jueves, 12 de noviembre de 2015

Vivir para Cristo

Yo hace algunos años comencé a visitar la iglesia, pero continuaba viviendo entre dos mundos, el cristiano y el del diablo. Iba a la iglesia los domingos drogado y haciendo otras cosas incorrectas ante nuestro Señor. A la vez que mis supuestos amigos se reían de mí por mis visitas a la iglesia, yo continuaba asistiendo y diciendo: Dios, yo sé que Tú me vas a cambiar. 
Tardó tres años en suceder esto, pero lo logré, y ahora puedo decir que para mí morir es ganancia, ya que estaría en la presencia del Señor hasta que Dios envíe a su Hijo por el arrebatamiento de la Iglesia. ¡Qué logro tan grande tuve por mi perseverancia!
Ahora, amigo, tú que te apartaste o nunca le has servido, y que quizás estás asistiendo de la misma manera que yo lo hacía esperando tu milagro, te digo que no te rindas, toma la decisión. Dios toma cada caso de manera diferente, según tu necesidad, y tanto si eres fiel a seguir caminando, o como yo hacía, arrastrándome, llegará el día en que Él se glorificará en tu vida, como lo hizo en la mía y en muchos otros que se encontraban en la misma situación.

La identidad

Es un conjunto de características, datos e informaciones propias de una persona o un grupo, que permiten diferenciarlos del resto. Por ejemplo la identidad de un pueblo.
La identidad nos ayuda a no ser uno más del montón. Dios siempre quiso que su pueblo fuera un pueblo especial. Un pueblo que marcara la diferencia frente a los demás pueblos.
Deuteronomio 7: 6 “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.” La identidad es saber quiénes somos y para dónde vamos; el pueblo de Israel no sabía casi nunca su identidad, y la preocupación de Dios era que se dejara llevar por los demás. La frase popular dice “dime con quien andas y te diré quien eres.” En este mundo, las personas con quienes andamos suelen determinar lo que somos. Una persona sin identidad se deja llevar fácilmente por los demás. Verso 2 “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman.”
Dios nos dice que somos sus hijos y además nos llama sal y luz de la tierra, es decir capaces de poder influenciar a los demás. Jeremías 15: 19 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.”
El pueblo de Dios muchas veces fallaba en su identidad, porque ignoraban quienes eran y sobre todo, no conocían verdaderamente al Dios que adoraban. Jeremías 10.10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.”

Las apariencias engañan

“…Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres…” Mateo 22:16
En un día fatídico, se había declarado un gran incendio en una planta química que elaboraba una gran cantidad de productos. Esta planta ocupaba un terreno de una hectárea, con distintos edificios donde funcionaban los distintos laboratorios. Justo en el centro del terreno, estaba levantado el edificio de Administración de la planta, y dentro de él, la caja fuerte donde el dueño guardaba las fórmulas de los productos que elaboraba. El hombre estaba desesperado, pues si perdía esas fórmulas jamás podría volver a levantar nuevamente su fábrica.
Estaban actuando varias dotaciones de bomberos, a las que les era muy difícil sofocar el incendio. El dueño de la planta reunió a los jefes de las dotaciones y les dijo: “A la primera dotación de bomberos que llegue a la administración y rescate mis fórmulas, le voy a donar 10.000.- dólares“.
Entonces los bomberos duplicaron sus fuerzas, pero era imposible llegar al centro del terreno.
De pronto se escuchó la sirena de una nueva autobomba que llegaba al lugar. Eran los bomberos jubilados del pueblo, quienes raudamente chocaron contra la pared que rodeaba la planta, la derribaron, y entraron a la planta llegando al edificio de la administración. También derribaron las paredes de la administración, destruyendo la caja fuerte y trayendo con ellos hacia fuera las ansiadas fórmulas. Eran los héroes de la jornada.
Una vez sofocado el incendio, el dueño de la planta cumplió con su promesa, y les entregó el cheque por u$s 10.000.-. Y se le ocurrió preguntarles a los ancianos y heroicos bomberos: “¿Qué van a hacer con este dinero?” A lo que el jefe de los bomberos jubilados contestó:
“¡VAMOS A ARREGLAR LOS FRENOS DE LA AUTOBOMBA; NOS ESTAMOS LLEVANDO LAS PAREDES POR DELANTE!”
Hermanos, no hagamos caso de las apariencias. Dios puede leer en el corazón del ser humano.

