miércoles, 22 de febrero de 2017

Vida cristiana en 3D

La batalla espiritual no es una lucha de poder a poder entre el bien y el mal como lo presentan las películas. Si bien Satanás es un enemigo real, no batallamos con él directamente, sino que lo reprendemos, porque la Biblia dice que él ya fue derrotado en la cruz. Eso sí, nos induce al mal, pero la batalla espiritual se desarrolla en nuestra mente y los enemigos a vencer son nuestra carne y el mundo.
Resultado de imagen de Vida cristiana en 3DTodas las costumbres, manías y mañas que adquirimos como forma de vida, pero que en nuestra vida en Cristo no forman parte de ella, son las que afectan a nuestro crecimiento espiritual. Veamos ahora como obtener la victoria en este campo.
Primero DETECTARLO. (Gálatas 5;16Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”.
Reconocer el problema. Todo lo que Dios dice en su Palabra acerca de ese problema o área que debemos cambiar. Ejemplo, lea: Levítico 19:16
Debo comprobar si lo que hago es respaldado por la verdad de Dios. Muchos hábitos y costumbres pecaminosas están tan arraigados en nuestra vida que pensamos que son normales, o que ya nosotros somos así y no hay otra opción. Esposas o esposos que dicen “así me conoció, pues que me aguante”, “o personas que dicen “el que me quiera que me acepte así”, haciendo referencia a que los demás estamos obligados a soportar su mal comportamiento. Sí es cierto que Jesús nos acepta tal como somos, pero su interés es que no sigamos igual.

El perdón libera y restaura

¿Cuál es la voluntad de Dios? El mejor ejemplo lo tenemos en la cruz. Jesús, siendo inocente, vino a morir de manera cruel con el fin de pagar por nuestros pecados. ¿Por qué? ¿Por qué el hijo de Dios tuvo que descender de su trono celestial y morir cruelmente colgado de un madero? ¿No era mejor decir simplemente “los perdono”, y hubiera sido suficiente? Bastaría un solo decreto oficial del cielo y Él se hubiera evitado el sufrimiento. Pero la realidad es que todo pecado deja establecida una deuda que no se puede cancelar con palabras. Años atrás, alguien me contó esta anécdota:
«Un día alguien te invita a su casa a cenar. No es un lugar cualquiera, ya que has sido invitado a cenar en la casa de la familia más rica de tu ciudad. Entras por la puerta del comedor y ves una mesa asombrosamente servida con platos lujosos para ti y todos los dignatarios, que han sido invitados para compartir juntos una noche inolvidable.
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El dueño de la casa te explica que todo lo que se va a usar para comer, como platos, utensilios, copas, etc., forman parte de una colección que ha sido para el uso privado de la casa por generaciones. Realmente no tienen precio. 
Comienzan a servir la comida y, claro, lo peor que te puedes imaginar sucede. Uno de los platos se te escapa de la mano y cae al suelo rompiéndose en mil pedazos. Tu cara lo dice todo, quieres salir corriendo y saltar por la ventana; anhelas que la tierra se abra y te trague en ese momento. Pero tienes que enfrentar las consecuencias. No se puede reemplazar el plato y tampoco tienes cómo pagarlo. Solo te queda rendirte a la misericordia de los dueños y pedir perdón. El perdón es dado inmediatamente y eres liberado de toda consecuencia. No tienes que pagar por el daño hecho y nadie te hace sentir mal por ese grave error.
Pero hay que recordar que el plato sigue roto, y la colección ya no es la misma al faltarle una de las piezas importantes. Ha quedado una deuda que alguien tiene que asumir; resta todavía el dolor de haber perdido algo muy valioso. Los dueños de la casa te dieron la libertad, asumiendo ellos las consecuencias de ese plato roto, pero cada vez que sirvan la mesa, habrá un espacio vacío de aquella pieza que jamás se pudo reemplazar».

¿Se trata de volverse más religioso?

(Jesús dijo:) No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Mateo 9:13
No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21
Alejandro estaba charlando con su vecino. Éste se quejaba de sus serios problemas de salud y tenía miedo de la grave operación que le harían próximamente.
Después de unas palabras de ánimo, Alejandro le habló del Señor Jesús, el único y fiel sostén de los que sufren, de quienes se sienten solos. Le contó su experiencia personal sobre los consuelos de Jesús cuando perdió a su esposa.
–Me gustaría mucho tener su fe, pero usted sabe, no soy religioso, interrumpió el vecino.
Alejandro le explicó que él no le estaba hablando de religión, sino de una persona que lo amaba tanto, al extremo que había dado su vida por él. Jesús no vino a la tierra para dirigirse a personas religiosas, a menudo muy contentas consigo mismas y con sus ritos. No trató de hacer que las personas religiosas se volviesen más religiosas, sino que se dirigió a todos los que tenían sed de otra vida y que sentían el peso de sus pecados.
Alejandro invitó a su vecino a tomar un café y le mostró, a través de los evangelios, el amor que Jesús manifestó a los que sufrían. Le explicó que le era necesario recibir el mensaje divino como si fuese un niño.

El faro

A ordenar que a los afligidos de Sión se les dé esplendor en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado. Serán llamados “Árboles de justicia”, “Plantío de Jehová”, para gloria suya. Isaías 61:3
La existencia de un único centro misionero evangélico en Ruanda, llamado «Faro», representa la redención allí. Está ubicado en un terreno donde el presidente del país tenía una casa espléndida durante el genocidio de 1994. Sin embargo, resulta paradójico que esta estructura fue construida por cristianos, para ser un faro de luz y esperanza. Alberga un instituto bíblico, donde se prepara a una nueva generación de líderes cristianos, un hotel, un restaurante y otros servicios para la comunidad. De las cenizas, ha surgido vida nueva. Los que construyeron el Faro se inspiran en Jesús como su fuente de esperanza y redención.
Cuando Jesús fue a la sinagoga de Nazaret en el día de reposo, leyó del libro de Isaías y anunció que Él era el Ungido que proclamaba el favor del Señor (ver Lucas 4:16-21); el que había venido a sanar a los quebrantados y ofrecer redención y perdón. Jesús es la belleza que surge de las cenizas (Isaías 61:3).
Al descubrir las atrocidades que se cometieron durante el genocidio en Ruanda que se cobró más de medio millón de vidas, no sabemos qué decir, pero sí sabemos que el Señor puede redimir las atrocidades… aquí o en el cielo. Aquel que concede óleo de gozo en lugar de luto, da esperanza en medio de las situaciones más sombrías.

Señor, muestra tu misericordia a los que sufren.
Jesús vino a traernos esperanza en medio de las circunstancias más oscuras.