que el dolor llegue a la vida del cristiano. Pero, el texto no es la simple promesa de que todo dolor tiene un propósito; si se analiza el contenido con detenimiento, se ve que la promesa es solo para los que “aman a Dios”.

Personalmente, si le entregas el corazón a Jesús, te colocas en las manos de un Dios que jamás pierde el control de las cosas. El mundo puede estar cayéndose a pe­dazos, pero tu vida está segura porque, aunque los hijos de Dios también sufren en esta tierra, el dolor, para ellos y para ti, tiene un propósito formativo. Es en el dolor como creces; es en medio de las lágrimas como aprendes a depender de Dios.

Pero, ¿por qué sufren los hijos de Dios? Hay varios motivos. El principal, es que vivimos en un mundo de pecado, en el cual el dolor es como la lluvia o como el sol que, cuando llegan, llegan para todos, para justos e injustos. Sin embargo, en el contexto de Romanos 8, los hijos de Dios muchas veces sufren, y no saben lo que es bueno para ellos. Esto es lo que dice el versículo 26: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Vuelve a casa - Reflexiones

Una viuda vivía con su hijo en un miserable desván. Tiempo atrás, la mujer se había casado en contra de la voluntad de sus padres y se marchó a vivir con su esposo a un lejano país.
Volver a casaSu esposo fue un hombre infiel e irresponsable y después de varios años, murió sin haber hecho ahorro alguno para ella y su hijo. Con muchas dificultades, logró hacer frente a las necesidades básicas de la vida.
Los momentos más felices en la vida del niño, fueron cuando la madre lo tomaba en sus brazos y le contaba sobre la casa de su abuelo en el antiguo país. Le hablaba sobre el césped verde, los elevados árboles, las flores silvestres, los hermosos paisajes y las deliciosas cenas.
El chico nunca había visto la casa de su abuelo, pero para él, era el lugar más hermoso de todo el mundo. Anhelaba la llegada del momento en que iría a vivir allí.
Cierto día, el cartero tocó a la puerta del desván. La madre reconoció la escritura en el sobre y con dedos temblorosos, lo abrió. En su interior había un cheque y una hoja de papel en la que podían leerse solo tres palabras: “Vuelve a casa”.

viernes, 27 de junio de 2014

Un amigo magnífico

La sociedad está compuesta por personas, hombres y mujeres, de tal manera que cuando se habla usando el término sociedad, se refiere a personas. Personas que se comunican y se relacionan entre sí. Ahora bien, para que las relaciones puedan tener un resultado, sea cual fuere, es necesario que actúen los miembros de dicha sociedad, y, con justa razón, se sostiene que la familia es el fundamento de ella. Es precisamente en la familia donde comienzan las primeras relaciones humanas, para luego relacionarse con otros como por ejemplo, los niños que por primera vez ingresan en el colegio. Allí surge el primer efecto de la nueva relación: los amigos.
amigos
Se cuenta la historia de un soldado que en plena batalla, dijo a su oficial directo: —Señor, mi amigo no ha regresado. Solicito permiso para ir en su búsqueda—. El oficial contestó; permiso denegado, no quiero que usted arriesgue su vida por un hombre que ya debe estar muerto—. El soldado, desobedeciendo la orden, se internó en el campo de batalla en busca de su amigo. Casi una hora después, regresó mortalmente herido cargando el cadáver de su amigo. El oficial al ver lo que había acontecido, montó en cólera contra el soldado y lo increpó duramente,—¡te dije que ya estaba muerto!, ahora en vez un soldado muerto, he perdido a dos valiosos hombres. Dime soldado, ¿valía la pena que corrieras peligro para traer un cadáver?—, el soldado moribundo, respondió,—¡por supuesto que sí!, cuando lo encontré todavía estaba vivo, y me dijo, “sabía que vendrías por mí”.

