“Aun cuando se
lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones: desean
solamente lo que les dará placer.” (Santiago 4:2,3)
Cuando oramos a Dios, la mayoría de las veces lo
hacemos porque deseamos que algo ocurra. Esa motivación, que nace en lo íntimo de
nuestro ser, es la única razón por la cual millares de hombres y mujeres se
acercan al Señor. Quieren que se produzca físicamente un cambio; cambio que les
puede llevar a ver posible aquello que
humanamente resulta imposible.
Ahora bien, ¿por qué hay algunas oraciones que no
reciben respuesta? Para despejar esta interrogante, es esencial tener en cuenta que cuando oramos
y obramos en fe, honramos a Dios. Si deseamos ver milagros, es necesario
que haya fe en nuestro ser; creer, romper toda lógica humana, ver posible lo
que el mundo considera imposible. De hecho, "sin fe es
imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él
existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.” (Hebreos
11:6)
Si
procuramos, si queremos que algo ocurra,
debemos estar afincados en la fe, en la convicción de que para nuestro amado
Creador no hay límites.
No obstante, hay quienes todavía no tienen claro que la oración puede
desencadenar cambios. El afamado conferenciante John Maxwell dice: “Creo
que las personas no dedican mucho tiempo a la oración porque tienen una falsa
actitud en cuanto a ella. Algunos piensan que ésta es algo que solo hacen las
abuelas, o piensan en las sencillas oraciones que decían en su infancia, tales
como: "Dios es grande. Dios es bueno. Demos gracias por nuestros
alimentos. Amén", o "Ahora me acuesto a dormir…"
Por otra parte, a pesar de que ciertas personas tienen auténtico deseo de
orar y han tratado de desarrollar una vida de oración, a veces tienen una idea
equivocada en cuanto a ella. Piensan que para hacerlo tienen que aislarse por
completo, arrodillarse, cerrar los ojos, juntar sus manos, etc. Toman consigo
una lista de cosas por las cuales orar y la revisan metódicamente. Nada de esto
es malo ni indebido, pero esa clase de oración mecánica puede llegar a ser muy
tediosa, y a Dios tampoco le agrada así. Dios quiere la oración que sale del
corazón.