Cada primer jueves de febrero desde el año 1953, un grupo de personalidades del mundo socioeconómico y político estadounidense se reúne y tiene un tiempo de diálogo y confraternidad, dejando a un lado las diferencias personales, ideológicas y religiosas. La asistencia del presidente de nuestra nación es la primera que un dirigente internacional en activo ocurre. A este encuentro se le conoce como “Desayuno Nacional de Oración”.
Curiosamente, este tipo de encuentros de diálogo comenzó en una época en la que los dos principales partidos estadounidenses, los demócratas y los republicanos, ni se hablaban, se llevaban como el perro y el gato entre ellos.
El diálogo siempre es necesario. Entonces, en 1953, todos iban a lo suyo pero hicieron un alto en el camino. Es importante pararnos y dialogar. En este desayuno al que aludimos, hay un momento de oración, se eleva una plegaria a Dios pidiendo ayuda para el futuro, y sabiduría para afrontar las situaciones que hay que resolver. Parece paradójico que en el país más avanzado tecnológicamente del mundo, o al menos uno de los más desarrollados en este aspecto, se acuda a buscar a Dios para pedir sus fuerzas y para saber vivir. Sí, la vida tiene sus retos, sus afanes, y muchos de ellos son nobles y honestos, pero es imprescindible buscar a Dios en medio de todos ellos, o estamos condenados al fracaso.
Curiosamente, este tipo de encuentros de diálogo comenzó en una época en la que los dos principales partidos estadounidenses, los demócratas y los republicanos, ni se hablaban, se llevaban como el perro y el gato entre ellos.
El diálogo siempre es necesario. Entonces, en 1953, todos iban a lo suyo pero hicieron un alto en el camino. Es importante pararnos y dialogar. En este desayuno al que aludimos, hay un momento de oración, se eleva una plegaria a Dios pidiendo ayuda para el futuro, y sabiduría para afrontar las situaciones que hay que resolver. Parece paradójico que en el país más avanzado tecnológicamente del mundo, o al menos uno de los más desarrollados en este aspecto, se acuda a buscar a Dios para pedir sus fuerzas y para saber vivir. Sí, la vida tiene sus retos, sus afanes, y muchos de ellos son nobles y honestos, pero es imprescindible buscar a Dios en medio de todos ellos, o estamos condenados al fracaso.