viernes, 28 de diciembre de 2012

Amor De Hijo - Crecimiento Personal

En la vida hay muchos ejemplos de lo bueno y lo malo. La religión es lo principal en la vida de mucha gente, mientras que los modelos legalistas delinean las reglas por las que la sociedad nos gobierna. A ciencia cierta no es realmente importante la combinación de ambas, pues conforman la trama de la decencia moral.
Lo que determina la base de lo bueno y lo malo se remonta a antes de la formación de la religión organizada o de los códigos legales del núcleo de la humanidad: consiste en la relación de un hijo con su madre.
Si nos sentamos y pensamos en nuestros recuerdos más tempraneros, algunas cosas resaltan, como un momento feliz del equipo de fútbol o quizá un momento de temor experimentado cuando éramos niños. Cuando estos recuerdos nos llegan, es difícil organizarlos cronológicamente; pero lo que sí es cierto es que nuestra madre siempre estuvo allí.
Te recordamos en cada momento importante de nuestra vida. Sin importar dónde y cómo fuimos formados, siempre estuviste allí. Si no en cuerpo, el pensamiento de tu ánimo o tu ayuda siempre estuvo en nuestra mente. Es así como aprendimos la diferencia entre las dos, lo bueno y lo malo, ya que esto se hizo posible por nuestra relación contigo.
Y personalmente, "a veces fue difícil aceptar tus palabras como verdad, especialmente en mi adolescencia cuando todo lo que quería hacer era rebelarme. Al ir pasando el tiempo, me doy cuenta de que eras la persona correcta para decidir.
Me lleva a decir que tal vez hay verdad en el dicho que reza que un hombre siempre se casa con alguien como su madre. Sí, eres una mujer hermosa y educada, pero esos son rasgos genéricos al buscar a una mujer. Son tus rasgos interiores los que realmente busco en otra.
Busco tu paciencia, tu ánimo, tu amor incondicional. Busco tu humildad, tu decencia, tu encarnación del hogar. Necesito tu buen humor, tu fortaleza, tu determinación, pero, sobre todo, necesito a alguien que sea leal.
Aunque me cueste decirlo, la verdad de la vida es siempre desafiante, no puedo pensar en alguien más en la tierra a quien me parezca más; después de todo, escogiste a mi padre y aquello funcionó. Sé que hemos tenido nuestras desavenencias y peleas, pero quiero que sepas que tú siempre estuviste en lo correcto.
Con muchos años por delante, ansío ver si habrá alguna otra mujer que sea como tú y como yo. Sé que no la he conocido aún porque resulta claro que no he sentido el tipo de amor que hay entre tú y yo.
Si llega el día en que conozca a mi esposa, espero que estés aquí para ver que escogí a la correcta. Si por casualidad no estás ya aquí, siéntate y sonríe y veme escoger de manera correcta. Después de todo, es por ti que todavía estoy en esta lucha".

No cabe duda de que el impacto de una madre es muy importante en la vida de sus hijos, si bien está llamado por Dios a ser complementado por el del padre. Pero no hay duda de que es ella quien más influye en los hijos en los primeros años de su vida, al desarrollarse una relación íntima entre la criatura y su madre; el padre puede apoyar pero no está presente de manera tan relevante.
Este pensamiento es una reflexión de un infante de marina de los Estados Unidos, gente considerada muy poco sentimental, en el que reconoce cuánto lo liga a su madre. Creo que todos podemos agregar otro tanto, ¿verdad? Si bien no todos gozamos del privilegio de tenerlas a nuestro lado hoy, los que sí tenemos ese privilegio, demos especialmente gracias a Dios y expresémosles a ellas nuestra gratitud y aprecio.
Adelante y que el Señor les bendiga.

La mejor Biblia - Reflexiones - vídeo

Cuatro hombres estaban parados en el pasillo de una iglesia. Discutían sobre qué versión bíblica era la mejor.
Uno decía que era la versión "Reina Valera" citando su bello, elocuente y antiguo lenguaje.
El segundo sugería que la "Nueva Versión Internacional" era literal y le daba confianza, por lo que él sentía el compromiso hacia la forma escrita de esa versión. El tercer hombre elogiaba a "Dios Habla Hoy" por su estilo fácil de entender y su forma coloquial.
Después de haber escuchado los argumentos apasionados de sus amigos, el cuarto hombre dijo con seguridad:
-En realidad, prefiero la traducción de mi jefe.
-¿Qué quieres decir? -le preguntó el primer hombre con incredulidad-. Tu jefe es sólo un supervisor de almacenes. Ni siquiera debe haber terminado el instituto.
-Mantengo mi teoría -dijo el cuarto hombre-, mi jefe ha aplicado lo escrito en las páginas de la Biblia en su vida. Él ha vivido el mensaje. Y ha sido la traducción más perfecta de la cual yo haya sido testigo.
Todo el conocimiento teológico no puede compararse con una vida vivida a través del amor y marcada con veracidad, gentileza y humildad. Esa, en efecto, es la manera de vivir que se enseña en cada traducción de las Escrituras.
Un buen ejemplo es el mejor sermón.
Filipenses 4:9
Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

