lunes, 22 de agosto de 2016

Bajo la piedra

Inline image 2Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 2 Corintios 4:6
Cuando era niña y vivía en China, retuve esta comparación de un predicador del Evangelio: "Si dejamos un trozo de madera en un lugar oscuro, todo tipo de insectos irán a esconderse debajo. Pero si lo dejamos a plena luz, los insectos huirán, pues les horroriza la luz. Así ocurre con nuestro corazón: Si Jesús, la Luz del mundo, no habita en él, nuestro corazón está en la oscuridad y esconde toda clase de malos pensamientos. Pero cuando lo recibimos a Él, y a la Luz que nos trae, todos nuestros malos pensamientos se van".

Obsesión con comparar

¿No me está permitido hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?”. Mateo 20:15
Uno de los profesores de la Universidad de Harvard ha descubierto una tendencia preocupante entre sus alumnos y colegas: la obsesión con comparar. Él escribe: "Más que nunca, los ejecutivos de negocios, los analistas de Wall Street, los abogados, los médicos y otros profesionales están obsesionados con comparar sus logros con los de los demás. Esto es perjudicial para las personas y para las empresas, cuando se define el éxito según parámetros externos en lugar de personales, en el sentido de que la satisfacción y el compromiso disminuyen".
Lo que no es nada nuevo. La Escritura nos advierte del peligro de compararnos con otros. Cuando lo hacemos, nos enorgullecemos y despreciamos a los demás (Lucas 18:9-14), o nos ponemos celosos y queremos ser como ellos o tener lo que tienen (Santiago 4:1). Entonces perdemos de vista el plan de Dios para nuestra vida. Jesús explicó que la obsesión con comparar surge de creer que Dios es injusto y que no tiene derecho a ser más generoso con otros que con nosotros (Mateo 20:1-16).
Pero por la gracia de Dios, podemos superar este mal hábito concentrándonos en lo que Él nos ha dado. Al dar gracias por las bendiciones de cada día cambiamos la perspectiva y empezamos a creer de verdad que Dios es bueno.
Señor, ayúdame a mirarte a ti y no a los demás.
Dios expresa su bondad a sus hijos como Él prefiere.

Libre de la necedad…

La necedad hace referencia a una persona “insensata”, “ignorante” y “sin entendimiento”. Es aquel, quien con el fin de llevar a cabo sus ideas o planes, no escucha consejos, ni mide las consecuencias negativas que puede acarrear su comportamiento.
En la práctica los necios se meten en muchos líos, y algunos incluso culpan a Dios de sus propios errores y de sus malas decisiones.
Bíblicamente hablando, el necio es aquel que piensa y actúa con necedad, que no tiene en cuenta al Creador para vivir en la comodidad y los placeres; pero también es aquel que voluntariamente desafía a Dios.

La rutina nos puede llevar a ser necios delante de Dios, pues es muy fácil levantarnos cada día, salir al trabajo, buscar el entretenimiento, y llevar una vida ignorando a Dios, para al final del día ir a la cama a descansar y al siguiente día repetir la rutina. Ignorar a Dios, sus bendiciones, su guía, su cuidado y protección es de necios.
¿Te identificas?, ¿has descuidado tu relación con Dios?. Si es así, reflexiona y cambia… pues nunca es tarde.
Con el paso del tiempo, las personas llegan a darse cuenta de que cometieron muchos errores que no debieron cometer, y que dejaron de hacer otras que sí debieron realizar, y que si hubieran escuchado consejos su vida hubiera sido más fácil de llevar.
La Biblia es el mejor libro de consejos que ha existido y que existirá sobre todos los asuntos de la vida, y por eso ignorarla nos hace ser necios.
Tomar la decisión de tener una vida con valores cristianos nos hace ser personas con propósitos mayores, con un estilo de vida sano, y nos prepara para la vida eterna al lado de nuestro Señor.
Al final del día, tome unos minutos para pensar sobre lo que hizo y lo que dejó de hacer en ese día, y pídale al Espíritu Santo que le revele las actitudes a cambiar y las decisiones que debe tomar, escúchelo y sígalo, pues así garantizará que va por el camino correcto.
Señor, reconozco que sido una persona necia e insensata. Que no he tenido en cuenta tu Palabra en todas las áreas de mi vida. Te pido me ayudes a tener la actitud correcta, a actuar correctamente y a buscar de ti para ser esa persona que quieres que yo sea. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
“La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor”. Proverbios 19:3 (NVI)


Eso que tú haces

… los hijos de Judá prevalecieron, porque se apoyaban en el Señor el Dios de sus padres . 2 Crónicas 13: 18.
Cuando el convoy estaba por partir, un joven soldado golpeó apresurado la ventanilla del vehículo de su jefe de pelotón. Irritado, el sargento bajó la ventanilla y gritó: ¡¿Qué pasa?!
- Tiene que hacer esa cosa, dijo el soldado.
-¿Qué cosa?, respondió el sargento.
- Usted sabe. Eso que usted hace, dijo el soldado.
Entonces, el sargento se dio cuenta. Siempre oraba por la seguridad del convoy, pero esta vez no lo había hecho. Obedientemente, bajó del Humvee y oró por sus soldados. Aquel joven soldado entendía la importancia de que su jefe orara.
En la antigua Judá, Abías no se destacó como un gran rey (1 Reyes 15:3), pero cuando su pueblo se preparaba para luchar contra Israel, que lo duplicaba en número, sabía que quedaba un remanente fiel en Judá (2 Crónicas 13:10-12), mientras que Israel adoraba a dioses paganos (versos 8-9). Entonces, clamó al Dios verdadero por ayuda.
A pesar de su mala reputación y de todo el daño que hizo, sabía a quién acudir en las crisis, y su ejército triunfó porque se apoyaban en el Señor el Dios de sus padres (verso 18). El Señor recibe con agrado a todos los que se acercan a Él y confían en su nombre.
Señor, sé que la oración no es un amuleto de buena suerte. Acudo a ti porque es lo mejor que puedo hacer. Pongo todas mis circunstancias en tus manos.
Dios nunca se alejará de aquellos que se acercan a Él con fe.