miércoles, 15 de marzo de 2017

No se le escapa nada

Seguramente conoces a más de alguna persona, o tienes algún amigo o familiar que es tremendamente organizado, que todo lo lleva registrado y no hay detalle que se le escape. Mantiene en todo momento el control de las circunstancias y no olvida ningún detalle; es como si en su cabeza estuviera todo ordenado con una lógica envidiable.
Resultado de imagen de A Dios no se le escapa nadaDe esa “especie” hay muchísimos ejemplares, pero hay uno que podría ser el jefe de todos. ¡Exactamente!, ése es Dios. Él es el “organizador” por excelencia. Basta con leer los evangelios y darse cuenta de que realmente no se le escapó nada en Su diseño divino. Desde antes del nacimiento de Jesús, Él ya tenía TODO planificado, todo coordinado, todo organizado, y el nacimiento de Jesús fue parte de Su plan, un hito dentro de la historia que escribía para ti y para mí.
Por el contrario, en ocasiones parece que todo está desordenado y confuso. Hacia todas las direcciones a las que mires solo encontrarás dificultades y contratiempos; es como si no vieras salida. Pero también está la otra parte, cuando se sale de allí y todo cobra mayor sentido. Con el paso del tiempo, miras hacia atrás y logras ordenar los puntos desconectados entre sí, dándoles mayor sentido y dándote cuenta que realmente a Dios no se le escapa detalle, que todo lo hace perfecto para nosotros.

¡Mayday! - ¡SOS!

En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes. Salmo 86:7
La señal internacional de socorro, Mayday, siempre se repite tres veces seguidas para que se entienda claramente que la situación, crítica,  implica riesgo de vidas. Frederick Stanley Mockford, oficial jefe de radiofonía del ya inactivo Aeropuerto Croydon en Londres, creó esta palabra en 1923. Según el Museo Nacional Marítimo, Mayday surge de la palabra francesa m’aidez (en español, se pronuncia medé), que significa «ayúdenme».
Durante toda su vida, el rey David enfrentó situaciones amenazadoras que parecían no tener salida. Sin embargo, en el Salmo 86, leemos que, en sus horas más oscuras, él confiaba en su Señor: «Escucha, oh Señor, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos. En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes» (versos 6-7).
David también veía más allá del peligro inmediato, y le pedía a Dios que guiara sus pasos: «Enséñame, oh Señor, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre» (verso 11). Cuando pasara la crisis, quería seguir caminando con Dios.
Nuestras circunstancias más difíciles pueden convertirse en umbrales para una relación más profunda con el Señor. Esto empieza cuando clamamos a Él para que nos ayude en nuestras angustias y nos guíe en su camino cada día.

Señor, ayúdame a seguir caminando contigo después de superar las crisis.
Dios oye nuestro clamor por ayuda y nos guía en su camino.

La parábola del sembrador

Klearchos KapoutsisLa parábola del sembrador se encuentra en Mateo, Marcos y Lucas.
Mateo 13: 3-9, 18-23
Marcos 4: 3-9, 13-20
Lucas 8: 4-8, 11-15


Jesús usó la parábola del sembrador para explicar las diferentes formas en como una persona recibe el mensaje de la palabra de Dios. En el momento en que la dio, Él estaba dirigiéndose a un grupo que se había reunido en la playa para escucharle hablar. Después, retirado en una casa, Jesús ofreció una explicación sobre cada punto de esta parábola a sus discípulos.

Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno. (Lucas 8:5-8, NVI)

¿Por qué nos permite Dios pasar por pruebas y tribulaciones?

Resultado de imagen de ¿Por qué nos permite Dios pasar por pruebas y tribulaciones?Una de las partes más difíciles de entender en la vida cristiana es el hecho de que ser un discípulo de Cristo no nos hace inmune a las pruebas y las tribulaciones de la vida. ¿Por qué un Dios bueno y amoroso nos permitiría pasar por cosas como la muerte de un niño, enfermedades y daños a nosotros mismos y nuestros seres queridos?, ¿dificultades financieras, preocupación y temor? Podíamos pensar que seguramente, si nos amara, quitaría todas estas cosas de nosotros. Después de todo, ¿no significa el amarnos que Dios quiere que nuestras vidas sean fáciles y cómodas? No, no es así. La Biblia enseña claramente que Dios ama a aquellos que son Sus hijos, y “todas las cosas les ayudan a bien.” (Romanos 8:28). Esto significa, entonces, que las pruebas y tribulaciones que Él permite en nuestras vidas son parte de las cosas que nos ayudan a bien. Por lo tanto, para el creyente, todas las pruebas y tribulaciones tienen un propósito divino.
Como en todas las cosas, el propósito sobresaliente de Dios es que seamos transformados más y más a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29). Esta es la meta del cristiano, y todo en la vida, incluyendo las pruebas y tribulaciones, está diseñado para permitirnos alcanzar esa meta. Es parte del proceso de la santificación el ser apartados para los propósitos de Dios y equipados para vivir para Su gloria. Se explica la manera en que las pruebas logran esto en 1 Pedro 1:6-7: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” La fe del verdadero creyente se reforzará mediante las pruebas que experimentamos, para que podamos descansar en el conocimiento de que es real y va a durar para siempre.

Las pruebas desarrollan el carácter piadoso, y eso nos permite “…gloriarnos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:3-5). Jesucristo fue el ejemplo perfecto. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8). Estos versículos revelan aspectos de Su propósito, divino, tanto por las pruebas y tribulaciones de Jesucristo como por las nuestras. El perseverar comprueba nuestra fe. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).

Sin embargo, debemos procurar NO excusarnos nunca por nuestras “pruebas y tribulaciones”, si son el resultado de nuestra propia maldad. "Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno." (1 Pedro 4:15). Dios perdonará nuestros pecados, y los de ellos, porque el castigo eterno ha sido pagado por el sacrificio de Cristo en la Cruz. Sin embargo, todavía tenemos que sufrir en esta vida las consecuencias naturales de nuestros pecados y malas decisiones. Pero Dios usa incluso los sufrimientos para moldear y formarnos para Sus propósitos y nuestro último bien.