“Todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4, LBLA).
EL 24 DE OCTUBRE DE 2014, las autoridades egipcias anunciaron que un equipo de arqueólogos submarinos descubrieron en el Golfo de Suez, los restos de un ejército egipcio de alrededor del siglo XIV a.C. En realidad buscaban barcos y objetos de otras épocas, cuando se encontraron con este hallazgo de más de cuatrocientos esqueletos y cientos de armas de guerra, así como de dos carros de combate. Se estimó que hay en el lugar más de cinco mil cuerpos.
Uno de los aspectos más interesantes de este descubrimiento es que no se ha hallado ningún rastro de barcos, lo cual da a entender que el ejército allí eliminado no iba a una batalla marítima. La posición de los cuerpos encontrados, así como el hecho de que una gran cantidad de ellos estaban atrapados entre arcilla y roca, da a entender que murieron a causa de una gran ola.
¿Qué te viene a la mente cuando oyes hablar de un gran ejército egipcio que perece de forma dramática en el mar? Sin duda parece la corroboración de Éxodo 14:28: “Al volver el agua a su cauce normal, cubrió los carros y la caballería, y todo el ejército que había entrado en el mar para perseguir a los israelitas. Ni un solo soldado del faraón quedó vivo”. Así lo interpretan los mismos arqueólogos.