lunes, 29 de junio de 2020

¿Por qué permite Dios que pasemos por pruebas y tribulaciones?

Por qué Dios permite que pasemos por pruebas y tribulaciones ...
Una de las cosas más difíciles de la vida cristiana es entender que ser un discípulo de Cristo no nos hace inmunes a las pruebas y las tribulaciones de la vida. Entonces, ¿por qué un Dios bueno y amoroso nos permitiría pasar por cosas tales como la muerte de un niño, enfermedades, daños a nosotros mismos y a nuestros seres queridos, dificultades financieras, preocupación y temor? Realmente, si nos amara, quitaría todas estas cosas de nosotros. Después de todo, ¿no significa el amarnos que Dios quiere que nuestras vidas sean fáciles y cómodas? No, no es así. La Biblia enseña claramente que Dios ama a aquellos que son Sus hijos, y “todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Eso debería significar entonces que las pruebas y tribulaciones que Él permite en nuestras vidas, son parte de todas las cosas que nos ayudan a bien. Por lo tanto, para el creyente, todas las pruebas y tribulaciones deben tener un propósito divino.

Como en todas las cosas, el propósito final de Dios es que seamos transformados más y más a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). Esta es la meta del cristiano, y todo en la vida, incluyendo las pruebas y tribulaciones, está diseñado para permitirnos alcanzar esta meta. Es parte del proceso de la santificación, ser apartados para los propósitos de Dios y equipados para vivir para Su gloria. Se explica la manera en que las pruebas logran esto en 1 Pedro 1:6-7: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. La fe del verdadero creyente se reforzará mediante las pruebas que experimentamos, para que podamos descansar en el conocimiento de que es real y va a durar para siempre.

Las pruebas desarrollan el carácter piadoso, y eso nos permite “… gloriarnos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:3-5). Jesucristo fue el ejemplo perfecto. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Estos versículos revelan aspectos de Su propósito divino, tanto para las pruebas y tribulaciones de Jesucristo como por las nuestras. Perseverar comprueba nuestra fe. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).

La diferencia es la actitud

ESDRAS 3:10-13 
Este texto nos muestra un momento muy importante en la historia de Israel. El templo de Jerusalén estaba siendo reconstruido más de 70 años después de que el primer templo, construido por Salomón, lleno de lujo y esplendor, fuese destruido por los babilonios. 

Los Israelitas habían regresado a Jerusalén después de estar 70 años cautivos en Babilonia, y comenzaron a edificar la ciudad destruida. Zorobabel, el líder de los judíos que regresaron, comenzó a edificar el templo poniendo de nuevo los cimientos. Los judíos más jóvenes, que no habían conocido el templo anterior que había sido destruido, al ver que se estaba reconstruyendo el templo de Dios en Jerusalén, dieron grandes voces de júbilo, cantaban y alababan al Señor (versos 10-11). Pero muchos de los judíos ancianos que conocieron y recordaban el esplendor del templo de Salomón, comenzaron a llorar con gran tristeza, pues sabían que este templo no sería igual de majestuoso que el que fue destruido; recordaban cómo había sido el templo anterior, y lloraban al ver la sencillez del nuevo templo (verso 12). 
La Actitud hace la diferencia – Motivación para EmprendedoresPodemos ver en esta historia, dos actitudes diferentes para un mismo acontecimiento. Unos tomaron una actitud de lamento que no les permitía ver la bendición presente y un nuevo futuro, y otros, llenos de alegría y gozo, que reconocían que esto era un nuevo comienzo en su historia, que estaban frente a una nueva etapa y que Dios seguía estando con ellos. 
¿En cuál de los lados de la historia crees que hubieras estado tú? Conociéndonos a nosotros mismos, ¿qué actitud hubiéramos tomado en ese momento? La clave es la actitud. ¡Tu actitud! Pero, ¿qué es la actitud? La actitud es el comportamiento o el ánimo con el que enfrentamos una determinada situación; es el comportamiento que se produce en diferentes circunstancias. 

El verdadero peso

Hay muchas decisiones en la vida que, ya sea por elección u omisión, nos traen un peso sobre nuestras vidas francamente difícil de sobrellevar. La mayoría de las veces no lo compartimos con nadie porque nos da vergüenza, o simplemente no queremos que nadie se entrometa en aquello que pudo haber sido un desacierto. Con el paso del tiempo se convierte en una carga tan pesada que se nota en nuestro andar diario, en nuestro semblante, y ya no lo podemos ocultar. Como si ya fuera intrínseco a nuestra vida y que, como le pasa a todas las personas, es hasta normal.
El peso en el alma es imposible de ocultar.
Blog de Los Santos: EL VERDADERO SIGNIFICADO DE TOMAR NUESTRA CRUZ ...La biblia dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Isaías 53:6 (VRV)
Nosotros tenemos la oportunidad de mirar al pasado para ver y conocer la identidad del Mesías prometido, quien vino y murió por nuestros pecados. Pero si vemos todo lo que Jesús hizo y lo seguimos rechazando, entonces lo que estamos diciendo es que Jesucristo no tiene poder para liberarnos y quitar el peso de nuestras culpas.
Después de ser azotado, escarnecido y golpeado, el Señor Jesucristo, sale por las calles de Jerusalén, llevando la cruz donde sería clavado. ¿Cuánto pesaría esa cruz de madera? Seguramente era lo suficientemente pesada, para que cualquier hombre que pudiera cargarla por un largo trecho, desmayara bajo su peso. Y mucho más se sentiría su peso, ante la debilidad general provocada por los latigazos, y los golpes impartidos por los soldados romanos en el cuerpo de Cristo. Aquel que dijo un día al paralítico: Levántate y anda, ¿no podía hacer que sus piernas tuvieran la fortaleza para soportar el peso de la cruz? Aquel que sanó a tantos, ¿no tenía ahora poder para sanar sus propias heridas? ¿Se había terminado el sueño utópico de liberar a su pueblo? ¿Debían sus seguidores seguir soportando el “eterno” peso de sus malas decisiones? Sin embargo, Jesús el Hijo de Dios, creador de este mundo, se somete a debilidad por amor a nosotros. No se valió de su poder para evitar sus propios sufrimientos, aunque podía hacerlo. Pero la carga mayor que tenía que realizar no consistía en una cruz de madera. Sus peores sufrimientos no eran los clavos y la corona de espinas.
Había algo mucho más doloroso y más pesado que tenía que cargar… Tu pecado y el mío.