lunes, 2 de diciembre de 2019

Para Él

“…Porque todo, absolutamente todo en el cielo y en la tierra, visible e invisible… todo comenzó en él y para los propósitos de él…” Colosenses 1:16 (PAR).

La vida es el espacio de tiempo con el que contamos los seres humanos para proyectar nuestra existencia. El problema es que la mayoría de las personas no saben para qué están aquí en la tierra. Habitualmente, se dejan llevar por las circunstancias que les rodean y llegan a tomar decisiones sobre cosas que, antes de comprender la razón de su existencia, les pueden llevar a un estado permanente de confusión.
Sin embargo, vale la pena mencionar que Dios está muy interesado en que podamos conocer sus propósitos, los cuales son mucho más importantes que nuestra familia, profesión, trabajo... y nuestros sueños y anhelos más deseados. Si le preguntáramos a Dios ¿cuáles son sus propósitos?, tal vez Él nos respondería que…
Resultado de imagen de Para DiosI. SUS PROPÓSITOS SON EL CORAZÓN DE NUESTRA EXISTENCIAColosenses 1:16
El apóstol Pablo declaraba con estas palabras a los colosenses, que todas las cosas creadas, especialmente la humanidad, encuentran la razón de su existencia en Dios y en los propósitos que Él mismo designó. Para Pablo, el corazón de la existencia de todo ser humano es vivir en los propósitos que Dios, sabiamente, diseñó para la plenitud y realización de todo ser humano. A través de este versículo, Dios quiere que estemos en la mejor disposición para entender y vivir en sus propósitos.
Sin embargo, estamos viviendo tiempos muy difíciles, tiempos en los que la pérdida de valores, la falta de interés en las cosas de Dios, aunados a las adicciones, el aborto, el divorcio, y muchas otras cosas, están llevando a las personas a un caos de confusión en el que de una manera egoísta, se engañan a sí mismos y pretenden engañar a los demás. Afortunadamente este versículo es muy poderoso. A través de él, Dios quiere que sepamos que fuimos creados por Él, y no para nuestros propósitos sino para los suyos; quiere que sepamos que, así como el corazón humano le da vida a los cuerpos, sus propósitos son el corazón de nuestra existencia, y que al vivir en sus propósitos podemos alcanzar la plenitud y realizarnos en todo lo que emprendamos.
Pero si le preguntáramos ¿qué hacen sus propósitos?, veríamos lo siguiente…
II. SUS PROPÓSITOS RENUEVAN Y DAN SEGURIDAD A NUESTRA EXISTENCIASalmo 138:8
En el corazón de David, autor de este salmo, se escondían fuertes emociones que muchas veces describen las que también hay en el nuestro. David conocía perfectamente los propósitos de Dios, ya que Dios le había levantado en Israel como un siervo conforme a Su corazón. Sin embargo, poner la vista en los asuntos de la vida más que en los propósitos de Dios, le llevó a experimentar una fuerte frustración que solo desapareció de su vida cuando cayó humillado, clamando a Dios que lo ayudara. Fue entonces cuando Dios obró a favor de la vida de David, dándole ánimo, renovando sus fuerzas y otorgándole la seguridad de que Él mismo le diría la manera en que cumpliría con Sus propósitos.

