jueves, 11 de mayo de 2017

Comunicándose con sus Hijos en la Era Electrónica

¿Cuándo fue la última vez que conversó realmente con su hijo, cara a cara, sin televisión, música u ordenador de fondo?  El “sentarse juntos” que permitía crear lazos entre padres e hijos puede ser un reto en la era electrónica. Veamos qué podemos hacer:
Las expresiones faciales nos dicen historias: a pesar de que los correos electrónicos y las llamadas telefónicas son formas importantes de mantenerse en contacto, asegúrese de tener también tiempo para hablar “cara a cara” cada día. Es importante ver las expresiones faciales de su hijo para comprender lo que nos dice y cómo se siente.
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El lenguaje corporal es vital: observar el lenguaje corporal de su hijo es una excelente forma de descifrar algunas cosas que podría estar pensando, pero que no dice. Por ejemplo, ¿mira hacia otro lado cuando le pregunta cómo le va en algún proyecto? O, ¿se cruza de brazos de manera desafiante cuando describe una situación con la cual tuvo que tratar en la escuela? Al conversar a solas, sin distracciones, usted puede establecer una conexión más cercana y mantenerse al tanto de lo que pasa en su mundo.
¿Está escuchando? Tener múltiples actividades se ha convertido en una forma de vida. Si usted está tecleando constantemente en su ordenador, escribiendo una nota, o haciendo la cena mientras su hijo trata de decirle algo, después de un rato él puede empezar a decirle cada vez menos, y menos,... hasta que usted pierda lo que pudo haber sido una buena comunicación entre ambos. Haga un alto en sus tareas y escuche cuando ellos le estén conversando.
Enséñeles a sus hijos a escuchar: Cuando necesite conversar con sus hijos, asegúrese de que sepan escuchar realmente. Apague la televisión y haga contacto visual con ellos. Si necesita que recuerden lo que les está diciendo, haga que se lo repitan.
Esté ahí para ellos: ¿Está su mente en alguna otra parte cuando está en las gradas en un partido de su hijo? Cuando está hablando en el móvil o haciendo algún trabajo, su hijo es consciente de lo que usted está haciendo.
Los niños cuyos padres asisten a verlos actuar o jugar, pueden sentirse defraudados cuando vean que sus padres no están atentos. Una llamada rápida o informarse está bien, pero recuerde qué fue lo que le motivó a ir al partido en primer lugar.
Las notas traen sonrisas: no lleva demasiado tiempo o esfuerzo dejar una nota de aliento en la  mochila o el almuerzo de su hijo. Ellos apreciarán este detalle.
Los paseos en coche son grandiosos: no encienda la radio, trate de conversar. Puede que su hijo sea más abierto y esté dispuesto a conversar en el automóvil, cuando no esté nadie más cerca que pueda escuchar la conversación, y donde no tenga que establecer contacto visual. Otra ventaja de las conversaciones en los autos es el límite de tiempo y los niños saben que terminará cuando ellos salgan del coche.
La habilidad de conversar sencilla y frecuentemente con sus hijos, y que ambos estén escuchando realmente, es una gran ventaja. Una gran parte de ser padre es ofrecer ayuda y consejo – y usted necesita saber lo que está sucediendo en sus vidas para poder hacerlo. Además, hay algo maravillosamente reconfortante para todos, el mero hecho de saber que está justamente uno al lado del otro.

Seguro de vida

“Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.” Romanos 5:17
(Nueva Traducción Viviente).
Estando en mi luna de miel, el Señor nos sorprendió, a mi esposa y a mí, al alquilar un automóvil de lujo. Deportivo, color plateado, descapotable y asientos de piel. El sueño de todo hombre. Cuando lo comencé a conducir me sentía como un niño con un juguete nuevo. Conduciendo hacia Key West, en Florida, no le podíamos pedir nada más a nuestro Dios. Paisajes incomparables recorriendo una carretera que está construida sobre el mar, nubes inmensas demostrando la majestuosidad de Dios, aves que solo se ven en ese sitio, canciones cristianas en el CD estéreo, y por supuesto, un par de enamorados deleitándose.

