lunes, 30 de marzo de 2015

Yo quiero lo tuyo

¿Es natural que nos comparemos? ¿Es buena o mala la comparación? Si es para motivarnos a ser mejores no es mala, pero si ingresa la envidia en nuestro corazón es peligrosa, pues produce un sentimiento de dolor, tristeza o desdicha al no poseer uno mismo lo que otro tiene.
Prácticamente, daña la capacidad de gozar e impide disfrutar de lo que uno posee. Incluso es un síntoma de inferioridad, y nunca produce nada positivo sino que es un sentimiento negativo que da origen a otros, como la amargura.
Proverbios 14:30 (DHH) dice: “La mente tranquila es vida para el cuerpo, pero la envidia corroe hasta los huesos.”
Desear lo que otro tiene, compararte con él para determinar si vas por buen camino, no es nada provechoso, pues cada uno de nosotros tiene propósitos y tareas diferentes en esta vida. Nuestra vida debe basarse en el gran manual: la Biblia.
Si ves que alguien está prosperando indebidamente y tú, que trabajas honestamente, no lo estás consiguiendo, pues tranquilo; el hecho de tener dinero no es garantía de paz ni felicidad ni de bendición, pues es mejor ser pobre y honesto que rico y deshonesto. Proverbios 28:6 (NTV) continúa con tus valores firmes y las bendiciones vendrán por añadidura.
O si tú te estás guardando y te esfuerzas en obedecer la palabra de Dios, para que un buen hombre/mujer de Dios sea tu esposo y aún no ves resultados, y en cambio, ves a personas que no lo hacen que ya tienen familia, no tengas envidia, pues tu historia será diferente, será particular. ¿Acaso Dios no recompensará tu obediencia? ¡Sí lo hará! Solo ten paciencia y disfruta de tu presente estado civil.

Creer en Cristo es tener vida

¡Den gracias al Señor! ¡Proclamen su nombre! Cuenten a los pueblos sus acciones. Canten himnos en su honor. Hablen de sus grandes hechos. Siéntanse orgullosos de su santo nombre. Siéntase alegre el corazón de los que buscan al Señor. Recurran al Señor, y a su poder; recurran al Señor en todo tiempo. Él es el Señor, nuestro Dios; él gobierna toda la tierra. Ni aunque pasen mil generaciones se olvidará de las promesas de su alianza (Salmo 105,1 – 4; 7 – 8). 
La ley nos dice lo que hemos de hacer pero no nos da vida (Gálatas 3,21]La vida nos viene de Cristo Jesús. Al creer en Él y ser bautizados en Él recibimos su Vida y su Espíritu, somos revestidos de Él, y desaparecen de nosotros, todas las divisiones provenientes de razas, de condición social o de sexo. Unidos a Cristo, todos, la humanidad entera se hace una en Cristo para presentarse cual hijo de Dios, en Hijo amado del Padre. Unidos a Cristo, nuestro alimento es hacer la voluntad del Padre Dios (Lucas 11,28), y la voluntad de Dios es que creamos en Aquel que Él nos ha enviado. No nos quiere solo fieles cumplidores de preceptos, aunque estos vengan directamente de Él; nos quiere unidos a Él mediante el único camino que nos lleva al Padre: Cristo Jesús; buscar otros caminos equivale a despreciar la salvación que Dios nos ofrece en su Hijo, hecho uno de nosotros y constituido en Salvación nuestra.   
No solo hemos de aceptar vivir la Palabra de Dios; la Palabra es el Hijo de Dios que toma posesión de nuestra vida y nos transforma en Él, para que su encarnación se prolongue por medio de su iglesia, a través de la historia. Hemos de pedir al Señor que nos conceda su gracia para que no volvamos a la esclavitud de la ley; ella ya cumplió su función de conducirnos a Cristo (Gálatas 3,23 – 27). Ahora hemos de vivir no bajo el régimen de la ley sino bajo el régimen de la gracia; y si cumplimos la ley, no es porque por eso vayamos a salvarnos, sino porque se ha convertido en una norma de comportamiento moral que nos ayuda a permanecer fieles al amor a Dios y al amor al prójimo, conforme a la voluntad del Señor. 

Acéptate como eres

“Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así?" (Romanos 9:20)
Una de las contradicciones más grandes de los seres humanos, es que habiendo sido hechos a imagen y semejanza de Dios, muchos no están contentos con su apariencia física. Parece mentira en estos tiempos modernos, en que la ciencia y la tecnología ofrecen nuevas posibilidades de rejuvenecimiento, de un cambio extremo como se denomina, tendente a conseguir la llamada figura “ideal.”
Hoy por hoy, mucha gente se muestra decidida a vencer cualquier obstáculo, con tal de convertir su ajado cuerpo en un "objeto" último modelo, tal como lo requiere, incluso exige la sociedad moderna en ciertas circunstancias.