Tiempo de justicia

Cuando pasamos por alguna infamia, un engaño, una traición u otra experiencia dolorosa, queremos que la persona que nos dañó o las personas involucradas que lo hicieron, paguen por lo que hicieron. Una frase dice que “Si la justicia tarda, ya no es justicia”, porque tenemos aún el dolor o la rabia de lo acontecido a flor de piel, al extremo que inclusive queremos tomarnos la justicia por nuestra mano.
Cometemos el error de actuar reaccionando al impulso que nos causa la rabia y si no vemos, en ese momento, a esa persona pagando por lo que hizo, nos frustramos y creemos que no existe justicia en la tierra.
Justicia es dar a cada uno lo suyo, y ten por seguro que Dios te dará lo tuyo: consuelo, amor, paz y sanidad. Preocúpate más en recibir lo que Dios te está dando que en lo que recibirá la otra persona.
Dios tiene un tiempo para actuar en cada caso y su tiempo no será el mismo que el nuestro, puesto que Dios no hace justicia a aquellos solamente para que se arrepientan, sino para provocar el cambio en sus vidas. Su justicia va más allá de las leyes terrenales.
No te presentamos nuestras súplicas porque seamos justos, sino confiados en la grandeza de tu misericordia. Daniel 9;19

El placer de servir

Toda la naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. 
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. 
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema. Hay una alegría en ser sano y en ser justo, pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir. 
Qué triste sería el mundo si todo estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una tarea que emprender. Que no te llamen solamente para los trabajos fáciles ¡Es muy bello hacer lo que otros eluden! Pero no caigas en el error de que solo se hace méritos con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. Aquel que critica, es el que destruye, sé tú el que sirve. 

Servir no es tarea de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Podría llamarse así: Dios, “El que Sirve”. Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Tú serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?

¡Vamos!…, vamos servir en aquello para lo que Dios nos llama. Pero no podremos servir con debilidad espiritual ni con un liderazgo inútil. 
• ¿Tienes claro el propósito de Dios para tu vida? 
• ¿Qué motiva tu servicio? 
• Si analizas tu ministerio ¿logras determinar si eres servido o estás sirviendo?


¿Qué nos espera el día de mañana?

Días atrás me encontré con un amigo que estaba desconsolado, se había quedado sin trabajo, su matrimonio no andaba bien, se le terminaba el dinero que tenía y para colmo, tenía que pagar al banco a fin de mes.
Todos, de cierta forma y en algún momento de nuestras vidas, pasamos por preocupaciones, desesperanza e incertidumbres; y tampoco sabemos qué nos espera el día de mañana.
Las reacciones ante estas situaciones son muy diferentes. Algunos acuden a adivinos para hacerse una limpieza ¿de qué? y quitarse la mala suerte, cuando en realidad lo único que hacen es ensuciarse el alma. Otros no quieren luchar y piensan que el suicidio es una solución para no sufrir más; creen que de esta forma, sus problemas se resolverán. Otro gran porcentaje se refugia en el alcohol y las drogas, creyendo que así podrán olvidar y encontrar alivio, pero no se dan cuenta que este método es pasajero y no soluciona nada. Al contrario, lo empeora completamente.
Existe también un grupo más pequeño que acude a Dios. Nuestro pasado, presente y futuro debería estar en sus manos, pues no hay un lugar más seguro. Él es muro de fuego alrededor de todos aquellos que le teman, es la roca donde podemos construir nuestra vida, familia y sociedad, nuestro pronto auxilio en medio de las tribulaciones. Sólo en sus manos misericordiosas vamos a encontrar paz en medio de la tormenta.
No acudas más a los adivinos o a los vicios que ningún beneficio te traen, busca a Dios, Él tiene las manos extendidas ofreciéndote lo que necesitas.
Si quieres saber verdaderamente, qué te depara la vida más adelante, corre a los brazos de Dios, que en Él tu pasado, tu presente y tu futuro están asegurados.
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Salmos 46 (RVR1960)

