martes, 22 de noviembre de 2016

¿Qué es el bautismo del Espíritu Santo?

Resultado de imagen de ¿Qué es el bautismo del Espíritu Santo?El bautismo del Espíritu Santo puede ser definido como la obra mediante la cual el Espíritu de Dios coloca al creyente, en el momento de la salvación, en unión con Cristo y en unión con otros creyentes en el Cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:12-13 y Romanos 6:1-4 son los pasajes centrales de la Biblia donde encontramos esta doctrina. 1 Corintios 12:13 dice, “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” Romanos 6:1-4 dice: “¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? De ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Aunque Romanos 6 no menciona específicamente el Espíritu de Dios, sí describe a los creyentes como delante de Dios y 1 Corintios 12 nos dice cómo sucede esto.

Son necesarios tres factores que nos ayuden a concretar nuestra comprensión del bautismo del Espíritu. Primero, 1 Corintios 12:13 dice claramente que todos hemos sido bautizados, así como también se nos dio a beber de un mismo Espíritu (la morada del Espíritu). Segundo, en ninguna parte de la Escritura se exhorta a los creyentes a ser bautizados con / en / por el Espíritu. Esto indica que todos los creyentes ya han experimentado este ministerio. Por último, Efesios 4:5 parece referirse al bautismo del Espíritu. Si este es el caso, el bautismo del Espíritu es una realidad en cada creyente, al igual que lo son “una fe” y “un Padre.”

En conclusión, el bautismo del Espíritu Santo hace dos cosas, 

(1) nos une al Cuerpo de Cristo, y 
(2) realiza nuestra co-crucifixión con Cristo. El estar en Su cuerpo viene a significar que somos resucitados con Él a una vida nueva (Romanos 6:4). Debemos entonces ejercitar nuestros dones espirituales para mantener funcionando ese cuerpo apropiadamente como se nos dice en el contexto de 1 Corintios 12:13. Experimentar el bautismo de un mismo Espíritu sirve como base para guardar la unidad en la iglesia, como está en el contexto de Efesios 4:5. Estando asociados con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección a través del bautismo del Espíritu, establece las bases para ser conscientes de nuestra separación del poder perseverante del pecado y nuestro caminar en una vida nueva (Romanos 6:1-10Colosenses 2:12).


En tu mano mis tiempos


“Mas yo en ti confío, oh Señor; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos…” Salmo 31:14-15
La vida se compone de tiempos… frase que impacta nuestra vida desde que la escuchamos. Todos son tiempos o etapas que vivimos, nada es eterno, hoy estamos aquí y mañana no lo sabemos. Cuando los tiempos son buenos queremos que sean para siempre y por el contrario, cuando nos enfrentamos a cambios negativos en nuestra vida, trabajo o familia el temor al futuro viene a inundar nuestro corazón, haciéndonos pensar interiormente que esto no va a acabar nunca, que es para siempre, y entonces somos presos del temor, de la desesperanza, la tristeza y la ansiedad. 


Pero hay buenas noticias. Todo es por un tiempo, podemos pasar por situaciones parecidas, pero el día, el lugar, la hora, las personas son otras. Todo cambia de alguna u otra forma, no caigamos en el engaño de pensar que todo es eterno y que nada va a cambiar; si estamos viviendo tiempos difíciles, adversos, en los que todo es cuesta arriba y no vemos la salida por ningún lugar, pensemos: esto es por un tiempo, Dios moverá los hilos de nuestra vida y hará cambios, dará un giro a las cosas y todo será diferente; y si estamos viviendo tiempos felices y preciosos, valoremos cada momento y disfrutémoslos. 

