“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”.
Les voy a dar la fórmula que hace que millones y millones de personas sobrevivan todos los días. No es algo que usted no sepa ya, lo hace a diario aunque no repare en ello. La idea no es repetirle lo que ya sabe en una fórmula, sino motivarle a que la aplique en otros aspectos importantes de su vida. La fórmula es: "para, mira y anda". Antes de cruzar la calle usted lo hace, antes de subir una escalera o al autobús también. Cuando encuentra un obstáculo que el día anterior no estaba allí, repite la fórmula. Si truncara el proceso en el segundo punto, se truncaría para siempre su avance físico en la tierra. Incluso si no sigue todos los pasos con responsabilidad, podría terminar en un hospital o muerto. Parar, mirar y andar son actos importantes de la vida. Parecen sencillos, pero mueven la rueda que le lleva al futuro.
Jesús en su ministerio en la tierra, solía usar metáforas y proyectarlas espiritualmente como verdades cotidianas. De esta forma hablaba del sembrador humano que esparce la semilla y cae en distintos sitios con diversos resultados, según el terreno en que germinara. Las verdades y sus principios, adaptados de actuaciones cotidianas, tienen un significado más allá de lo natural. El acto de pararse antes de cruzar una calzada, mirar al frente y hacia los lados para asegurarnos de que no hay peligro o poder sortear aquellos obstáculos que se encuentren y luego avanzar, es ilustrativo de cómo debemos afrontar las distintas elecciones de la vida.