Seguramente conoces a más de alguna persona, o tienes algún amigo o familiar que es tremendamente organizado, que todo lo lleva registrado y no hay detalle que se le escape. Mantiene en todo momento el control de las circunstancias y no olvida ningún detalle; es como si en su cabeza estuviera todo ordenado con una lógica envidiable.
De esa “especie” hay muchísimos ejemplares, pero hay uno que podría ser el jefe de todos. ¡Exactamente!, ése es Dios. Él es el “organizador” por excelencia. Basta con leer los evangelios y darse cuenta de que realmente no se le escapó nada en Su diseño divino. Desde antes del nacimiento de Jesús, Él ya tenía TODO planificado, todo coordinado, todo organizado, y el nacimiento de Jesús fue parte de Su plan, un hito dentro de la historia que escribía para ti y para mí.
Por el contrario, en ocasiones parece que todo está desordenado y confuso. Hacia todas las direcciones a las que mires solo encontrarás dificultades y contratiempos; es como si no vieras salida. Pero también está la otra parte, cuando se sale de allí y todo cobra mayor sentido. Con el paso del tiempo, miras hacia atrás y logras ordenar los puntos desconectados entre sí, dándoles mayor sentido y dándote cuenta que realmente a Dios no se le escapa detalle, que todo lo hace perfecto para nosotros.