“SI UN CREYENTE PECA CONTRA TI, HÁBLALE EN PRIVADO Y HAZLE VER SU FALTA…” (Mateo 18:15 NTV)
Tras explicar el mandamiento que dice “Honra a tu padre y a tu madre…” (Éxodo 20:12), un maestro de escuela dominical preguntó a la clase de niños de seis años ¿Hay algún mandamiento que nos enseñe cómo tratar a nuestros hermanos? Sin titubear, un niñito respondió “No matarás” (Éxodo 20:13). En serio, ¿Por qué Jesús insistió tanto en que nos reconciliáramos con nuestros hermanos en la fe, en lugar de dejar que las disputas sean como heridas infectadas? Tema que lo consideró tan importante que nos dio un plan de tres partes para tratar este asunto:
Segundo, toma contigo dos o tres testigos para que se confirme lo que se ha dicho.
Tercero, si esas dos acciones no consiguen la reconciliación en la relación, llévalo a los líderes de la iglesia.
Sin embargo, si lees esos versículos sin tener en cuenta también los siguientes, te perderás la esencia del mensaje de Jesús al respecto.
Él añadió: “Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:19-20). Cuando buscamos la reconciliación y vivimos unidos, ocurren dos cosas maravillosas:
a) Podemos orar con confianza y obtener las respuestas que necesitamos.
b) Experimentamos la presencia y la paz de Dios, algo imposible si hay asuntos pendientes.
b) Experimentamos la presencia y la paz de Dios, algo imposible si hay asuntos pendientes.
Así que si quieres caminar en la bendición de Dios, busca la reconciliación.