viernes, 16 de junio de 2017

¿Qué dura para siempre?

Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán. Salmo 102:27
Mi amiga, que había tenido muchas dificultades, escribió: «En los últimos semestres de la vida estudiantil, muchas cosas han cambiado… es aterrador. Nada permanece para siempre».
Inline image 1Por cierto, mucho puede suceder en solo dos años: un cambio de carrera, nuevas amistades, enfermedades, muertes... Para bien o para mal, ¡una experiencia transformadora puede estar a punto de lanzarse en tu camino! Entonces, qué gran consuelo es saber que nuestro amoroso Padre celestial no cambia.
El salmista declara: «Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán» (Salmo 102:27). La repercusión de esta verdad es inmensa: Dios es amoroso, justo y sabio para siempre. Como afirma Arthur W. Pink: «Cualquiera que fueran los atributos de Dios antes de crear el universo con su Palabra, son exactamente los mismos ahora, y permanecerán inmutables para siempre».
En el Nuevo Testamento, Santiago escribe: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (1:17). En nuestro mundo cambiante, podemos saber que nuestro buen Dios siempre será coherente con su carácter.
Quizá parezca que nada dura para siempre, pero Dios sigue siendo bueno con su pueblo.
Señor, gracias porque eres el único que nunca cambia, y eres bueno con nosotros.
Aquel que sustenta el universo no te dejará.

¿Quiénes son los dos testigos de Apocalipsis 11?

Apocalipsis 11:1,14

Y te daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos y sesenta días, vestidos de cilicio (Versículo 3).
Estos dos testigos son los profetas de Dios, llenos del espíritu santo (Efesios 5:18), que serán enviados en la gran tribulación para proclamar el mensaje del arrepentimiento a los moradores de la tierra. Ellos vendrán a alertar a los pueblos sobre los juicios que se aproximan a causa del pecado.
10482127_817890318244806_5715523017059911869_nHa habido muchos debates sobre la identidad de los dos testigos. Muchos dicen que creen que estos dos testigos serán 2 de estos 3 hombres: Moisés, Elías y Enoc.
Primeramente, Elías no murió, fue llevado al cielo en un torbellino y un carro de fuego (ver 2 Reyes 2:9-11). Del mismo modo, Enoc fue llevado al cielo sin experimentar la muerte (ver Génesis 5:24 y Hebreos 11:05). Él también profetizó la venida del día del juicio de Dios y el regreso de Cristo con su Iglesia (ver Judas 14, 15). Elías y Enoc no tuvieron una muerte natural, sino que fueron arrebatados por Dios. Por esta razón muchos creen que los dos testigos sean Elías y Enoc.
Parece que Elías es un candidato seguro. Por otra parte, puede que Moisés será el otro testigo porque se apareció con Elías en el Monte de la Transfiguración (Mateo 17:1-8). Ésta podría representar un anticipo de la gloria que ha de venir en el día del Señor Jesucristo. También hay que tener en cuenta que el cuerpo de Moisés fue preservado por Dios. Judas 9. 
Estos testigos, vestidos de cilicio, proclamadores del mensaje del juicio, serán odiados. Terroristas de los Últimos Días intentarán destruirlos. Sin embargo, Dios lo prohíbe y ofrece protección soberana.

Las 7 Pruebas de Job: Una pérdida inesperada

“Lo que más temía, me sobrevino; lo que más me asustaba, me sucedió”
(Job 3:25 NVI)
Mi familia entera casi desaparece en este accidente, era la expresión agobiante de un alma golpeada por la desgracia. Sus padres, su tía y su abuela, se habían estrellado en la carretera; su abuela, mujer virtuosa y llena de alegría, se despidió de él la noche anterior con su sonrisa cargada de luz; es el recuerdo que se esfuerza por conservar, su dulce figura diciendo adiós en la distancia.
Solemos creer que tenemos todo seguro en la vida, que somos lo suficientemente buenos como para no sufrir, pero hasta el hombre más recto e intachable tiene que ser probado para poder evolucionar como persona. Dios da abuelos, padres, hermanos, hijos, nietos, amigos etc, no para que formen parte de un árbol genealógico, sino para hacer de ti alguien dispuesto a servir y dar lo mejor de sí por el bienestar del otro.
Temí que el día en que “mami Chelita” partiera, no pudiera ser de bendición para mi esposo; las veces que habíamos conversado acerca de ese asunto, su enfado salía a relucir, negándose a sí mismo la condición humana de nacer para morir en Cristo a la que todos estamos destinados. Es en ese preciso instante en el que recibes la trágica noticia, en la que el tiempo parece ir en cámara lenta, en un ambiente hostil en donde la bruma amenaza con dominarnos y cubrir el poco entendimiento que nos queda, en una inmensa tristeza e impotencia, cuando tomamos decisiones; caemos, o nos levantamos y avanzamos, para finalmente dar un parte de victoria.
Podemos culpar a Dios, gritar de desesperación, apretarnos el pecho para poder contener el dolor que agita nuestra existencia, al saber que lo que más amamos y que nos fue concedido por la gracia y amor del Todopoderoso puede que ya no esté… Si aún tienes la oportunidad de disfrutar de los tuyos, es hora de entender que la paz, el sosiego y el reposo en el hogar se hallan cuando estás dispuesto a soltar tu orgullo y egoísmo, dejando de pensar en ti, para hacer felices a quienes te rodean.
Los tiempos de agitación son constantes cuando de manera egoísta quieres cumplir tus metas y ser la persona que quieres ser, sin darle cabida a la mano del Señor en tu carácter y forma de ver la vida; pero cuando te rindes y abandonas esa actitud, logras que el poder sobrenatural de Dios haga en medio de la más dura tragedia, que las relaciones perdidas renazcan de las cenizas como el ave Fénix, y sean restauradas y restablecidas en el orden divino para el cual fueron creadas.