sábado, 24 de enero de 2015

¿Qué sgnifica dar la otra mejilla?

Cuando alguien nos lastima, por sentido común queremos defendernos y devolverle un golpe más fuerte. Pero, ¿qué quiso decir Jesús con dar la otra mejilla? ¿Nos estaba instando a convertirnos en víctimas pasivas del maltrato? ¿Deberíamos sufrir en silencio y negarnos a buscar algún tipo de defensa?
No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Mateo 5:39
En los tiempos antiguos y como a veces sucede hoy en día, al dar una bofetada a alguien no solo se podía buscar hacer daño físico, muchas veces lo que se pretendía era provocar una reacción para que la persona se viera confrontada. Se puede decir que Jesús se refería a que si una persona intentaba provocar a otra con palabras o acciones hirientes, el agredido no debía continuar el pleito, sino “quedarse callado”. Debía ser consecuente con su creencia en Dios de hacer Su voluntad. 
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Romanos 12:17-19
Las Escrituras ni autorizan ni aconsejan las venganzas personales, al contrario, la parte que nos corresponde hacer es que “mientras de nosotros dependa debemos estar en paz con todos”, la venganza no es nuestra, es de Dios, quien a su tiempo cobrará la cuenta.

La Palabra renovadora

… mi palabra que sale de  mi boca no volverá a mí vacía… Isaías 55:11
Cuando era niño, solíamos viajar en familia por una zona desértica de nuestro país. Nos encantaba ver a lo lejos las tormentas que, acompañadas de relámpagos y truenos, desencadenaban intensos chaparrones que bañaban la arena caliente. El agua fría refrescaba la tierra… y a nosotros.
Inline image 1El agua produce cambios maravillosos en las regiones áridas. Por ejemplo, algunos cactus están completamente inactivos durante la temporada seca. Sin embargo, después de las primeras lluvias, brotan y exhiben delicados pétalos rosados, dorados y blancos.
Asimismo, en Tierra Santa, después de una intensa lluvia, los terrenos secos parecen florecer de la noche a la mañana. Isaías utilizó la renovación que produce la lluvia, como analogía para ilustrar la obra de la Palabra de Dios: Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá, sino que riega la tierra, y la hacen germinar y producir, y dan semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55:10-11).
La Escritura tiene vitalidad espiritual. Por eso no vuelve vacía. Dondequiera que encuentra un corazón abierto, renueva, nutre y le da vida nueva.
La Biblia es al alma sedienta lo que el agua es a la tierra árida.

Hay algo que te quiero decir…. PERDÓN

No esperes hasta mañana para decir lo siento, no tardes demasiado porque puedes arrepentirte de no haberlo hecho antes. 
Somos humanos, y como tales imperfectos, pero que esto no sea excusa para que continuemos haciendo lo malo. Cada vez que lastimamos a alguien también lastimamos a Dios quien fue quien nos creó; o sea, lastimas su creación, obra maestra.
Lastimar al prójimo no es nada recomendable, en el sentido de que el tiempo que pase te hará creer que ya está todo olvidado y que no hace falta que te disculpes. Al contrario, mi querido hermano(a), el tiempo puede que no sea su mejor amigo cuando de reconocer un error se trata.

¿Qué debo hacer?

En primer lugar, reconoce que te equivocaste. Esa es la primera etapa, y tal vez te parecerá difícil reconocer que ofendiste, lastimaste, fastidiaste a una persona, pero cuando lo haces, tu manera de pensar cambia y el corazón reafirma lo que tu razón grita a voces.
Reconozca que se equivocó, ¡cuanto antes!, en estos momentos, no espere más, de lo contrario terminará ignorando su mala acción y se acostumbrará a vivir así.

El gozo de Dios

“Éste es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él.“
Salmos 118:24 (Nueva Versión Internacional).
En una ocasión me encontraba “cabizbajo”, desanimado, apático...En eso comencé a imaginar que dialogaba con el SEÑOR, quien me hizo saber que el problema estaba en mi interior. 
-Te he hecho libre para vivir, regocíjate que ya ha acabado tu búsqueda. Qué puede ser eso que ansías si ya lo tienes. Mira donde estás hoy y todo lo que has recibido. Me has visto en el sol y aún dudas. Vive cada día como una aventura y entrégame todos tus afanes. Te lo digo de nuevo, ¡no busques más, que ya estás donde perteneces. Déjate de nuevo caer en mis manos, que mis sueños son más grandes que los tuyos. Haré cosas grandes contigo, si así lo quieres. Recuerda mis favores cuando me has dejado actuar, ¿te he fallado? Te lo digo de nuevo, ¡confía en mí! ¿Por qué quieres saber cómo voy a hacer las cosas? Te basta con saber que no te fallaré. Hijo mío, ¿no recuerdas de dónde te he salvado? Quiero que disfrutes este tiempo, quiero que vuelvas a ver todo lo que hice para llamar tu atención. Dame gozo y mira todo lo que he creado para ti. Ya lo sabes, me gozo cuando te maravillas con mi creación.

