martes, 14 de abril de 2015

Con la carga a cuestas

Cuentan que iba por un camino, bajo un sol abrasador, un pobre hombre que llevaba una carga muy pesada. Atinó a pasar por allí un carretero con su carro, y éste, compasivo, le ofreció al hombre que iba a pie un lugar en la carreta y llevar el pesado bulto que cargaba.
El hombre aceptó y emprendió de nuevo su marcha. Al cabo de un rato, el que conducía la carreta se volvió y vio al hombre que seguía con la carga a cuestas.
– ¿Pero qué hace usted?, preguntó el  carretero. ¿Por qué no deja la carga en el carro?
 – Me basta poder ir en el carro, contestó el hombre.
 – ¿Pero no ve usted que así también lleva la carga?, respondió el carretero riendo. No sea tonto y suéltela, que para el caballo es igual y usted descansará.

3 Mentiras que los Testigos de Jehová no le dirán

Hay muchas mentiras en las enseñanzas de los Testigos de Jehová. Con la guía del Espíritu Santo y la verdad de la Palabra de Dios, veremos tres muy importantes.
1MENTIRA NUMERO 1 son sus enseñanzas sobre la Deidad de Jesucristo. Los Testigos de Jehová niegan la Deidad de Jesucristo. “…él era un dios, dicen en sentido literal, pero no el Dios Todopoderoso, quien es Jehová…” 
Desde el principio, los Testigos de Jehová han negado categóricamente que Jesucristo es Dios hecho carne. Pero la Palabra de Dios, ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, testifican del Trino, o tres Personas del Dios Supremo. Desde el primer libro de la Biblia, donde Dios dice “…Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;…” (Génesis 1:26), hasta el último libro, hay muchos versículos que hablan de las tres Personas del Dios Supremo Estas tres son; Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era el principio con Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:1-2, 14) “Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente:”(Colosenses 2:9) “Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:11)
2MENTIRA NUMERO 2 está en que Jesucristo fue resucitado como un Espíritu Divino. Los Testigos de Jehová niegan la resurrección corporal del Señor, Jesucristo. Ellos afirman que Él fue levantado solo como un espíritu, o como una “…criatura de espíritu invisible”. Pero la Palabra de Dios enseña que Jesucristo se levantó de los muertos con cuerpo físico, y glorificado. Jesucristo profetizó su resurrección corporal. “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Mas él hablaba del templo de su cuerpo.” (Juan 2:19, 21)
Jesús estuvo sobre esta tierra cuarenta días después de su resurrección. Durante ese tiempo fue visto por cientos de personas. “Porque primeramente os he enseñado lo mismo que recibí: Que Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; Y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos: de los cuales muchos viven aún, y otros son muertos.” (1 Corintios 15:3-6) No solamente fue visto por muchos, sino que también comió con sus discípulos. “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el espíritu no tiene carne ni hueso, como veis que yo tengo. Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y no creyéndolo aún ellos, de gozo, y maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces ellos le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él los tomó, y comió delante de ellos.” (Lucas 24:39-43)
3MENTIRA NUMERO 3 está en que el infierno, según ellos, no existe. Los Testigos de Jehová enseñan que “…el infierno de la Biblia es la tumba normal del ser humano…” Pero la verdad se encuentra nuevamente, en la Palabra de Dios. Jesucristo nos advierte muchas veces del lugar del castigo eterno, tormento y destrucción. “Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás…no tienen reposo día ni noche,…” (Apocalipsis 14:11) En Marcos 9:48b Jesús dijo, “…el fuego nunca se apaga.” En Mateo 5:22, Jesús habla de “…infierno de fuego.” En Lucas 16:23, la Palabra de Dios dice del hombre rico que murió y fue al infierno “Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos,…” también en el versículo 24, él dijo, “…soy atormentado en esta llama.” En Apocalipsis 20:15, la Palabra de Dios dice, “Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado en el lago de fuego.”