Entre apóstoles y apostolados

No había visto a este pastor amigo en unos... dos años. Lo encontré en la sala de espera de un aeropuerto. Fue una alegría intercambiar experiencias, recuerdos y momentos vividos en el pasado en el ministerio. Entonces, me vino a la mente una pregunta que habitualmente hago, a compañeros de ministerio a quienes no he visto en mucho tiempo. “¿Y cuál es tu próxima meta? ¿Hacia dónde Dios te está llevando para los próximos años?” Y mi amigo, con una sonrisa en los labios, me dijo: “Estoy viajando a... esa ciudad, porque recibiré la unción apostólica del apóstol fulano”. 

Me di cuenta de que mi amigo había sido atraído, como muchos más, por la corriente del momento. El aviso por los altavoces de la aerolínea para abordar, interrumpió sin misericordia alguna, nuestra charla. Ya en el avión, mi pensamiento me animó a decir la expresión: “la Iglesia de hoy está entre apóstoles y apostolados”. Es innegable que la Biblia en Efesios 4:11 habla de ministerios múltiples. Es decir, una red completa puesta al servicio de la edificación del cuerpo de Cristo, para que cada miembro desarrolle, proyecte y fructifique el ministerio dado por Dios. 
Sin embargo, recordemos que en los últimos cien años, la Iglesia cristiana evangélica se ha movido fundamentalmente, a través de la exaltación de nuevos enfoques que, al inicio toman vigencia y luego disminuyen en fuerza; enfoques que traen frustración, tanto a los ministros que corren en la búsqueda de alguna renovación, como del cuerpo de creyentes que espera la dirección de sus líderes. ¿Cómo afecta esto a la Iglesia? 

Veamos, necesitamos hacer la distinción entre forma y fondo. La forma en nada afecta, pero el fondo o fundamento sí. Pablo en la carta a los Efesios, explica claramente el fondo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Efesios 4:11-13.

O sea, Jesús es quien constituye, selecciona y nombra cada uno de los ministerios, no es un maestro, profeta o apóstol quien lo hace. Estos ministerios son múltiples, diferentes, únicos y equilibrados en su distribución. Ésta no depende de una escala jerárquica. La finalidad de los ministerios es “perfeccionar a los santos para la obra del mismo ministerio”, no es tenerlos para simplemente conocerlos. Es perfeccionarse con ellos y enseñar. Y la finalidad en general, es edificar a todo el cuerpo de Cristo. La meta final es que todos, tanto los ministros como los creyentes, lleguemos a la unidad de la fe. De manera que, cuando un ministerio en particular divide y fracciona, ha perdido la meta final: que todos lleguemos al conocimiento del Hijo de Dios, a la estatura de la plenitud de Cristo. El efecto final es ser como Jesús lo fue y, aunque era el Señor, nunca exigió supremacía alguna sobre los demás, sino que dio la mejor lección de humildad. Cuando mantenemos este fondo, la forma pasa desapercibida, y ésta solo podrá servir para hacer más práctica la labor de la extensión del Reino. 

jueves, 26 de junio de 2014

Sé Agradecido - Reflexiones

"Mantén un registro de las cosas por las que estás agradecido", sugerencia que he leído muchas veces. Y, junto con ella, "procura hacer cada mañana una lista de los regalos de Dios para ti". "Al final del día, escribe en tu calendario una cosa por la que puedes alabar al Señor".
Durante mucho tiempo vacilaba. Me parecía demasiado simplista contar mis bendiciones. Consideraba apropiado darle gracias a Dios en los días buenos, ¿pero qué iba a decirle en esos horribles días en los que estaba deprimido, con problemas, o cuando parecía que todo iba mal? Sin duda, había muchos días nada apropiados. Al final, hice el intento de escribir en mi calendario, todos los días durante un mes, algo por lo que estaba agradecido. ¡Fue sorprendente! Hasta en los días rutinarios, aburridos y malos podía encontrar una razón para alabar a Dios.
Ya no llevo un registro en mi calendario, induzco a otros a hacerlo, pero casi no pasa un día en el que no piense en una buena razón para estar agradecido. Llevar un registro de las cosas que agradecemos es una forma de vivir en el Espíritu. Sí, a través de nuestra escritura.

