La vida sería menos complicada si cada uno de nosotros recibiera su juego de Lego al nacer. Sí, me doy cuenta de que habría un riesgo de asfixia para los niños menores de tres años, pero podemos aprender mucho de los Legos. He aprendido que:
Hay fortaleza en los números; cuando los ladrillos se juntan se pueden lograr grandes cosas. El desastre puede ocurrir, pero las piezas pueden ser juntadas de nuevo.
Cada ladrillo tiene un propósito; algunos son hechos para un lugar específico. La mayoría encaja en casi cualquier lugar, pero todos tienen un sitio específico.
El tiempo de juego es importante; a veces no importa qué construimos mientras nos divirtamos.
No importa el color; un ladrillo azul encaja en el mismo lugar que uno rojo.
El tamaño no importa; cuando los pisamos en la oscuridad, un ladrillo de 2 x 2 causa el mismo dolor que uno de 2 x 8.
Ninguno es indispensable; si un ladrillo no está disponible, otro puede tomar su lugar.
Todos los hombres Lego son creados igual (1,5625 pulgadas de alto); lo que llegan a ser está limitado únicamente a la imaginación.
Aunque no siempre se obtiene lo planeado; bueno, a veces se saca algo mejor. Y si no fuese así, podemos intentarlo de nuevo.