lunes, 17 de diciembre de 2018

Cristo Jesús

lienzoTranscurría el año 1912, cuando en la ciudad de Londres, capital de Inglaterra y del Reino Unido, se efectuó una renombrada exposición de pinturas. Había hermosos lienzos representando varios lugares, como la belleza de Canadá, las costumbres de Australia, o el verdor de Escocia. Un renombrado pintor africano, expuso varias de sus obras provocando la admiración de los asistentes a la muestra, y entre esas obras destacaba una en particular; se trataba de un lienzo representando a un Cristo negro. Lo pintó negro porque así lo sentía muy suyo, y para acercarlo a sus iguales que por su color, estaban sometidos a una aberrante esclavitud.
Con el paso de los años, el hombre ha representado a Cristo Jesús, según lo vieron sus artistas. Greco, lo pintó con rostro español, Leonardo Da Vinci, como italiano, y cada una de las personas lo visualiza de acuerdo a su experiencia.

Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Marcos 8: 27,28.

El misterio de Cristo Jesús es que siendo universal, también lo es individual. Desde el comienzo de su ministerio alborotó los cimientos de toda sociedad, tanto a las personas individualmente, como a las que formaban una multitud. Para Zaqueo, recaudador judío de impuestos romanos, fue impactante que Jesús decidiera morar en su casa. Este reconocimiento individual de Dios hacia Zaqueo, hizo que éste determinara desprenderse de muchos de sus bienes. Y también ubicado en un alto, Jesús habla a la multitud y les entrega las bienaventuranzas, que son impactantes hasta hoy.
Cuando una persona sabe de Jesús, no queda sin sentirse tocada; desde ese mismo momento tendrá una opinión del Señor. ¿Qué es Jesús para usted?, o ¿qué representa para usted? Existe la tendencia de comparar a Jesús igualándolo con un ser humano, “es el primer guerrillero” dicen unos. Cada persona tiene un concepto de quién es de acuerdo a su propia experiencia. Experiencia como la que tuvo el apóstol Pedro, muy personal, íntima, estrecha; más que un amigo, él tenía claro en su corazón qué era Jesús en él, “tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivienteMarcos 8;29. ¿Es eso para usted?

¿Qué historia te cuentas?

“Cambia tus pensamientos y cambiarás tu mundo.” Norman Vincent Peale 
¿Alguna vez has sentido que tu vida es como un libro de historias?
Puede que escucharas la canción de “Pedro Navaja” que interpreta Rubén Blades. En ella hay una parte que dice: “8 millones de historias tiene la ciudad de Nueva York.”. Se refería a la población en ese momento, haciendo la alegoría de que cada vida tiene una historia.
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Tú tienes una historia, las personas que viven o trabajan contigo tienen una historia, yo tengo una historia y todos tenemos una historia que nos contamos todos los días.
A todos nosotros nos encantan las historias, y eso viene desde niños cuando nos contaban historias antes de dormir y escuchábamos la frase: “fueron felices para siempre.” Allí comenzó nuestra búsqueda de la felicidad.
Todos queremos ser felices, pero nos encontramos en diferentes situaciones que impiden nuestra felicidad, y después la historia que nos contamos es de drama o suspense, incertidumbre por un mañana que no es como queremos. Estas historias las escuchamos o vemos a diario en ricos, no ricos, famosos y no famosos. Las vives en el trabajo o en tu hogar, con tu familia o sin ella.

Honrar a Dios con acción de gracias

… invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás (Salmo 50;15).
La doctora no se mostraba preocupada, a pesar de estar hablando con mi esposo a quien acababa de diagnosticarle cáncer. Sonriendo, le sugirió que comenzara cada día dando gracias al menos por tres cosas. Él estuvo de acuerdo, ya que sabía que la gratitud abre el corazón para hallar ánimo en la bondad de Dios. Por eso Dan empieza cada día con palabras de alabanza: Gracias, Dios, por el descanso de la noche. Por mi cama limpia. Por el sol. Por el desayuno en la mesa. Por una sonrisa en mis labios.
Todo lo dice de corazón. Pero ¿no suena trivial? ¿Al Dios todopoderoso le importan las cosas pequeñas de nuestra vida? En el Salmo 50, Asaf ofrece una respuesta clara: en lugar de los formales sacrificios de acción de gracias que solían ofrecer los israelitas (verso 9), hoy Dios quiere que entreguemos nuestros corazones y vidas en gratitud a Él (versos 14, 23).

La gratitud de todo corazón ayuda a levantar el espíritu, como le sucedía a mi esposo. Entonces, cuando clamamos al Señor «en el día de la angustia», Él nos libra (verso 15). No sabemos si mi esposo se sanará, espiritual y físicamente, durante su tratamiento de dos años, pero por ahora él se deleita en mostrarle a Dios su gratitud por su amor y por lo que es: Redentor; Sanador; Amigo. 
Señor, aunque me parezca poco, quiero honrarte hoy diciéndote: Gracias.
Mi gratitud a Dios es algo grandioso para Él.