“El compromiso es la respuesta que dan aquellos que no quieren ser víctimas sino protagonistas de su vida”
Muchas personas experimentaron cambios en sus vidas, y para algunas son cambios positivos y están viendo resultados extraordinarios en sus matrimonios, en sus finanzas, en sus negocios, pero hay otras que todavía están luchando por sobrevivir, anhelando ser felices, deseando tener una vida de dicha y prosperidad. Éstas últimas dicen: ¡Lo he intentado todo y nada ha pasado!
Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo aún mejores, así que el leñador se propuso hacer un buen papel. El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.
-Te felicito, le dijo el capataz. Sigue así.
Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano. A la mañana siguiente, se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles.
-Debo estar cansado, pensó. Y decidió acostarse con la puesta de sol.
Al amanecer siguiente, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol. Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando casi hasta el desfallecimiento.
El capataz le preguntó: -¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?
–Afilar..., no he tenido tiempo para afilar. He estado demasiado ocupado talando árboles.