Así que, sean tiempos malos o tiempos buenos la palabra de Dios nos da el mejor consejo: “Yo en ti confío, Tú eres mi Dios, en tu mano están mis tiempos”. ¿En qué lugar podrían estar mejor nuestros tiempos que en las manos del Señor? Confía hoy en Él, no importa el tiempo que estés viviendo; deposita tus tiempos, tu pasado, tu presente, tu futuro en sus manos de padre, de amor y de bondad. En su mano hará nuestros buenos tiempos más bellos y bendecidos y de los momentos adversos, tiempos de aprendizaje y de crecimiento…

Señor quiero poner hoy en tu mano mis tiempos, no solo el pasado, el presente o el futuro, quiero poner en tu mano cada etapa de mi vida, si estoy feliz o si estoy triste, si estoy solo o acompañado, si estoy esperanzado o sin esperanza, si tengo abundancia o tengo escasez, si me gusta lo que hago o no me gusta, si las situaciones que me rodean son buenas o contrarias; todos mis tiempos, absolutamente todos los pongo en tu mano, en tu cuidado, bajo tu protección. Cambia el tiempo de mi vida cuando Tú lo decidas, enséñame a valorar cada momento, y ayúdame a no apartarme de tu voluntad pues confío en ti. Señor, Tú eres mi Dios. Amén.




Una Oración

Al regresar de un viaje misionero a su Iglesia local en Michigan, EU., testificaba este misionero lo que Dios había hecho con él:
Cuando servía como misionero en un pequeño hospital en el área rural de África, cada dos semanas viajaba a la ciudad en bicicleta para comprar provisiones y medicamentos. El viaje era de dos días, y debía atravesar la jungla. Debido a lo largo del viaje debía acampar en el punto medio, pasar la noche y reanudar mi viaje temprano al día siguiente.
En uno de estos viajes, llegué a la ciudad donde planeaba retirar dinero del banco, comprar las medicinas, los víveres y reanudar mi viaje de dos días de regreso al hospital. Cuando llegué a la ciudad, observé a dos hombres peleándose, y uno de ellos estaba bastante herido. Le curé sus heridas y al mismo tiempo, le hablé de Nuestro Señor Jesucristo.
Después de esto, reanudé mi viaje de regreso al hospital. Esa noche acampé en el punto medio, y a la mañana siguiente reanudé mi viaje y llegue al hospital sin ningún incidente.
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Dos semanas más tarde repetí mi viaje. Cuando llegué a la ciudad, se me acercó el hombre al cual yo había atendido en mi anterior viaje, y me dijo que la vez pasada, cuando lo curaba, él se dio cuenta que yo llevaba dinero y medicinas.
Y agregó: “Unos amigos y yo te seguimos en tu viaje mientras te adentrabas en la jungla, pues sabíamos que habrías de acampar. Planeábamos matarte y tomar tu dinero y medicinas, pero en el momento que nos acercamos a tu campamento, pudimos ver que estabas protegido por 26 guardias bien armados”.
Ante esto no pude por menos que sonreír, luego reír a carcajadas y le aseguré que yo siempre viajaba solo. El hombre insistió y agregó: “no señor, yo no fui la única persona que vio a los guardias armados, todos mis amigos también los vieron, y no solo eso sino que entre todos los contamos, eran 26”.
En ese momento, uno de los hermanos de la iglesia se puso en pie, interrumpió al misionero y le preguntó la fecha y hora del suceso. Al responderle el misionero, el hermano contó la siguiente historia:
“A la hora de su incidente en África era de mañana aquí. Yo me preparaba para salir cuando sentí la imperiosa necesidad de orar por usted; de hecho el llamado era tan fuerte que comencé a llamar a los hermanos de la congregación para reunirnos en el templo a orar por usted. Hoy quisiera que los caballeros que vinieron ese día a orar por usted, se pusieran de pie. El misionero no estaba muy preocupado por saber quienes eran ellos, solo se dedicó a contarlos, un total de 26 hombres.

Aprendamos a distinguir la verdad

No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 1 Juan 4:1
(El apóstol Pablo escribió:) No somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. 2 Corintios 2:17
Hoy en día existen detectores automáticos de falsos billetes, en cambio, antiguamente los empleados de los bancos tenían que distinguirlos. Para ello, debían estudiar cuidadosamente los billetes auténticos, y cuando los conocían bien, les resultaba fácil rechazar los billetes falsos.
De la misma manera, estudiando cuidadosamente la Biblia para recibir el mensaje divino, estaremos preparados para rechazar las enseñanzas que, a pesar de las buenas apariencias, tuercen las Escrituras. El Señor Jesús dice: Mis ovejas oyen mi voz”, y “al extraño no seguirán” (Juan 10:27, 5).