No Es Santa Claus….Es Jesús - Navidad


Santa vive en el Polo Norte… Jesús está en todos lados.

Santa viaja en un trineo… Jesús viaja en el viento y camina sobre el agua.

Santa viene una vez al año… Jesús es una ayuda siempre presente.

Santa llena nuestros calcetines con golosinas… Jesús suple todas nuestras necesidades.

Santa baja por nuestra chimenea sin ser invitado… Jesús está a la puerta, llama y sólo entra a nuestro corazón cuando es invitado.

Tenemos que hacer fila para ver a Santa… Jesús está tan cerca como la mención de su nombre.

Santa nos permite sentarnos en sus piernas… Jesús nos deja descansar en sus brazos.

Santa no sabe nuestro nombre; todo lo que puede decirle al niño o niña es “¿Cómo te llamas?”… Jesús sabía nuestro nombre antes que nosotros y no sólo sabe eso, sino también nuestra dirección, nuestra historia y futuro y aún sabe cuántos cabellos hay en nuestra cabeza.

Santa tiene una barriga como un tazón lleno de gelatina… Jesús tiene un corazón lleno de amor.

Todo lo que Santa puede ofrecer es jo, jo, jo… Jesús ofrece salud, ayuda y esperanza.

Santa dice: “No debes llorar”… Jesús dice: “Echen sobre mí sus cuitas porque yo tengo cuidado de ustedes”.

Los ayudantes de Santa fabrican juguetes… Jesús nos da nueva vida, sana corazones heridos, repara hogares destruidos y construye mansiones.

Santa podrá hacernos reír pero… Jesús nos da gozo, que es nuestra fortaleza.

Mientras que Santa coloca regalos bajo nuestro árbol… Jesús vino para ser nuestro regalo y murió sobre un madero.

Resulta obvio que realmente no hay comparación.  Necesitamos recordar de Quién trata la Navidad y colocar nuevamente a Cristo en ella. Él sigue siendo nuestra razón de ser.

Sí, Jesús es mejor, es mejor que Santa Claus.
Algunos de ustedes se preguntarán para qué siquiera hacer una comparación entre el Salvador y un personaje que, a pesar de tener sus orígenes en la historia de la Iglesia, ha llegado a ser desfigurado y mitificado por escritores e intereses comerciales. Y la verdad es que no la hay en realidad. Ojalá que esto les sirva de munición adicional para afirmar una y otra vez la verdadera razón de la Navidad. Aunque esta postura no sea nada más que políticamente incorrecta a día de hoy, pues enfrenta a poderosos intereses económicos… ¡continúa siendo la mismísima verdad!  Adelante y disfrutemos de la Navidad con Jesús. 

