jueves, 6 de abril de 2017

Un corazón compasivo

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Colosenses 3;12
Siete amigos asistimos a un espectáculo en un concurrido parque. Como queríamos sentarnos juntos, intentamos ubicarnos en una misma fila. Pero, mientras lo hacíamos, una mujer se apresuró a sentarse entre nosotros y masculló unas palabras descorteses, mientras ella y sus dos acompañantes se metían en el medio.
Cuando tres de nosotros nos sentamos más atrás, mi esposa, Sue, notó que la mujer estaba con un adulto con discapacidades. Había tratado de mantener su grupo unido para cuidar a su amigo. De repente, nuestra irritación desapareció. Sue dijo: «Imagina lo difícil que debe ser para ella estar en un lugar tan abarrotado». Sí, puede que la mujer respondiera de forma descortés, pero nosotros pudimos responder con compasión.
Dondequiera que vayamos, encontraremos personas que necesitan compasión. Tal vez estas palabras del apóstol Pablo nos ayuden a ver a los demás como personas que necesitan un toque de gracia. «Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia» (Colosenses 3:12). Además, nos insta a soportarnos y perdonarnos unos a otros (verso 13).
Cuando mostramos compasión, lo hacemos como Aquel que derramó su corazón de gracia y misericordia sobre nosotros.

Tu compasión nunca falla, Padre. Que podamos reflejar tu corazón.
Compasión es entender los problemas de los demás.

En tu voluntad

Nuestra confianza en Dios jamás debemos perderla; ella acompañada de paciencia, nos llevará a la promesa por medio de la fe.
en tu voluntadUna de las cosas que más le agrada a Dios es que demostremos nuestra confianza en Él, que creamos que es Todopoderoso, que para Él no hay nada imposible; pero es difícil confiar en medio de la dificultad, en medio del dolor, del desánimo, de la pérdida de un ser querido, en medio de una decepción amorosa... Porque queremos ver pronto las respuestas de Dios, pero somos tardos para oír y obedecer; está bien ¨Todo es posible si puedes creer¨ (Marcos 9:23), pero hay algo muy importante a tener en cuenta, y es la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios no consiste solo en escucharla y esperarla, sino también en cumplirla. Y es ahí donde a diario fallamos, porque muchas veces el Señor nos muestra el camino, lo que debemos hacer, pero aun así hacemos nuestra voluntad. Ambas son totalmente diferentes y por ende, obtendremos resultados diferentes, sea para bien o para mal.
Es ahí precisamente donde nos debemos detener y analizar si somos justos, pues las promesas de su palabra son para estos, los justos, Vemos entonces que el justo es aquel que vive por fe nada más, no por apariencias ni por el que dirán, el justo es aquel que sabe hacer una oración eficaz; la palabra dice ¨la oración del justo puede mucho¨ (Santiago 5:16) RVR1960.  La oración eficaz es aquella que a pesar de lo que pidas, eres capaz de someterte a la voluntad de Dios y a lo que Él mande.
 ¨No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.¨
Hebreos 10: 35-39. RVR 1960.

La humildad da la victoria

«Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad». Mateo 5: 5
Resultado de imagen de La humildad da la victoriaLa mansedumbre de Cristo palía las dificultades que hemos de soportar. Si poseemos la humildad y tranquilidad de nuestro Maestro, nos elevaremos por encima de los desprecios, los rechazos y los desdenes a los que estamos diariamente expuestos; y estas pruebas no deprimirán nuestro ánimo. La mayor evidencia de la nobleza que un cristiano puede exhibir es el dominio propio. Quien bajo un ultraje o la crueldad no mantiene un espíritu confiado y sereno, despoja a Dios de su derecho a revelar en él su propia perfección de carácter. La humildad es la fuerza que da la victoria a los discípulos de Cristo; es la demostración de su relación con el cielo.
«Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde» (Salmo 138:6). Dios mira con ternura a los que revelan el espíritu manso y humilde de Cristo. El mundo puede mirarlos con desprecio, pero son de gran valor ante los ojos de Dios. No solo los sabios, los grandes y los benefactores podrán entrar en los atrios celestiales; no solo el obrero activo, lleno de celo y actividad incesante. No; el pobre de espíritu que anhela la presencia permanente de Cristo, el humilde de corazón, cuya más alta ambición es hacer la voluntad de Dios, estos también obtendrán su entrada. Se hallarán entre aquellos que habrán lavado sus ropas y las habrán blanqueado en la sangre del Cordero. «Por esestán delante del trono de Dios y lo sirven día y noche en su templo. El que está sentado sobre el trono extenderá su tienda junto a ellos» (Apocalipsis 7: 15). 

Detrás de escena

Entonces me dijo: “Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Daniel 10:12
Mi hija envió un mensaje de texto a una amiga, esperando que le respondiera pronto. Solo unos momentos después, empezó a disgustarse y a quejarse molesta por la demora. La irritación dio lugar a la preocupación, y mi hija se preguntó si la falta de respuesta indicaría un problema entre ella y su amiga. Al cabo de un rato, llegó la respuesta, y mi hija se sintió aliviada. Simplemente, su amiga había estado resolviendo detalles necesarios para responder.
El profeta Daniel también esperaba con ansias una respuesta. Después de recibir una visión espantosa de una gran guerra, ayunó y buscó a Dios en humilde oración (10:3, 12). Durante tres semanas, no hubo respuesta (versos 2, 13). Por fin, apareció un ángel y le aseguró que sus oraciones habían sido escuchadas «desde el primer día». Desde entonces, el ángel había estado batallando a favor de esas oraciones. Aunque Daniel no lo sabía, Dios había estado obrando cada día desde su primera oración hasta la llegada del ángel.
Saber que Dios oye nuestras oraciones (Salmo 40:1) puede ponernos ansiosos si su respuesta no llega rápido. Solemos preguntarnos si le importará lo que nos pasa. Sin embargo, la experiencia de Daniel nos recuerda que Dios obra a favor de aquellos que ama, aunque no podamos verlo.

Señor, ayúdame a confiar en tu cuidado por mí aunque no pueda verlo.
Dios siempre está obrando a favor de su pueblo.