Comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mateo 4:17
Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18
Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18
En nuestra época se habla mucho de cambios: climáticos, políticos, tecnológicos… Este tipo de cambios son ajenos a nuestra persona, y es fácil hablar de ellos sin que haya grandes consecuencias. Mas al contrario, Dios nos invita a tener un cambio interior. Este cambio se llama arrepentimiento y nos conduce a la vida eterna.
El arrepentimiento no es la penitencia, ni los remordimientos, como tampoco es una mejoría de nuestro comportamiento. Es un cambio radical que se opera en la raíz de lo que somos, y nos lleva a pensar y a actuar de forma completamente diferente. ¡Significa dar la espalda al pecado para volverse a Dios!