viernes, 3 de noviembre de 2017

¿Por qué la gente rechaza a Jesús como su Salvador?

Posiblemente sean varias las razones para rechazar a Cristo, pero estas cuatro muestran las categorías generales: 

(1) Algunas personas no creen que necesiten un salvador. 

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Esta gente se considera a sí misma como “básicamente buena” y no se dan cuenta que ellos, al igual que toda la gente, son pecadores y no pueden llegar a Dios solo por sus propios medios. Pero Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Aquellos que rechazan a Cristo nunca estarán ante Dios y abogarán por su caso basados en sus propios méritos. 

(2) El miedo al rechazo social o a la persecución.

Éste desanima a algunas personas a declarar a Cristo como su Señor. Los incrédulos en Juan 12:42-43 no confesaban a Cristo porque estaban más preocupados por su estatus entre sus semejantes que por hacer la voluntad de Dios: “Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.”

(3) Para algunas personas, las cosas que les ofrece el mundo actual son más atractivas e importantes que las cosas eternas. 

Leemos la historia de un hombre así en Mateo 19:16-23. Este hombre no estaba dispuesto a perder sus posesiones terrenales a fin de ganar una relación eterna con Jesús. (Ver también 2 Corintios 4:16-18).

(4) Mucha gente se resiste a ver la luz del Espíritu Santo para convertirlos a la fe en Cristo. 

Esteban, un líder de la iglesia primitiva, les dijo a aquellos que estaban a punto de asesinarlo, “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo...” Hechos 7:51. El apóstol Pablo también hizo una declaración similar ante un grupo que rechazaba el evangelio en Hechos 28:23-27.

Cualesquiera que sean las razones por las que la gente rechaza a Jesucristo, su rechazo tiene consecuencias eternas desastrosas. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12) Y aquellos que lo rechazan, por cualquiera que sea la razón, enfrentan una eternidad en las “tinieblas de afuera” del infierno, donde habrá “lloro y crujir de dientes.” (Mateo 25:30).



Cómo escuchar a Dios para andar con Él

Una de las lecciones más importantes que podemos aprender es cómo escuchar a Dios. En nuestras vidas complicadas y ajetreadas, nada es más urgente, nada es más necesario y nada es más satisfactorio que oír lo que Dios quiere decirnos y obedecerlo.
Por supuesto, una conversación de verdad implica tanto hablar como escuchar, y a la mayoría de nosotros nos va mejor con la primera parte.
escuchar a DiosSolemos llegar a un punto en el que estamos tan ocupados que nos queda muy poco tiempo para cualquier otra cosa. Pasamos mucho tiempo hablándole a Dios, pero un día nos damos cuenta que no pasamos la misma cantidad de tiempo escuchando lo que Él nos dice. Algo tiene que cambiar. Si no aprendemos a escuchar al Señor, vamos a cometer errores que nos van a costar muy caro.
Pero, ¿acaso el Señor realmente nos habla en la actualidad? La Biblia nos asegura que así es. El libro de Hebreos empieza con estas palabras: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo» (Hebreos 1.1, 2). Dios no está callado. Nuestro Padre celestial está vivo y se mantiene activo. Él nos habla individualmente y de una manera en la que podemos escucharlo, recibir su mensaje y obedecerlo. Él es infinito y plenamente capaz de comunicarse con cada uno de nosotros, justamente donde estamos, en medio de nuestras circunstancias, y de una manera muy personal.

¿Cuál es la diferencia entre el Seól, el Hades, el infierno, el lago de fuego, el paraíso y el seno de Abraham?

Resultado de imagen de el Seól, el Hades, el infierno, el lago de fuego, el paraíso y el seno de AbrahamLos diferentes términos utilizados en la Biblia para el cielo y el infierno — Seól, Hades, Gehena, el lago de fuego, el paraíso y el seno de Abraham — son objetos de mucho debate y pueden ser confusos.

La palabra "paraíso" se utiliza como sinónimo del "cielo" (2 Corintios 12:4Apocalipsis 2:7). Cuando Jesús estaba muriendo en la Cruz, y uno de los ladrones, siendo crucificado con Él le pidió misericordia, Jesús respondió, "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." (Lucas 23:43). Jesús sabía que Su muerte era inminente y que pronto estaría en el cielo con Su Padre. Jesús habló del paraíso como un sinónimo del "cielo", y la palabra ha llegado a ser asociada a cualquier lugar de belleza ideal y deleite.


El seno de Abraham es mencionado una sola vez en la Biblia — en la historia de Lázaro y el hombre rico (Lucas 16:19-31). Fue utilizado en el Talmud (obra que recoge las tradiciones hebreas) como un sinónimo para "el cielo". La imagen en la historia es de Lázaro reclinado en una mesa, recostado cerca del pecho de Abraham en el banquete celestial & mdash como Juan se recostó cerca del pecho de Jesús en la Última Cena. Existen diferencias de opinión sobre lo que representa exactamente el seno de Abraham. Quienes creen que el escenario de la historia es un período después de la muerte y resurrección del Mesías, ven el seno de Abraham como sinónimo para "el cielo". Quienes creen que el escenario es antes de la crucifixión ven "el seno de Abraham" como otro término para "el paraíso". El escenario es realmente irrelevante para el tema central de la historia, el cual es que los impíos verán a los justos en felicidad mientras ellos están en tormento, y que existe un "gran abismo" entre ellos (Lucas 16:26) que nunca va a ser atravesado.