viernes, 23 de octubre de 2015

Mundo en blanco y negro

“Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”
(Juan 8:31-32 NVI)
Caminando sin rumbo fijo, con mis ojos vendados, dominada por la desesperación y la oscuridad, inmersa en un mundo en blanco y negro, frío, sin esperanza, y abrigada por el engaño y la mentira.
Durante toda mi vida tuve contacto con la Biblia, pero sin conocerla. En el Colegio en donde estudié el bachillerato, era un requisito fundamental llevarla para poder participar en la clase de religión. Algunas veces la leíamos, pero nunca intentamos ahondar en los temas que tocábamos. Nuestra intención, para con ella, era solo que fuera un requisito, que por tradición se respetaba pero ignorábamos realmente el porqué.
Constantemente escuchaba que era aburrida y que para leerla, debía seguir un instructivo específico y muy complejo; que al hacerlo, podría volverme loca, y que además, si la mantenía abierta en una mesita de la sala de mi casa en el salmo 91, mi familia estaría protegida de todo mal.
Guardo en mi interior el regalo que una amiga me hizo hace 11 años, cuando caminaba por el desierto más largo que he tenido que atravesar. Me regaló una Biblia que aún conservo con mucho cariño, me compartió de Dios a su manera y me encaminó hacia la verdad. Creo que fue a partir de ese momento, cuando vi la Biblia como solución a mis problemas; la abría con la necesidad de encontrar respuesta a mi sufrimiento y de hallar paz.
Esta persona me enseñó que ese Dios ausente esperaba que le entregara mis angustias, y sin medir lo poderosa que la biblia podía llegar a ser, la leía con ansiedad como cuando un niño disfruta de un juguete nuevo.
Iniciaba mi caminar con Cristo, acompañada de aquella Biblia, convencida de que era un arma poderosa, que me haría vencer los gigantes que contra mí se habían levantado, anhelo que se hizo realidad.
Estudié sobre ella y comprendí que no era un libro como todos los demás. “Biblia” se deriva del termino griego “Biblos”. Está compuesta de 66 libros del antiguo y nuevo testamento. Se constituye en el patrón de conducta para los creyentes. Insondable, misteriosa, poética y de incalculable valor histórico, inspirada por el Espíritu Santo. De una dimensión sobrenatural, transmite a quien la lee la voluntad sagrada de Dios, vigente hasta nuestros días.

¿Cómo estás plantando en el jardín de tu vida?

La palabra de Dios dice: “Mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:8)

Un rabino estaba paseando en un campo en el que vio un hombre de edad muy avanzada plantando un roble. 
¿Cómo estás plantando en el jardín de tu vida? - Reflexiones Cristianas-“¿Por qué está plantando este árbol?”, preguntó. ¡No esperará usted vivir lo suficiente para ver crecer este roble!
-“Mis antepasados plantaron árboles no para ellos mismos, sino para que nosotros pudiésemos apreciar sus sombras y frutos. Estoy haciendo lo mismo para aquellos que vendrán después mí.”
¿Qué estamos plantando para nuestros hijos, amigos y hermanos? ¿Nos hemos preocupado con nuestras actitudes, para que éstas sirvan de semilla de bendiciones capaces de producir frutos en la vida de aquellos que nos conocen? ¿Nuestras atenciones están enfocadas en nuestros intereses personales e inmediatos, o comprendemos que Dios nos colocó como luces para alumbrar el camino de otros muchos, que serán tocados de alguna manera con nuestra vida?

La resurrección de los justos

¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos. Isaías 26:19.

El Rey de reyes desciende en la nube envuelto en llamas de fuego. El cielo se recoge como un libro que se enrolla, la tierra tiembla ante Su presencia, y todo monte y toda isla se mueven de sus lugares…
Entre las exclamaciones terrenales, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: “¡Despertaos, despertaos, despertaos los que dormís en el polvo y levantaos!” Por toda la superficie de la tierra los muertos oirán esa voz; y los que la oigan vivirán. Y toda la tierra repercutirá bajo las pisadas de la multitud extraordinaria de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. De la prisión de la muerte sale revestida de gloria inmortal gritando: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:55. Y los justos vivos unen sus voces a las de los santos resucitados, en prolongada y alegre aclamación de victoria.

Escalando Montañas De La Vida

Son las cosas sencillas de la vida las que me agradan, pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en mi vida en el que todo se veía oscuro. Fue un tiempo en el que mis hijos eran la única fuente de luz en mi vida.
Estaba desilusionada conmigo misma por descender a un nivel tan profundo de mi mente, y el creciente resentimiento interno que sentía, solo hacía más deprimente cada día.
Escapando de mi propia realidad, tomé refugio en las historias que escribía creando otras nuevas, y durmiendo como un personaje, imaginado, con una vida muchísimo mejor que la mía. Estaba atrapada dentro de las fronteras que yo misma había creado, impidiéndole a ciertos sentimientos, exceptuando la conmiseración propia y la desilusión, residir y crecer libremente.
Puede sonar un poco dramático para aquellos que, suficientemente afortunados, nunca han experimentado la desesperación interior.
Desafortunadamente, la mayoría de la gente se identifica con lo muy difícil que puede ser escalar el pico de la depresión, especialmente si han estado residiendo al pie de la montaña por algún tiempo. Pero con cada minuto, con cada hora y con cada día que permanecemos quietos, tenemos una tendencia mayor a sentirnos cómodos con esos límites.
La montaña entonces, viene a ser parte de nuestro escenario habitual, y la jornada que debíamos viajar para llegar a nuestro destino es pospuesta o, peor aún, no conquistada nunca.