Si hablamos de hombres que recibieron grandes condecoraciones, no podemos dejar de mencionar a George Smith Patton, general del Ejército Estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.
Con 36 años asumió grandes retos, haciéndose conocer como un hombre que no se escondía cuando tenía que afrontar algún reto, lo que le hizo merecedor del sobrenombre de “General Sangre y Agallas”.
A lo largo de su carrera logró varias medallas y condecoraciones importantes como: “Medalla al Servicio Distinguido del Ejército”, “Estrella de Plata”, “Legión al Mérito” y “Estrella de Bronce” entre otras. Cada medalla conlleva una historia, pero la más interesante la tiene la “Medalla de Victoria”
En 1944, se tenía preparada una invasión a Europa que comenzaba en las costas de Normandía. Para ese fin, se debía concentrar en un lugar a muchos soldados para atacar al mismo tiempo. Era una tarea muy difícil ya que el ejército alemán prácticamente controlaba el cielo y las comunicaciones en toda el área.
Ante este reto, el general decidió que todo su ejército se movilizara solamente por la noche y también emitir falsas comunicaciones de radio en diversos puntos, para que las captase el enemigo. La movilización nocturna de soldados en terrenos desconocidos llevando armamento pesado, no era nada recomendable, pero la misión se logró con éxito.
Su estrategia funcionó tan bien que consiguió llevar a muchos de sus soldados al punto de encuentro y unirse al desembarco de Normandía. Esta hazaña fue imitada en varias ocasiones posteriores y siempre funcionó con buenos resultados.
Lo interesante fue que cuando el alto mando supo de esa exitosa maniobra, decidieron preparar una medalla por este logro, pero por alguna razón nunca se dio a conocer la existencia de dicho galardón. Un año después terminó la guerra, el general Patton regresó a su hogar, se presentó ante el presidente y vio por primera vez la condecoración que recibió con asombro. Se preparó en su honor todo un banquete y, ante el aplauso de muchos soldados, agregó durante su breve discurso, que su mayor victoria fue haber podido regresar a casa.
Lo interesante fue que cuando el alto mando supo de esa exitosa maniobra, decidieron preparar una medalla por este logro, pero por alguna razón nunca se dio a conocer la existencia de dicho galardón. Un año después terminó la guerra, el general Patton regresó a su hogar, se presentó ante el presidente y vio por primera vez la condecoración que recibió con asombro. Se preparó en su honor todo un banquete y, ante el aplauso de muchos soldados, agregó durante su breve discurso, que su mayor victoria fue haber podido regresar a casa.