¿Qué Pasará En Mi Futuro? - Crecimiento personal-espiritual

A todos nos debería interesar el futuro porque allí tendremos que estar el resto de nuestra vida”. 


Esta mañana del 22, día de culto, una hermana de nuestra congregación tenía un pequeño problema, y éste me hizo pensar en este mensaje que publico de nuevo. 
Hay una realidad manifiesta en que como seres humanos, queremos sentirnos plenos en la vida y acabarla bien. Frecuentemente pregunto a las personas ¿cómo quieren terminar su vida?, y hasta ahora nadie dijo que quiere terminar mal, todos quieren acabar bien. Sin embargo, vemos que las personas no saben cómo hacerlo porque desconocen todo el potencial que hay dentro de ellos, y por ello viven frustrados pensando en lo que pudo haber sido o lo que podrían haber hecho.
¿Eres tú de esas personas que piensa que a Dios no le importan tus sueños? ¿Será que a Dios no le importa tu futuro? Pues seguro que le importas mucho a Dios y que tus sueños sí le interesan. Puedes argumentar que, si le interesaras no estarías viviendo lo que estás viviendo. ¡Excusas!, la realidad es que siempre vamos a buscar justificaciones para no creer que somos nosotros los responsables, que son nuestras decisiones las que nos llevaron a donde estamos, que nos llenamos de temor para no conocer Su voluntad, ya que Dios pudiera pedirnos algo que no nos guste. Tememos pagar el precio porque nos encanta la comodidad de la vida.
Sin embargo, tu futuro será de acuerdo a lo que sientas hoy en tu corazón y hacerlo te llene de gozo, siempre que no sea contrario a la Palabra de Dios. Los planes de Dios son de bienestar y no de calamidad... ¿Qué es lo que verdaderamente te llena de gozo? Lo que te produce gozo es lo que le da sentido y propósito a tu vida. ¿Lo que estás haciendo hoy te produce gozo o depresión? Si lo que estás haciendo en tu vida te está produciendo ira, enojo, depresión, ansiedad, preocupación, es tiempo de que hagas un alto y busques la ayuda necesaria para volver a la senda del gozo y paz.
Para terminar bien en la vida necesitamos la actitud de Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.”2 Timoteo 4:7 (NVI)

¿Dónde está el cielo? ¿Cuál es la ubicación del cielo?

El cielo es sin duda, un lugar real. Definitivamente, la Biblia habla de la existencia del cielo — y el acceso al cielo mediante la fe en Jesucristo —, pero no hay versos que nos den un lugar geográfico definido. La respuesta corta a esta pregunta es, "el cielo está donde está Dios." El lugar al que se refiere esta pregunta se llama el "tercer cielo" y/o el "paraíso" en 2 Corintios 12:1-4, donde el apóstol Pablo habla de un hombre vivo, que fue "arrebatado" al cielo y fue incapaz de describirlo. La palabra griega traducida como "arrebatado", es también usada en 1 Tesalonicenses 4:17 para describir el rapto, cuando los creyentes serán arrebatados para estar con el Señor. Estos pasajes nos llevan a la conclusión de que el cielo está en un más allá del espacio alrededor de la tierra y más allá de las estrellas.

Sin embargo, puesto que Dios es espíritu, "el cielo" no puede significar un lugar habitado por él y alejado de nosotros. Los dioses griegos fueron pensados como pasando la mayor parte de su tiempo lejos de la tierra, pero el Dios de la Biblia no es así. Él siempre está cerca de nosotros cuando Le invocamos (Santiago 4:8), y nos animamos a "acercarnos" a Él (Hebreos 10:1,22). Por supuesto, el "cielo", donde habitan los santos y los ángeles, tiene que ser considerado como una especie de localidad, porque los santos y los ángeles, como criaturas de Dios, existen en el espacio y tiempo. Pero cuando se dice que el Creador está "en el cielo," la idea es que Él existe en un plano diferente de nosotros, en vez de un sitio diferente.