Mecánico

Una vez, iba un hombre en su automóvil por una larga y muy solitaria carretera cuando, de pronto, su coche comenzó a detenerse hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar qué era lo que tenía. Pensaba que rápidamente, podría averiguar qué era lo que tenía el coche pues hacía muchos años que lo conducía. Sin embargo, después de mucho rato se dio cuenta de que no encontraba la avería del motor. En ese momento apareció otro coche, del cual bajó un hombre a ofrecerle ayuda.
El dueño del primer auto dijo:
– Mira, este es mi coche de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú sin ser el dueño, puedas hacer algo.
El otro hombre insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo:
– Bueno, inténtalo pero no creo que puedas. pues este es mi coche.
El segundo hombre se puso manos a la obra y en pocos minutos halló la avería que tenía el coche y lo pudo arrancar.
El primer hombre quedó atónito y preguntó:
– ¿Cómo pudiste arreglar el auto si es mi auto?
El segundo hombre contestó:
– Verás, mi nombre es Felix Wankel….yo inventé el motor rotatorio que usa tu coche.
¡Cuántas veces le decimos a Dios: esta es mi vida, este es mi destino, esta es mi casa! Creemos que nadie nos podrá ayudar al enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles,  pues “es mi vida”.
Pero,
¿Quién hizo la vida? ¿Quién hizo el tiempo? ¿Quién creó la familia? Solo el creador de la vida con su amor, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida.
Hebreos 13:6 “De tal manera que digamos confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”

Cristiano cultural o cristiano Bíblico

La cultura se puede definir de diversas maneras, pero básicamente se refiere al "Conjunto de los conocimientos que permiten desarrollar un juicio crítico", o "conjunto de los modos de vida y costumbres, así como de los conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una determinada época, grupo social, etc".
También, "conjunto de valores, creencias, entendimientos y maneras de pensar compartidos por los miembros de una organización, que se enseñan a los nuevos miembros. La cultura constituye las normas no escritas e informales de una organización.
Los cambios en el arte, la música, el teatro, la teología y en los medios de comunicación han afectado negativamente a nuestros valores. Actualmente, las personas se han adaptado a tener valores empobrecidos, como en la tranquilidad personal y la abundancia. 
Tranquilidad Personal: viene a significar que a uno lo dejen sin preocupación alguna, totalmente solo; que no sea perturbado por los problemas de otras personas, sean éstas de otra parte del mundo o de la propia ciudad; que viva la propia vida con un mínimo de probabilidades de ser incomodado. Tranquilidad personal significa desear que mis propios patrones de vida no sufran ninguna injerencia a lo largo de mi existencia, no importa cuáles sean los efectos que hayan de padecer mis hijos o nietos. 
La abundancia quiere decir la abrumadora y siempre creciente prosperidad: una vida hecha de cosas, cosas y más cosas. Un éxito juzgado por el nivel siempre ascendente de abundancia material. Cuando esto se combina con la fe verdadera da origen a un tercer valor empobrecido: la del Cristianismo cultural. 
¿Qué es el cristianismo cultural?: “Es la búsqueda del Dios que queremos en lugar del Dios que es. Es la tendencia a ser superficial en nuestra comprensión de Dios, queriendo que sea más un abuelito gentil que nos malcríe y nos deje hacer lo que deseamos. Es sentir la necesidad de Dios, sí, pero según nuestras propias condiciones. Es el Dios que tenemos subrayado en nuestra Biblia sin el resto de lo que Él es, un Dios incompleto en lugar de un Dios Absoluto. Un Dios “convertible”.
Esto no es nuevo. Jesús mismo, fue el primero en precisar los diferentes tipos de personas que se relacionarían o no con Él. La Parábola del Sembrador revela cuatro grupos de oyentes de la Palabra de Dios. Lucas 8:4-15

