"Cuando llegamos a este mundo, parece como si desde el primer día nos estuvieran preparando, ya en la escuela
primaria nos enseñan el ciclo de la
vida. Experimentamos el hecho de que la mariposa que recogimos vuela
y sigue su camino. Vivimos el triste momento de perder a nuestro amado
perrito o a nuestra mascota preferida.
Hoy me pregunto, ¿cuán privilegiada es la persona
que aprendió a dejar pasarlo, que aprendió a olvidar,
que aprendió a seguir adelante sin más?
Pero si olvido el amor que me dieron, las enseñanzas que me
dejaron, los llantos que me acompañaron, y las profundas tristezas que ya
no debían ser sólo mías sino compartidas, entonces
estoy olvidándome de mí, estoy olvidando una parte de mi ser. ENTONCES NO
QUIERO OLVIDAR.
Pero sí puedo dejar atrás los momentos en los que me
equivoqué, y puedo, con mi vista al cielo, tener una visión futura en la que te encuentres Tú. Puedo gozarme de alguna nueva enseñanza, del
Evangelio, de una nueva mirada que nace como aquella mariposa. Entonces mi
despedida de este mundo sólo será para poder mirar para adelante, y darle la
oportunidad a Dios de que escriba nuevamente en esta hoja en blanco que se
encuentra en mi camino.
Sólo entonces, despediré cualquier situación,
cualquier momento, cualquier persona, cualquier dolor.
Y seguiré confiado en que Dios tiene en sus manos el mundo,
como también a mí.
Sin mirar atrás".