Es fácil creer en lo que se puede ver o en lo que nuestra mente cree que es posible, sin embargo no es fácil creer en lo que para todo el mundo es imposible.
Ocurre, que en ocasiones cuando nos enfrentamos a situaciones que demandan fe de nosotros, nos vemos envueltos en un enorme problema, porque nuestra mente se rehúsa a creer lo que humanamente es imposible de realizar, pero he allí la virtud de la fe.
Cuando tengo fe puedo estar tranquilo aunque a mi alrededor haya una tormenta indescriptible, cuanto tengo fe puedo descansar en las promesas que Dios ya hizo.
Y quizá la mayoría de las personas creerán que estamos locos o que somos “fanáticos”, pero la fe no es que nos haga fanáticos, sino unos devotos que por experiencia propia, han visto la mano poderosa de Dios actuar en los momentos en que todos esperaban un fracaso o un mal final.
Para la gran mayoría de la gente esperar algo bueno de algo malo es ilógico; para la mayoría de las personas tener fe es “no vivir en la realidad”, pero al final cierto es que mi fe tiene que sobrepasar esta realidad, sobre todo la natural, pues la fe puede provocar algo sobrenatural.