Excusas - Crecimiento personal - vídeo

Excusas y más excusas.
Es increíble la capacidad del ser humano para esgrimir toda clase de excusas con tal de justificar nuestra falta de compromiso.
Somos especialistas en la autodefensa, y muchas veces somos indulgentes con nosotros mismos en cosas que no estamos dispuestos a tolerar a otros.
Es una habilidad ingeniosa para disimular la doblez de imagen que, muchas veces, va de la mano de la primera (imagen) que tenemos como carta de presentación.
Sin embargo, la vida siempre nos presenta oportunidades, cruza nuestro camino con personas y circunstancias que nos ofrecen genuinamente su afecto y su ayuda, pero nos hemos acostumbrado mal al usar múltiples caminos adornados para decir "no".
Estrechamos manos pero los corazones se encuentran a mucha distancia del apretón. Cada día usamos más palabras cuyo significado es realmente profundo, pero nuestra actitud en la vida no las respalda, son sólo frases bonitas pero huecas.
Hablando sobre las excusas que tenemos los hombres ante Dios, Jesús habló a los discípulos ilustrando su enseñanza con una parábola, como fue su costumbre para enseñar; y les refirió la llamada “Parábola de la gran cena” (Lucas 14:15-24), la cual narra cómo un hombre que había convidado a varios de sus amigos a comer en su casa, al estar todo listo y viendo que ninguno de ellos había llegado, les manda a llamar diciéndoles que todo estaba preparado. ¡Que la cena estaba servida!
Pero cada uno de sus amigos da una excusa supuestamente válida por la cual no puede asistir a la invitación. Entonces, el anfitrión, padre de familia, como lo llaman las Sagradas Escrituras, envía a su siervo a ir a la ciudad a buscar por las plazas a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos. Luego, al ver que aún había puesto mesa para más personas, le envía por segunda vez pues su anhelo era tener su casa llena. Termina la parábola con estas palabras del anfitrión: Os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena.
Nuestra terquedad y nuestro egoísmo nos han hecho discernir equivocadamente lo que es mejor para nosotros.Tomamos decisiones todos los días, pero las grandes decisiones que marcan y definen nuestras vidas las posponemos, las dejamos al azar. Le damos la espalda a ese llamado que urge en nuestras almas, sin darnos cuenta que la vida se nos va escapando como el agua entre las manos.
Que las cosas que realmente trascienden las hemos dejado de lado, abandonadas por las que surgen cada día y nos abarrotan con sus mezquinas demandas.
¡Dios siempre ha querido su casa llena! Él tiene la mesa servida para todo aquel que quiera venir a comer del pan de sus consejos, a probar la luz de su amor, a saciar la sed de su alma con agua viva. La invitación ha sido extendida desde la cruz y es para todos sin excepción.
Hoy es el día. Dios te está esperando. No permitas que tus excusas te dejen fuera del banquete.
“Las personas deberían ser ciegas, sordas y pobres alguna vez; de esta manera aprenderían a ver, escuchar y valorar lo que tienen como es debido”. 

Mi Descubrimiento Navideño - Reflexiones

Cierta Nochebuena, cuando tenía 12 años, había salido con mi padre. que era ministro de Dios, a hacer unas compras navideñas de última hora. Me tenía cargado de paquetes y yo estaba cansado y de mal humor.
¡Cuánto deseaba llegar a casa! En ese momento se me acercó un mendigo. Aquel hombre andrajoso, sucio y con cara de no haber dormido extendió una mano, que más bien parecía una garra, y me pidió dinero. Tan repulsivo era que instintivamente me aparté.
En tono bajo, mi padre me dijo:
—Norman, es Nochebuena. No debes tratar a alguien así. 
Sin mostrar señal de compasión, repliqué:       
-Papá, no es más que un mendigo. Mi padre se detuvo.
—Puede que haya desperdiciado su vida, pero eso no lo hace menos hijo de Dios. Acto seguido, me dio un billete de un dólar, que por aquel entonces era mucho dinero, sobre todo para lo que ganaba un pastor.
—Quiero que le entregues este billete a ese hombre, que le hables con respeto y le digas que se lo das en nombre de Cristo.
—Papá —protesté—, no puedo hacer eso. La voz de mi padre adquirió tono de firmeza.
 —Ve y haz lo que te digo.
oro navidaddA regañadientes y de mala gana, corrí tras el mendigo y le dije:
—Discúlpeme, señor, le doy este dinero en nombre de Cristo.
Fijó los ojos en el billete y luego me miró perplejo. De golpe una sonrisa le iluminó el rostro, una sonrisa tan bella y llena de vida que ocultó su aspecto sucio y andrajoso. Me olvidé que era un viejo harapiento. Con un gesto casi de caballero distinguido, se quitó el sombrero y gentilmente me respondió:
—En nombre de Cristo se lo agradezco, joven.
De repente se disiparon mi irritación y mal humor. La calle, las casas, todo lo que me rodeaba, tomó en ese instante un aura de belleza, pues había formado parte de un milagro que desde entonces he visto muchas veces: la transformación que se produce en alguien cuando uno le mira como hijo de Dios, cuando le brinda amor en nombre de un niño nacido hace dos mil años en un establo en Belén; una persona que aún vive, camina a nuestro lado y hace notoria su presencia.
Este fue el descubrimiento que hice aquella Navidad: el oro de la dignidad humana, que yace oculto en cada alma esperando que le demos ocasión de brillar.  
Mateo 25:40
De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Jesús.
Los que sienten pena sólo manifiestan lástima. En cambio, los que tienen compasión hacen algo al respecto.
Los compasivos ponen sus oraciones en acción y transforman sus palabras en actos de bondad.