El Suicidio Y La Depresión

El suicidio, tan vilipendiado por todos a pesar de ser muy hablado y encontrar artículos muy buenos y profesionales a mano, sigue siendo un tabú que atormenta a miles de personas que padecen depresiones, y a familias que temen comportamientos inapropiados en sus miembros, y no toman decisiones contra el temor a que ese hijo(a) u otro miembro se pueda suicidar.
La cuestión es que hoy, más que nunca, tenemos familias en las que hay múltiples síntomas de suicidio, atribuidos al problema específico de algún miembro, pero olvidamos que la familia es un todo, y los síntomas son exactamente eso: síntomas, pero de una enfermedad; todos poseen esta enfermedad, pero los síntomas los tienen manifiestos solo algunos o alguno de los miembros. Por lo que si no queremos seguir oyendo de suicidios, si no queremos que nuestra sociedad siga llenándose de síntomas, si no queremos que la depresión se generalice en nuestra sociedad, vamos a tener que atender debidamente a la enfermedad para que los síntomas desaparezcan. De otro modo, se podría decir que esto es una muerte anunciada.
Todos queremos evadirnos de la hija que tiene problemas; del hijo que toma drogas y está hundido en un mundo distante al nuestro; del padre infiel que transmite enfermedades de transmisión sexual a la madre; queremos desentendernos del problema, y disculpar al padre que no trabaja y no provee para sus hijos,... porque él es así y hay que amarlo como es; queremos evadirnos del hijo adicto a la pornografía por la vergüenza de aceptar que fue en casa donde lo aprendió; queremos eludir el estrés traumático que viven algunos, a los que dicen ser de locos ir a un psiquiatra; queremos evitar la violencia doméstica porque creemos que eso sucede en otras familias pero no en la nuestra; queremos evadir enfrentar los abusos sexuales a los que algunos de los hijos ha sido sometido, porque ¡qué horror!, fue el tío fulano, o el abuelo mengano, o son inventos de la niña(o); queremos evadir que hay alcoholismo en nuestro núcleo familiar porque eso es mentira, solo son "apariencias sociales"; queremos eludir que un hijo tiene desviaciones sexuales y lo atribuimos a que fue abusado, y ahora tenemos los derechos de igualdad de sexo que nos quitan la mortificación de encima; queremos evadir problemas matrimoniales porque prometimos hasta que la muerte nos separe,... y preferimos estar ahogados en mentiras y manipulaciones, tan dolorosas delante de Dios como el mismo divorcio.
Queremos desentendernos de que las iglesias están llenas de líderes que abusan de los feligreses en lo económico, en lo sexual y en su tiempo; queremos eludir que estar en casa a veces es aburrido, que hay rutinas, y preferimos el camino fácil del no compromiso para así estar en la calle; queremos  desentendernos de la infidelidad; del abandono; de la soledad; de las mentiras y más... 
Solo algunos ejemplos que nos erizan la piel, y que preferimos ni ver, ni oír ni sentir. Vale la pena recalcar también los problemas ambientales, como la inseguridad, el hambre, la miseria o el amor al dinero, entre otros. Entonces podemos preguntarnos ¿por qué hay depresión?; la depresión, como enfermedad, es penosa, y en sí misma es capaz de someter a la persona a pensamientos suicidas. La depresión es un trastorno emocional que hace que la persona se sienta triste y desganada, experimentando un malestar interior y dificultando sus interacciones con las personas y su entorno; sin embargo, no se debería hablar de ella sin que todos, como familia y sociedad estuviéramos involucrados. Aunque siempre hay excepciones,
 según estudios serios, hasta el 40% de los suicidios van asociados a enfermedades depresivas.