El Helado - Reflexiones

Hace tiempo, cuando un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó en una mesa. La camarera puso un vaso de agua frente a él.
–¿Cuánto cuesta un helado de chocolate y cacahuete? –preguntó el niño.
–Cincuenta céntimos –respondió la mujer.
El niño sacó la mano del bolsillo, la extrajo y examinó las monedas.
–¿Cuánto cuesta un helado solo? –volvió a preguntar. Algunas personas esperaban mesa y la camarera ya estaba un poco impaciente.
–Veinticinco céntimos –dijo bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas.
-Quiero el helado solo –dijo.
La camarera le trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y se retiró. El niño terminó el helado, pagó en la caja y salió. Cuando la camarera volvió a limpiar la mesa, le costó tragar saliva al ver que allí, ordenadamente, junto al plato vacío, había veinticinco céntimos: su propina.
Jamás juzgues a alguien antes de tiempo.
Mateo 7:1-3
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

Un Samaritano llamado Jesús

Lucas 10:30-37
1.  Un hombre desciende de Jerusalén a Jericó
1.  Yo descendí de la inocencia al pecado.
Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23 SRV.

2.  El hombre cayó en manos de ladrones y le dejaron medio muerto.
2.  Yo caí en manos de Satanás y me trajo muerte espiritual.
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir. Juan 10:10a SRV

3.   El sacerdote y el levita no le ayudaron.
3.   Nadie, ni los religiosos me podían ayudar.

4.   Un samaritano viendo su condición, tuvo misericordia y le ayudó.
4.   Jesús viendo mi condición perdida, tuvo misericordia de mí y me ayudó.
Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.Mateo 18:11 SRV

5.  El samaritano en general, era una persona despreciada por los judíos.
5.  Jesús fue despreciado y desechado por los hombres, y los escribas le llamaron endemoniado y samaritano.
El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los Judíos, y dijéronle: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres Samaritano, y tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me habéis deshonrado. Juan 8:47-49 SRV
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:3 SRV

6.  El samaritano se acercó al hombre asaltado.
6.   Jesús se acerco a mí cuando estaba muerto en mis pecados y delitos.
Cercano está Jehová á los quebrantados de corazón; Y salvará á los contritos de espíritu. Salmos 34:18 SRV

7.  El buen samaritano vendó sus heridas con aceite y vino.
7.  Jesús sanó las heridas de mi vida.
Y saliendo Jesús, vió un gran gentío, y tuvo compasión de ellos, y sanó á los que de ellos había enfermos. Mateo 14:14 SRV

8.  El buen samaritano lo echó en su cabalgadura porque no podía caminar.
8.  Jesús me cargó en sus hombros porque yo no podía. 
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la que se perdió, hasta que la halle? Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; Y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. Lucas 15:4-6 SRV

9.  El buen samaritano llevó a este hombre a un mesón para que se recuperara.
9.  Jesús me trajo a la iglesia para que me recuperara.
Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo;
Colosenses 1:13 SRV

10.  El samaritano le encargó al mesonero que le cuidara hasta que él regresara.
10.   Jesús dejó a su Santo Espíritu para que me cuide hasta que Él venga.
Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya: porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os lo enviaré. Juan 16:7 SRV

11.  El samaritano pagó por el hombre.
11.   Jesús pagó con su sangre mi redención.
El cual se dio a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos: 1 Timoteo 2:6 SRV

12.  El samaritano prometió volver.
12.  Mi Señor Jesús también.
El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve. Amén, sea así. Ven: Señor Jesús.
Apocalipsis 22:20 SRV