Como ciegos

La ceguera mencionada en la biblia, hace referencia a la condición física, pero también a la espiritual; enfaticemos esta última. No se trata, en este caso, de tener nuestra vista en las mejores condiciones fisiológicas, pues muchas veces descuidamos ver la verdad y no nos quitamos la venda de los ojos. Pero qué bueno es que tenemos a Jesús, quien está dispuesto a quitarnos esa venda y guiarnos por el camino correcto.
ceguera espiritual¨Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Marcos 8:22-24 (Reina-Valera 1960).
De esta pequeña historia podemos aprender varias cosas:
  1. Dejarnos guiar: las personas que tienen limitaciones visuales siempre necesitan de alguien que las lleve de la mano, que las guíen por donde deben andar para que no tropiecen ni se hagan daño. Pasa lo mismo a nivel espiritual; cuando no conocemos a Dios y su verdad, andamos como ciegos y necesitamos de alguien que nos direccione y nos dé las instrucciones correctas; en este caso vemos que Jesús tomó de la mano al ciego para hacer en él un milagro.
  2. Salir de la aldea: Debemos movernos del lugar donde estamos estancados. Es necesario que salgamos de esa oscuridad y nos dejemos llevar al lugar de bendición, en donde Dios quiere que estemos, lo que también puede simbolizar salir de la comodidad.
  3. Dejar que Dios trate con nosotros: Lo que significa que pasaremos dificultades, humillaciones, por situaciones adversas nada agradables. Pero es necesario que todo eso pase para poder ver la gloria de Dios, o ¿crees que como ser humano sería agradable que alguien nos escupiera a los ojos? En absoluto, pero el ciego no hizo ningún reproche, a él no le importaba lo que tuviera que soportar, siempre y cuando Jesús lo sanara.
  4. Tener una fe firme: En cada uno de nosotros Dios tiene un propósito diferente. Este ciego no recibió la vista de inmediato, no era que hubiera orado mal o que Jesús lo fuera a sanar a medias, sino que quería probar su fe; al ver que su visión no había sido totalmente restaurada, el ciego pudo haberse desanimado y dejar de creer, pero en ningún instante dejó de hacerlo. Nosotros muchas veces tenemos un panorama difuso, nos enfrentamos a situaciones que no podemos entender; nos suceden cosas ilógicas, y pensamos que solo nos pasan a nosotros, a veces, incluso, nos llegan las bendiciones incompletas; pero no es porque Dios no quiera, sino que puede que no sea el tiempo y que además le hemos de demostrar realmente nuestra fe.
¨Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. Marcos 8:25-26 (Reina-Valera 1960).

La Luz y la sal del mundo

EL SERMÓN DEL MONTE

“LA LUZ Y LA SAL DEL MUNDO”

Lectura: Mateo 5:13-16


El sermón del monte es una predicación hermosa que Jesucristo pronunció, se cree, sobre el monte ahora conocido como Monte de las bienaventuranzas. En esta preciosa predicación, Jesús nos dejó fundamentos sólidos para construir nuestra vida y para cambiar nuestra perspectiva de ella. Atentos, cada uno de ustedes, a la importancia que tiene la aplicación de esta hermosa predicación para nuestra vida diaria, predicación que tiene tanta vigencia hoy como la tuvo cuando fue enseñada por primera vez:

La luz y la sal del mundo

Esencia y acciones, son los dos temas principales que abarcan los dos pasajes que encontramos en la lectura.
En ambos se hace una referencia a nuestra esencia como cristianos: somos luz y somos sal. Esto no es algo que ganemos por nuestro propio esfuerzo, es algo que Dios pone en nuestros corazones por el hecho de convertirnos en creyentes. Dios crea en nosotros una esencia espiritual renovada, haciéndonos renacer por su palabra en nuevos seres, de quienes nace un anhelo ferviente de justicia y misericordia.
Sin embargo, Jesús nos enseña que no basta con ser quienes somos por la obra de Dios, además, nuestras obras deben demostrar que somos cristianos. La sal sin sabor o la luz escondida no tienen ningún valor a pesar de ser lo que son; de la misma forma, un cristiano que no actúa de forma misericordiosa frente al mundo, no tendrá ningún valor.
Alguien dijo que lo único que necesita el mal para triunfar es que las personas buenas se queden quietas. Pues lo mismo argumenta Jesús mediante estas metáforas. La enseñanza es simple: es tan malo ser malo como ser bueno y no hacer nada.
La consecuencia de esto (de ser cristianos sin obras de misericordia y amor), es que no tendremos valor alguno para el mundo ni daremos gloria a Dios. Seremos desechados y pisoteados, seremos la burla del mundo y no cumpliremos con el propósito de Dios para nuestras vidas.