viernes, 29 de junio de 2012

La vid verdadera – Juan 15:1-17

Aquí os dejo, hermanos, algunas reflexiones sobre el capítulo 15 del evangelio de San Juan, versículos 1-17:

La vid verdadera – Juan 15:1-17
 ¿Qué tiempo, difícil en su vida, fue por el que aprendió algo muy importante?
Hay ocasiones en nuestras vidas, en las que Dios usa un momento difícil para que
crezcamos espiritualmente. Posiblemente, por medio de ese problema nosotros tenemos
más fe, o aprendemos cómo seguir a Dios con más fidelidad.

Juan 15:1-4
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da
fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda para que dé más fruto todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.

Jesús está hablando de sí mismo. Jesús quería enseñar a sus discípulos lo que debe pasar después de que aceptemos a Cristo. Cuando aceptamos a Cristo, recibimos al Espíritu Santo y Dios empieza a cambiar nuestras vidas. Y recordemos que Dios no quiere sólo oyentes de su Palabra; Él quiere hacedores de la misma; Él quiere discípulos; quiere que, como está escrito en la Biblia, cumplamos el gran mandamiento, la gran Comisión; quiere que testifiquemos de Él, que hagamos discípulos, y así lo haremos. Amén.

¿Si Jesús es la vid, y Dios es el labrador, quienes son las ramas?
Nosotros somos las ramas, pegadas en Jesús por fe. Si estamos en Cristo, debemos dar
fruto.

¿Qué fruto debemos dar?
Gálatas 5:22-23 - ¿Qué es el fruto del Espíritu? El fruto son las características buenas de Dios que resultan en obediencia a Dios.
En el momento que nos arrepentimos y confesamos que Cristo es nuestro Señor y Salvador, estamos limpios de nuestros pecados. Podemos estar seguros de nuestra salvación. En el versículo de antes, Jesús dice que a los que no dan fruto los corta. Esto no quiere decir que perdemos nuestra salvación. Aunque, cuando Jesús viene a nuestras vidas, un cambio sucede en nuestras vidas. Ya no queremos ser obedientes a nuestros deseos y pecados, sino que sobre todo, queremos obedecer a Cristo porque entendemos el amor que Él tiene para nosotros.
2 Corintios 5:20 dice: Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros. Dios quiere que testifiquemos acerca de su amor con otras personas. Por eso debemos dar fruto, que es una vida agradable a Dios para que otras personas le conozcan también.
¿Podemos dar fruto por nosotros mismos?
No. Nuestra habilidad de dar fruto y vivir vidas agradables a Dios viene de Dios y su poder para cambiar nuestras vidas. Nosotros no podemos cambiar sin él.
Juan 15:5-8
"Yo soy la vid y ustedes son la ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos."
Como hemos visto antes, Dios es real y vive en nosotros. Nuestra comunión con Dios y el estudio de su palabra es alimento a nuestras vidas espirituales. Así como un bebé necesita leche para vivir y nosotros necesitamos agua para sobrevivir, nuestras vidas espirituales se secan si se apartan de Dios.
v. 7
¿Este versículo quiere decir que podemos pedir un coche nuevo, por ejemplo, y lo
recibiremos si hemos aceptado a Cristo?
Claro que no. Cuando permanecemos en Cristo, nosotros vamos a entender que las cosas
que Dios quiere para nosotros son las mejores. Por medio de nuestra comunión con Dios,
vamos a saber su voluntad para nuestras vidas. Entonces, cuando oramos y le pedimos,
vamos a pedir de acuerdo a su voluntad.
v. 8
Si permanecemos en Cristo, Dios será glorificado y otros van a conocerle porque estamos
demostrando que Dios es el Señor de nuestras vidas.
Juan 15:9-11
Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa.
Cuando permanecemos en Cristo, nosotros podemos entender el amor de Dios, que tiene para nosotros. Él nos ama más que cualquier otra persona que conozcamos. Jeremías …dice ….
Podemos confiar que la voluntad de Dios para nuestras vidas es el mejor plan…una vida
mejor de lo que podamos imaginar.
Dios quiere que permanezcamos y obedezcamos, no porque Él quiera limitar la diversión
que tenemos, sino para que podamos tener alegría completa. Muchas veces, nosotros nos
imaginamos a Dios como una persona que no quiere que disfrutemos en la vida; pensamos que los mandamientos de la Biblia son como reglas que nos restringen de hacer las cosas que queremos hacer. Pero no es así. Dios quiere que tengamos vida abundante (Juan 10:10). Y Él sabe que muchas de las cosas que queremos hacer, solamente nos lastiman. Él quiere quitar estas cosas porque no le gusta cuando nos hacemos daño.

En cuanto a los versículos 12-17, estos hablan, fundamentalmente, del gran amor que Cristo tuvo para nosotros, del gran ejemplo que supuso para nosotros; y así como Él lo hizo, nos dejó este mandamiento: "que os améis unos a otros, como yo os he amado". El versículo 16: no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidierais al Padre en mi nombre, Él os lo dé.
y el versículo 17: esto os mando: que os améis unos a otros. 

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