sábado, 12 de octubre de 2019

¿Por qué Jesús murió por nuestros pecados?

Resultado de imagen de ¿Qué significa que Jesús murió por nuestros pecados?En pocas palabras, sin la muerte de Jesús en la cruz por nuestros pecados, nadie tendría vida eterna. Jesús mismo dijo, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” (Juan 14:6). En esta declaración, Jesús expone la razón de su nacimiento, muerte y resurrección: para proveer el camino al cielo para una humanidad pecadora, que jamás podría llegar allí por sí misma.

Cuando Dios creó a Adán y Eva, ellos eran perfectos en todos sentidos y vivían literalmente en un paraíso, el Jardín del Edén (Génesis 2:15). Dios creó al hombre a Su imagen, lo que llevaba implícito que también tenían la libertad de tomar decisiones y elegir por su propia voluntad. Génesis 3 describe cómo Adán y Eva sucumbieron a las tentaciones y mentiras de Satanás. Al hacerlo, desobedecieron la voluntad de Dios al comer del árbol del conocimiento, cosa que se les había prohibido: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17). Este fue el primer pecado cometido por el hombre y, como resultado, toda la raza humana está sujeta tanto a la muerte física como a la muerte espiritual, en virtud de nuestra naturaleza pecadora heredada de Adán.

Dios declaró que todos los que pecaran morirían, tanto física como espiritualmente. Este es el destino de toda la humanidad. Pero Dios, en Su gracia y misericordia, proveyó una salida para este problema, y para ello predestinó el derramamiento de la sangre de Su perfecto Hijo en la cruz. Dios declaró que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” (Hebreos 9:22); la remisión es provista a través del derramamiento de sangre. La Ley de Moisés (Éxodo 20:2-17) proveía una forma para que la gente fuera considerada “sin pecado” o “justa” a los ojos de Dios – la ofrenda de animales sacrificados por el pecado. Estos sacrificios fueron solo temporales, aunque, realmente eran una prefiguración de lo perfecto, del sacrificio de Cristo en la cruz, hecho una vez y para siempre (Hebreos 10:10).

Esta es la razón por la que Jesús vino y por lo que murió, para convertirse en el último sacrificio, sacrificio final, el perfecto sacrificio por nuestros pecados (Colosenses 1:221 Pedro 1:19). A través de Él, la promesa de la vida eterna con Dios se vuelve efectiva a través de la fe de aquellos que creen en Jesús, “para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.” (Gálatas 3:22). Estas dos palabras, “fe” y “creer” son cruciales para nuestra salvación. Es a través de creer en la sangre de Cristo derramada por nuestros pecados, como recibimos la vida eterna. “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9).



La Paz de Dios

Paz interior
La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:7
Si no tenemos paz en el alma, el consuelo ajeno no nos hará más bien que un calzado de oro a un pie gotoso. John Bunyan (1628–1688)
La paz de Dios
La paz no proviene de la ausencia de conflictos, sino de la presencia de Dios. Anónimo
El estrés, las presiones y la confusión de la vida diaria a veces nos agobian. No obstante, en cualquier momento podemos hacer una pausa y acceder a la presencia de Dios por medio de la oración, para encontrar serenidad y renovar nuestro ánimo. 
No te inquietes, pobre corazón convulsionado, que la paz es señal clara de que Dios nos sonríe.
Su amor enmienda todo error, calma todo altercado. Ama y vuelve a amar, siempre con espíritu apacible. Edith Willis Linn Forbes (1865–1945)


Jesús dormía en la barca. Las olas se encrespaban, el viento rugía, y la tormenta azotaba la pequeña embarcación. Sus discípulos estaban asustados; tenían miedo del viento y de las olas, y temían por su vida. Se acercaron a Jesús y lo despertaron, rogándole que los salvara. La solución estaba en Su poder. Ordenó a la mar: «Calla, enmudece», y hubo paz. El viento cesó, y sobrevino una gran calma. 
Sea lo que sea que nos turbe, también nosotros podemos hallar paz si acudimos a Jesús. Marge Banks
Paz con quienes nos rodean
Vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros. 2 Corintios 13:11
Todos desean la paz; mas pocos se ocupan de aquello que atañe a la paz. Tomás de Kempis (1380–1471)
Las obras de amor son siempre obras de paz. La paz comienza con una sonrisa. Madre Teresa (1910–1997)
Al decir: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", Jesús nos dio la clave de la felicidad y la armonía. Cabe recordar que el prójimo es todo aquel que el Señor pone en nuestro camino.
Cuando las personas no se tratan mutuamente con amor, los conflictos no se hacen esperar. No es aventurado afirmar que muchos de los males que afligen al mundo de hoy tienen su origen en la falta de amor a Dios y a los semejantes. Aun en una sociedad tan compleja y desorientada como la actual, el sencillo amor a Dios y al prójimo sigue siendo la solución. 
Si amamos a Dios, podemos amarnos entre nosotros y seguir las normas divinas que nos brindan vida y libertad, y hacen posible que alcancemos la felicidad. David Brandt Berg (1919–1994)
A veces nos resulta difícil portarnos bien, sobre todo con las personas que no han obrado rectamente con nosotros. Pero Él no dijo: «Trata a los demás como ellos te tratan». Su código de conducta está muy por encima del concepto habitual de lo que es justo. Quiere que vivamos en un plano más elevado. Cualquiera puede portarse bien con quienes lo tratan bien. Sin embargo, quien es capaz de portarse bien con los que lo tratan mal tiene para Él más mérito y goza de más bendiciones. (Jesús)

La venganza y el reino

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.» Romanos 12:18-19
Pocas cosas calan tan profundo en nuestros corazones como los males que nos vienen por medio de otros. Es mucho más fácil aceptar las propias dificultades económicas, la falta de trabajo o la enfermedad. 
Cuando otras personas nos traicionan, sin embargo, nos sentimos dolidos en lo más profundo de nuestro ser. Superar ese mal momento es todo un desafío.

En el versículo anterior, Pablo nos da una orientación respecto a este tema. Primeramente nos recuerda que la paz debe ser una de las características de los que andan en Cristo, porque seguimos a un Dios de paz. De todas formas, la frase "en cuanto dependa de vosotros" nos advierte de que, estar en paz con los demás es algo que requiere de la colaboración de dos personas. Es decir, no implica solamente la ausencia de agresión alguna por mi parte, sino también el mismo compromiso de parte de la otra persona. Por esta razón no siempre la paz es absoluta, pues nuestros deseos de estar en paz con los demás pueden no ser correspondidos por la otra parte.