Buscamos la explicación a lo que nos pasa, intentamos saber la causa o motivo de estar así, pensamos que tal vez algo hicimos mal y muchas otras veces pensamos que no merecemos lo que nos está pasado. Pero si de algo podemos estar seguros es de que, sea cual sea el motivo de lo que hoy estamos viviendo, la respuesta es tan simple como que a cualquiera puede sucederle.
A veces no hay razones de peso que expliquen el por qué suceden las cosas; a veces ni siquiera es por causa de Dios y mucho menos porque Él así lo ha querido. Es que somos humanos y todos estamos expuestos a pasar por momentos difíciles; el ser de una u otra religión no te hace inmune a lo malo, ir todos los fines de semana a la iglesia no evita que algo pueda suceder, pero la relación real con Dios hace que, a pesar de las dificultades, tengas la fuerza para salir adelante en cualquier situación que se te presente.
Es normal sentirse desmotivado o triste ante los problemas; obviamente, nadie se alegra de que algo malo le suceda, a nadie le da gusto pasar por momentos de angustia o de necesidad, perder las ganas de luchar es tan fácil..., es lo primero que hacemos todos cuando vemos que nos abatimos, pero mantener el ánimo es mostrar que eres fuerte, que confías y que sabes que de todo, absolutamente de todo lo que puedas estar pasando, Dios tiene algo grande que mostrarte, y una victoria que darte.
Tal vez hoy piensas que te está pasando todo lo malo que podía pasarte, y no le ves el fin a los problemas porque vienen uno tras otro, pero es cuestión de que confíes y mantengas la fuerza, que no pierdas el ánimo, que aprendas a creer en Dios y que por muy difícil que parezca la situación todo está bajo control.