Arlene y yo llegamos a una playa hermosa. Estuvimos ahí un rato y después tomamos el camino hacia la salida, cuando vi unos pelícanos que llamaron mucho mi atención. Paré el automóvil al lado del camino y los observé. Después de no dejar pasar ese espectáculo visual, arranqué el coche y avancé, seguido de un sonido escalofriante ¡Crrrrshshss!; choqué contra una roca la parte delantera del flamante vehículo. Mi primer pensamiento fue: se acabó el dinero para el resto de la luna de miel. Al alquilar el automóvil había pagado también un seguro, aunque lo normal es pagar un deducible por si acaso hay algún accidente. Y al hacer cuentas mentales comencé a preocuparme.
Al día siguiente, mi amada y yo oramos al Señor para que nos ayudara, y más considerando que estábamos en nuestra luna de miel, lejos de nuestro país. Llegamos a la agencia de coches y les mostré el daño que le había hecho al automóvil. Comenzaron a tomarle fotos y me pidieron que me acercara. Fui hacia la encargada, quien tenía una carpeta en sus manos, y... ¡hasta aquí llegaste Richy! - pensé. Pero para mi sorpresa, la señorita dijo: se puede ir, su seguro lo cubre todo. ¿No tengo que pagar nada?, pregunté. Y ella respondió. Así es, ¡nada!
Mi Dios sabía que iba a tener un accidente y por eso me indujo a contratar un seguro que me librara de pagar cualquier cantidad de dinero. Al salir de ese lugar me pude ir tranquilo a seguir en nuestras vacaciones.

Caminando como lo hizo Él

Pero el que guarda su palabra, en ése verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. (1 Juan 2:5-6)            
La frase “permanecer en él” significa exactamente lo mismo que “tener comunión con él”. El Señor Jesús dejó esto perfectamente claro cuando dijo, según el evangelio de Juan: “Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí” (Juan 15:4). Usted puede estar en Cristo, como miembro de la viña, y que solo aparezcan hojas. Esa es una mera relación, pero si usted desea que su vida dé fruto, es preciso que se ponga de manifiesto esa actitud adicional que es permanecer en Él, descansando en Él, que es lo que produce resultados permanentes en la vida.
La característica fundamental de permanecer en Él es caminar de la misma manera que caminó Cristo. Esto no significa hacer las mismas cosas que hizo Jesús; lo que quiere decir es actuar basándonos en el mismo principio sobre el cual Él actuó, a fin de reflejar la misma clase de relación con el Padre que tuvo Él. Esa es la señal de la comunión.
¿Cuál fue el secreto del poder de nuestro Señor? Eso fue lo que hizo que Nicodemo fuese a Él de noche; intentar averiguarlo. Muchos otros acudieron preguntándose cuál era el secreto de Su poder. Lo asombroso es que Él no hacía más que decirle a la gente cuál era, pero nosotros pasamos por encima de él haciendo caso omiso del mismo. Él dijo: “El Hijo del Hombre no hace estas cosas por sí mismo”. Juan 5.19 Es decir: “Yo no estoy haciendo esto; el Padre que vive en mí lo está haciendo. Yo no hablo estas palabras por mí mismo; hablo solo lo que oigo decir de boca de mi Padre. Es el Padre el que dice las palabras; es el Padre el que las pronuncia; es el Padre el que realiza la obra. Yo soy un hombre, a disposición de Él, pero Él está en mí y está obrando en mí, y ese es el secreto de las cosas que hago. Yo solamente cuento con Él cada momento que esté obrando y haciendo estas cosas, y Él las hace”. (véase Juan 14:10-11)

La angustia de la espera

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. Salmos 90;12
En los últimos años, dos miembros de mi familia recibieron diagnósticos graves. Para mí, la parte más difícil fue vencer a la incertidumbre. Siempre espero con desesperación una palabra decisiva del doctor, pero, en vez de darnos claridad, a menudo se nos pide que esperemos.
Es difícil soportar la angustia de la incertidumbre, y siempre nos preguntamos qué revelará la próxima prueba. ¿Pasarán semanas, meses, años o décadas antes de que la muerte nos separe? Pero, más allá de la enfermedad, todos moriremos algún día; cuestiones como el cáncer simplemente ponen en primer plano nuestra mortalidad.
Al enfrentarme a los recordatorios de nuestra mortalidad, me encuentro orando las palabras de Moisés. El Salmo 90 dice que, aunque nuestra vida es como la hierba que se marchita y se seca (versos 5-6), tenemos un hogar eterno con Dios (verso 1). Al igual que Moisés, podemos pedirle a Dios que nos enseñe a contar nuestros días para que podamos tomar decisiones sabias (verso 12), y a hacer que nuestra vida (breve) lleve fruto, pidiendo que Dios confirme lo que hacemos (verso 17). El salmo nos recuerda que nuestra esperanza no está en ningún diagnóstico médico, sino en un Dios que es «desde la eternidad y hasta la eternidad» (LBLA).


¿Cómo podemos usar mejor el tiempo que nos ha sido dado?
Podemos enfrentar la realidad de nuestra mortalidad porque confiamos en Dios.