martes, 4 de octubre de 2016

Los pies en la tierra y la mirada en el cielo

“Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.” Juan 3:27 RVR1960
mirando al cieloMuchas son las cosas que recibimos del Señor, y muchos los privilegios que obtenemos cuando servimos y honramos su nombre, pero es triste ver cómo algunas personas tienen un cambio repentino en su actitud por mor de estas bendiciones. Está bien que cuando tienes una responsabilidad debes cambiar ciertas cosas para desempeñar bien tu cargo, pero eso no quiere decir que debas cambiar en la forma que has sido siempre a causa de estas cosas, más concretamente creyendo que eres superior o más importante que los demás por lo que Dios te ha encomendado hacer.
“Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.” Marcos 10:43-44 RVR1960
Dios no nos llamó para competir a fin de saber quién es mejor servidor que otro o quién cree ser mejor que los demás. Él lo que quiere es que le sirvamos con un corazón humilde, no creyéndonos más que nuestros hermanos o los demás, simplemente porque hacemos o somos parte de un ministerio importante en la iglesia. Pidamos cada día a nuestro padre que examine nuestro corazón y saque de nosotros ese orgullo vano, que cambie nuestra altivez en humildad para que entendamos de una vez, que la misma sangre que pagó Cristo por mí la pagó por los demás, sin importar la importancia de su cargo en la iglesia, en la sociedad, etc.

Palabras que importan

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida. 1 Juan 1;1
En mis inicios como editor elegía el versículo para la portada del libro que escribía. Luego, comencé a preguntarme si eso tenía importancia.
Inline image 1Poco después, una lectora me escribió diciendo que había orado por su hijo durante más de 20 años, pero que él no tenía ningún interés en Jesús. Un día fui a verla, y el hijo leyó el versículo de la portada del libro. El Espíritu usó esas palabras para convencerlo de pecado, y aceptó a Jesús como Salvador en ese momento.
No recuerdo el versículo ni el nombre de la mujer, sin embargo, nunca olvidaré la claridad del mensaje de Dios para mí ese día. Casi un año antes, Él había escogido un texto bíblico para responder a las oraciones de una madre. Desde el más allá, aplicó la maravilla de su presencia a mi trabajo y a sus palabras.
Juan llamó a Jesús el "Verbo de vida" (1 Juan 1:1). Quería que todos supieran lo que eso significaba. Os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó, escribió de Jesús (verso 2). Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros (verso 3).
No hay nada mágico en poner palabras en un papel. Pero sí hay poder en las palabras de la Escritura, palabras que transforman la vida, porque ellas nos señalan al Verbo de vida: Jesús.
Señor, háblame hoy por tu Palabra.
Las palabras que nos señalan a Cristo son siempre palabras que importan.

¡Tres razones para mirar hacia el futuro!

¡He aquí las tres razones para estar seguro y agradecido ahora y siempre!

1) ¡Tengo la Palabra de Dios! 
La alarma suena, pero mis ojos se niegan a abrirse. Es lunes por la mañana y pienso en cómo será esta semana. Se me aprieta un poco el estomago cuando pienso en los días que vienen.
¡Tres razones para mirar hacia el futuro!Entonces recuerdo algo que antes muchas veces he recordado y abro los ojos. A un costado está mi Biblia. Mi seguridad para el día y la semana que se aproxima. Mi seguridad para todas las semanas durante el resto de mi vida. Si creo y tengo fe en otra vida según estas palabras, entonces recibo fe y poder en mi interior, poder para vencer todo lo que me hace sentir tunante y me hace infeliz. Cada uno y todos los días. Todo lo que necesito de ayuda y consuelo y todo lo que necesito para ser perfecto, lo encuentro en este libro.
Pienso en Jesús, quien vivió como dicen esas palabras cuando fue un hombre como yo. Hacer la voluntad de Dios era para Él como la comida diaria. Tengo que usar la oportunidad que tengo hoy para seguir tras sus pisadas. Leo algunas líneas en la Biblia y recibo el coraje para empezar el día, con una fuerte convicción acerca de la voluntad de Dios para mí.

2) ¡Tengo un hermano!
 La jornada de trabajo termina. Puedo sentir el cansancio, casi tengo que morderme la lengua para que la irritación e impaciencia no salgan de mi boca.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, dice Jesús. (Mateo 11, 28) ¿Puedo simplemente orar a Dios durante el camino de regreso a casa? Sí, porque Él mismo dice que se compadece de mí y de mis debilidades. Él mismo ha estado en la misma situación cuando vivió aquí en la tierra.
Puedo seguir tras sus pisadas, del que cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba. Y Él quiere ser mi hermano y ayudarme cada día, para que nunca ceda ante la maldad.

A tiro de piedra

Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo:
- El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. (Juan 8:7)
Resultado de imagen de las piedras contra la mujer adúlteraCuando un grupo de líderes religiosos llevó a una mujer adúltera a Jesús, no sabían que estaban colocándola a tiro de piedra de la gracia. Esperaban desacreditar al Señor, de forma que si Él les decía que la dejaran ir, podrían aducir que estaba quebrantando la ley mosaica; pero si la condenaba a morir, las multitudes que lo seguían no habrían considerado sus palabras como gracia y misericordia.
Sin embargo, Jesús les devolvió la pelota a los acusadores. La Biblia dice que en vez de responderles directamente, comenzó a escribir en el suelo. Cuando los líderes siguieron preguntándole, invitó a cualquiera de ellos que nunca hubiera pecado a lanzar la primera piedra. Después, siguió escribiendo en el suelo. Cuando volvió a levantar la vista, se habían ido todos.
La única persona que podría haber arrojado una piedra, el único sin pecado, Él, miró a la mujer con misericordia y le dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más". Juan 8;11
Bien sea que hoy necesites el perdón de Dios por el juicio de otros, o que desees tener la seguridad de que ningún pecado es inalcanzable a su gracia, que esto te aliente: Nadie te lanzará piedras hoy; ve y deja que la misericordia de Dios te cambie.
Padre, límpiame de mi naturaleza condenatoria y líbrame de las ataduras del pecado. Ayúdame a vivir una vida transformada por tu misericordia.

Adoramos a un Salvador que ansía perdonarnos.