Es indudable que la apariencia física  ha sido, desde antiguo, motivo de preocupación, quizá incluso, desde cuando Adán y Eva se supieron desnudos por la presencia del pecado en sus vidas, y recurrieron a una hoja de parra para ocultar su vergüenza. Napoleón era de baja estatura, pero conminaba a que en sus retratos se lo pintara más alto. Y como él, muchísimos reyes, reinas, cortesanos y demás nobles, exigían a sus retratistas que los inmortalizaran evitando plasmar sus lados... no muy uniformes.
Esta idea desenfocada de la belleza ha hecho que inclusive a  través de dibujos, estampas, películas, estatuas, murales, y demás, se nos entreguen a los creyentes, miles de versiones físicas del niño Jesús, de Jesucristo Hombre, de María… con cabellos rubios, ojos azules, tez nacarada, al más puro estilo Hollywood; versiones alejadas de la fisonomía real de los pobladores del Medio Oriente de entonces, como corresponde.

Una Semana Diferente

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Si, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez; Simón, Hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
San Juan. 21:15-17
Me puse en el lugar del Apóstol Pedro viendo a Jesús resucitado, vivo, hablándome y preguntándome no una, ni dos, sino TRES veces lo mismo: ...hijo de José y Alejandra, ¿me amas? Y yo diciéndole: Sí Señor, te amo; y Él, “apacienta mis ovejas”. Yo, tal vez le habría dicho, ¿Yo, Señor? ¿Por qué yo? ¿Quién soy yo, o quién eres tú, para merecer cumplir con esta petición del Señor? Y ¿cómo cumplir con este cometido, si la familia del Señor es tan grande que escasamente conozco a unas cuantas personas?
Pues muy sencillo: esta fue, es y será siempre la amorosa voluntad de Dios, que nos ama tanto que aunque no lo veamos, siempre nos está apacentando, amando, cuidando y bendiciendo; y la forma de hacerlo es a través de Su Santo Espíritu, que nos mantiene unidos a Él, como un solo cuerpo, como una sola Iglesia, unidos y atados a Él en un mismo sentir y un mismo espíritu y cuerpo.
El mundo cristiano se prepara para celebrar la semana mayor, también conocida como Semana Santa, e independientemente de cómo concibamos esta celebración, que los cristianos no la concebimos ni celebramos como sí hacen los católicos, es una ocasión especial, un tiempo de reflexión, de arrepentimiento, de conversión, de profundo sentimiento y agradecimiento por la majestuosa Obra de Salvación de nuestro Señor Jesucristo. Por lo que, comenzando el Domingo con el tradicional Domingo de Ramos y hasta el Domingo de Resurrección, estamos todos invitados a que vivamos esta semana de una manera diferente, reflexionando en todos y cada uno de los eventos que sucedieron hace más de dos mil años en Jerusalén, reflexionando en su protagonista central, Jesús, en lo que hizo, por qué lo hizo, para quién lo hizo y cuáles han sido las consecuencias de ese acto que trascendió a la eternidad; cómo ha afectado a tu vida y a la de tu familia y qué crees tú que aún puedes hacer o te falta para que el sacrificio de Jesús no haya sido en vano.

Busco…


Cansado de todo, “busco alguien diferente…”, me dije.…..
“Busco a alguien que me comprenda,
alguien idealista. Con las misma ideas que yo..
Busco a alguien que sea mi complemento perfecto.
Busco a alguien,  esa mujer de ensueño
que pueda compartir, respirar, vivir…
Busco a alguien delicada, centrada, dedicada…
Romántica, cariñosa, detallista, educada…,
y que tenga unos ojos…Y que tenga ese pelo…
Que tenga esa silueta…una mujer completa…
mujer de película, de telenovela;
 con quien pueda disfrutar una vida perfecta.
…..
Y en mi forzada y alocada búsqueda,
vi a alguien, me acerqué a alguien,
choqué con alguien y por fin, me di cuenta
que la mujer que tanto buscaba, soñaba,
siempre había estado a mi lado.
Incondicional, me había soportado, amado;
aceptado con mis cualidades y defectos.
Todo lo que pensaba, lo que buscaba,
se resumía en ella. Lo único que me faltaba
era entenderme yo mismo y comprenderla.
Aceptarla y valorarla como lo hacia ella conmigo.
Ahora no sé si ya es tarde,
no sé si estoy a tiempo, solo Dios lo sabe.
…..
No quiero que pase esto contigo.
No hay mujer más bella, más perfecta, más idónea
que la que Dios te ha puesto en el camino.