Siervo De Abundancia - Crecimiento personal-espirtual

Tiempo atrás, atravesé una etapa de cansancio. Había ministrado varios días viviendo un hermosa actuación del Espíritu Santo en cada lugar donde me tocó ministrar, pero aun así, después de esta hermosa experiencia, me sentía tan agotado que me llevó a confrontar al Señor en oración de esta manera:
-“Oh Señor, nunca me he sentido tan cansado en toda mi vida como hoy. Es como si no pudiera continuar. Mi mente está tan agotada que no creo que pueda llegar a dar mi próximo mensaje. Tienes que venir y quitar esta pesada carga que has puesto en mi vida, en el ministerio, solo Tú puedes dar fuerzas a mi vida. Señor, por favor, ayúdame”.
El Espíritu Santo vendría y me ministraría, pero no de la manera en que yo deseaba lo iba a hacer; yo quería una muestra de cariño, aliento y comprensión. Y aunque todas estas cosas sucederían, serían diferentes a como yo esperaba que fueran.
Progresivamente, el Señor me guió a 2ª Corintios 9:6-11, diciéndome que todo lo que necesitaba figuraba en el pasaje de esta Escritura.
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón, así que vamos a darle, no con tristeza, ni por necesidad. Porque Dios ama al dador alegre.
“Y poderoso es Dios para hacer que toda gracia abunde en vosotros, que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra: (Como está escrito: El que tiene la dispersión, se ha dado a los pobres: su justicia permanece para siempre.
“El que da semilla al que siembra y pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia;). Ser enriquecidos en todo para toda bondad, que hace a través de nosotros acción de gracias a Dios.” (2 Corintios 9:6-11).
Leí y releí el pasaje, pero para mí, no lo encontré totalmente de aplicación . Finalmente, cerré mi Biblia y oré: “Señor, estoy confundido. No veo aquí nada que pueda ayudar o alentarme en mi vida”.
En el contexto de estos versículos, Pablo estaba hablando a la iglesia de Corinto de cómo debían preparar una ofrenda, que iba a ser destinada a los santos que sufrían una gran hambruna en la ciudad de Jerusalén. Les instaba a dar generosamente, pero no de mala manera sino como los macedonios, que habían ofrendado a pesar de su pobreza.
Entonces pregunté: ¿Señor, qué tiene que ver todo esto conmigo, si estoy en la necesidad del abatido, del agotado y aún debo ayudar a aquellos cuyos recursos se hallan en quiebra? ¿Qué es lo que quieres decir?
Y el Espíritu me habló con firmeza, pero a la vez amorosamente a mi hombre interior: esto tiene que ver con la forma en que servimos a Dios, no solo dar dinero o ayudar a los pobres, sino con servir a Dios con un espíritu generoso y alegre.
-“Te llamé al ministerio no para vivirlo en escasez y miseria. Todo lo que necesitas está a tu disposición. La fuerza, el reposo, la energía, la capacidad, el gozo y el ánimo. No hay razón para que tu trabajo sea con tristeza y sobrecarga. Tienes acceso a toda la fuerza y alegría".
Esta experiencia me enseñó por el Espíritu, algunas lecciones muy importantes que me gustaría compartir:
1. Cuando Dios nos llama a un trabajo específico, Él ya ha provisto todo lo que necesitamos para llevarlo a cabo con frescura y alegría.
“Y poderoso es Dios para hacer que toda gracia abunde en vosotros, que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
Piensa en lo que se está prometiendo aquí: Cuando estás cansado y no crees poder ir más lejos, Dios es capaz de revitalizar todo lo que necesitas, en todo momento, en cada posible situación.
Esta promesa incluye el poder para evitar que caigas. Muchos cristianos caen totalmente por miedo y pierden la meta. Tienen miedo de que de alguna forma, 
el diablo los atrape y solo caminan en un llanto continuo delante de Dios.
Pero piensa que no importa lo poderosa que pueda ser la tentación o cuánto desánimo provoque tu falta de resistencia, porque Dios dice esto acerca del poder que hay en su nombre: Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, Judas 21(RVR)
Es como si el Señor estuviese diciendo: “¡Escuchen, todos ustedes los que son pastores! ¡Escuchen, todos los que se congregan fielmente a mi casa y ministran en la oración, en la alabanza y en la intercesión! Quiero darles una profusión de fortaleza, esperanza, gozo, paz, descanso, bienes, quiero darles estímulo y sabiduría en abundancia. De hecho, quiero que tengan abundancia en todo lo que necesiten y en todo momento”
Dios nunca tuvo la intención de que fuéramos pobres espirituales, pobres en las cosas del Señor. Al contrario, el siervo abundante es el que goza de una revelación de todas las maravillosas disposiciones que Dios ha preparado para él, y camina con verdadera fe tras esta revelación.