El Padre Amante

En nuestro mundo no hay ninguna discusión sobre la importancia capital que reviste la relación afectiva de cualquier ser humano, con ambos progenitores en el desarrollo armónico de su personalidad. De manera que la creencia ampliamente divulgada, en la que se exalta a la madre como un ser insustituible, y se minimiza al padre solo con la condición de ser algo necesario para la procreación del nuevo ser, cada vez se sustenta menos. 
Ciertamente, la conducta de muchos padres les ha hecho ganarse esta definición, alejándolos de su papel protagonista en la formación de sus hijos. Sin embargo, más allá de la pura genética, el rol del padre trasciende a la concepción biológica de un individuo, su desempeño es absolutamente inherente en la creación de un ser íntegro y feliz. 
La mayoría, en algún momento de la vida, ha escuchado la historia de la parábola del hijo pródigo. Un hijo que le pide a su padre lo que le corresponde de su herencia, y decide irse por el mundo llevando una vida dispendiosa y desenfrenada. Cuando el dinero llega a su fin, acaba trabajando en una hacienda cuidando de una camada de cerdos. 
Al verse arruinado, su corazón se quebranta, y en su reflexión, piensa que hasta el trabajador de menor rango en la casa de su padre vive dignamente. Entonces, decide regresar a su hogar. Al llegar, su padre lo recibe con los brazos abiertos, sin ningún reproche. Con mucha alegría en su corazón, ordena a sus empleados preparar una fiesta de bienvenida para su hijo que “estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Lucas 15:24. 
Cuando escuchamos esta parábola, nos solemos centrar en el hijo que recapacita y regresa arrepentido para pedir perdón. Desde luego, un aspecto profundamente humano que debería ser considerado por todos en la condición de hijos. Aunque, realmente, el protagonista principal de esta historia es el papá. Ese incansable trabajador que ha provisto para su familia más allá del pan de cada día, atesorando una herencia para el futuro de cada hijo. Ese hombre cuya felicidad jamás llega hasta el día en el que logra ver a sus hijos convertidos en hombres de bien, capaces de enfrentarse al mundo con voluntad propia, de verdad y con honor. Ese hombre capaz de perdonar, cuyo corazón se abre para arropar al hijo en un abrazo infinito. 
El padre amante es el líder de su hogar, en su corazón no hay cabida para la indiferencia; pues un líder está pendiente desde los asuntos más importantes hasta los más pequeños detalles. El padre amante marca el destino de sus hijos, hace que los sueños que hay en ellos, se cristalicen en una hermosa realidad. Aunque los hijos se desvíen en algún momento, el padre sabe que ha sembrado la semilla de Dios, y esa siempre da buen fruto en abundancia. 
El padre amante es compasivo, recuerda su propio transitar por la vida. Cuando uno de sus hijos está caído, le tiende, junto con la mano, su corazón; es su muleta mientras se recupera, lo lleva de la mano en sus nuevos primeros pasos, para luego dejar que remonte el vuelo por los cielos de la vida. 
El padre amante es el primer maestro en la vida de sus hijos; sabe que su ejemplo es más contundente que muchas palabras. Por esa razón, sus pasos son firmes, sus decisiones son pesadas en balanza, equilibradas, inspiradas en la sabiduría divina, tomadas a sabiendas de que sus consecuencias no son individuales, sino que afectarán a toda la familia. 
El padre que enseña instruye a los hijos no solo en los quehaceres de la cotidianidad. Él sabe que las herramientas más importantes de la vida son materialmente intangibles, pero le permiten al individuo, construirse un camino para una vida digna. 
Como primer maestro que es, establece límites, pues sus palabras son congruentes con sus actos. Más tarde, cuando los hijos ejerzan su libertad sabrán atenerse a las consecuencias de sus acciones. 

Esta tarea que en gran medida en el mundo entero, ha recaído sobre los hombros de las madres, es en primer lugar, una tarea encomendada por Dios al padre.