viernes, 2 de junio de 2017

¿Para qué llama Dios?

“…En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: !!Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí…” Isaías 6:1-8
Resultado de imagen de ¿Para qué llama Dios?1. PARA CONOCERLO
Isaías 6:1 (Vi yo al Señor)
  • – Para saber quién es Él (Hechos 9:5)
  • – No podemos conocerlo, ni servirlo, a nuestra manera (Preparación a la forma de Dios). Éxodo 32 (becerro)
  • – Tenemos que conocerlo bien (Marcos 4:41, sus discípulos no lo conocían bien)
  • – El actuar sin conocer a Dios acarrea problemas para mí y para la iglesia. Moisés sabía que tenía un Dios, pero su actuar sin conocerlo se le convirtió en un problema (Ananías y Safira, judas, “Emaús”)
Lucas 24:13Hechos 5Oseas 4:6Juan 17:31 Corintios 15:34
Ahora hay quienes conocen a Dios pero se les olvida quién es.
A quienes Dios les ha dado un ministerio es mejor que no se les olvide. Ejemplos:
  • Jonás, 4:2, yo sé que tu eres un Dios clemente.
  • 1ªSamuel: 15:15, Jehová tu Dios.
  • Quien no conoce a Dios está sin visión, (Pablo, el criado de Elíseo, 2 Reyes: 6:15-17).
  • Hay quienes conocen a Dios demasiado tarde, (Mateo,27:54, Emaús, Lucas 24:30-32).
2. RESULTADOS DE CONOCER A DIOS
  • Conocer a Dios trae bendición (José, Josué, Job, Daniel)
  • Cuando yo conozco a Dios, hago que otros se interesen por Él y por ende, lo conozcan.
3. QUÉ DEBEMOS HACER PARA CONOCER A DIOS
  • Tener un encuentro personal con Él. Esto fue lo que le pasó a: Moisés, Pedro, Pablo… (Éxodo 3, Lucas 5:8, Juan 21, Hechos 9)

Esperar y ofrecer misericordia

Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador.” Lucas 18:13
Cuando me quejé por cómo me afectaban las decisiones pecaminosas de una amiga, la mujer con la que oraba todas las semanas respondió: «Oremos por todas nosotras».
—¿Por todas nosotras?,- respondí, confundida.
—Sí, me dijo. -¿Acaso no dices siempre que Jesús es nuestro estándar de santidad y que no tenemos que compararnos con los demás?
—Esa verdad duele, reflexioné, pero tienes razón. Mi actitud sentenciosa y mi orgullo espiritual también son pecados.
—Y, al hablar de tu amiga, estamos chismeando. Entonces…
—Estamos pecando, dije bajando la cabeza. Por favor, ora por nosotras.
En Lucas 18, Jesús relató una parábola sobre dos hombres que oraron de maneras muy distintas (versos 9-14). Al igual que el fariseo, podemos compararnos con los demás, presumir de nuestra conducta (versos 11-12), y vivir como si tuviéramos el derecho a juzgar y la responsabilidad de cambiar a otros.
Sin embargo, cuando miramos a Jesús como nuestro ejemplo de santidad y experimentamos su bondad, al igual que el publicano, nuestra necesidad desesperada de la gracia de Dios es aun mayor (verso 13). Y cuando hacemos nuestra la compasión amorosa y el perdón del Señor, cambiamos para siempre y empezamos a esperar y otorgar misericordia, en lugar de condenar.

Señor, evita que caigamos en la trampa de compararnos con los demás.
Al ver nuestra necesidad de misericordia, podemos ser misericordiosos.

La Práctica de la Presencia de Dios (4)

Hace más de 300 años, en un monasterio de Francia, un hombre descubrió el secreto para vivir una vida de gozo. 
A la edad de dieciocho años, Nicolás Herman vislumbró el poder y la providencia de Dios por medio de una simple lección que recibió de la naturaleza. Pasó los siguientes dieciocho años en el ejército y en el servicio público. Finalmente, experimentando la “turbación de espíritu” que con frecuencia se produce en la mediana edad, entró en un monasterio, donde llegó a ser el cocinero y el fabricante de sandalias para su comunidad. Pero lo más importante, comenzó allí un viaje de 30 años que le llevó a descubrir una manera simple de vivir gozosamente. En tiempos tan difíciles como aquellos, Nicolás Herman, conocido como el Hermano Lorenzo, descubrió y puso en práctica una manera pura y simple de andar continuamente en la presencia de Dios. 

Resultado de imagen de La Práctica de la Presencia de DiosEl Hermano Lorenzo era un hombre gentil y de un espíritu alegre; rehuía ser el centro de atención, sabiendo que los entretenimientos externos “estropean todo”. Después de su muerte fueron recopiladas unas pocas de sus cartas. Fray José de Beaufort, representante del arzobispado local, ajuntó estas cartas con los recuerdos que tenía de cuatro conversaciones que sostuvo con el Hermano Lorenzo, y publicó un pequeño libro titulado La Práctica de la Presencia de Dios. 
En este libro, el Hermano Lorenzo explica, de forma simple y bella, cómo caminar continuamente con Dios, con una actitud que no nace de la cabeza sino del corazón. El Hermano Lorenzo nos legó una manera de vivir que está a disposición de todos los que buscan conocer la paz y la presencia de Dios, de modo que cualquiera, independientemente de su edad o de las circunstancias por las que atraviesa, pueda practicarla en cualquier lugar y en cualquier momento. 
Una de las cosas hermosas con respecto a La Práctica de la Presencia de Dios es que se trata de un método completo.

En cuatro conversaciones y quince cartas, muchas de las cuales fueron escritas a una monja amiga del Hermano Lorenzo, encontramos una manera directa de vivir en la presencia de Dios, que hoy, trescientos años después, sigue siendo práctica.