viernes, 15 de febrero de 2013

¿Quién es Jesucristo? - Preguntas y respuestas bíblicas - vídeo


Respuesta: ¿Quién es Jesucristo? A diferencia de la pregunta, “¿Existe Dios?”, poca gente se ha cuestionado si Jesucristo existió. Generalmente, se acepta que Jesús fue en verdad un hombre que caminó sobre la tierra de Israel, hace más o menos dos mil años. El debate comienza cuando se analiza el tema de la identidad completa de Jesús. La mayoría de las religiones principales enseñan que Jesús fue un profeta, o un buen maestro, o un hombre devoto. El asunto es el siguiente, la Biblia nos dice que Jesús fue infinitamente más que un profeta, un buen maestro, o un hombre devoto.

C. S. Lewis en su libro, Mero Cristianismo, escribe lo siguiente: “Aquí estoy tratando de prevenir a quien quiera, de cometer la verdadera insensatez que a menudo se comete al decir de Él, es decir, de Jesucristo, lo siguiente: ‘Estoy listo para aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser Dios’. Esta es una de las cosas que no deberíamos decir nunca. Un hombre que fuera simplemente un hombre, y que dijra toda clase de cosas, sólo por decir, no es aplicable a un gran maestro moral como Jesús. Sería un lunático – o un hombre ambiguo – o el mismo Demonio del Infierno. Usted debe hacer su elección. Mas este hombre fue muchísimo más; fue y es el Hijo de Dios o, de lo contrario, fue un loco o algo peor… Usted puede hacerle callar por tonto, puede escupirle y matarle como a un demonio; o puede caer a sus pies y llamarle Señor y Dios. Pero no seamos condescendientes con ninguna tontería acerca de que era un gran maestro humano. Él no ha dejado esa opción abierta para nosotros. Él no tuvo esa intención.”

Veamos ahora, ¿quién demandaba ser Jesús? ¿Quién dice la Biblia que era Él? Primero, miremos las palabras de Jesús en Juan 10:30, “Yo y el Padre uno somos”. A primera vista, no parecería afirmar ser Dios. Sin embargo, mire la reacción de los Judíos en Su declaración, “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:33). En los siguientes versículos, Jesús nunca corrige a los judíos diciéndoles, “Yo no me hago Dios”. Eso indica que Jesús verdaderamente estaba diciendo que era Dios al declarar, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Juan 8:58 es otro ejemplo. Jesús proclamó, “¡De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy!” Tomaron entonces piedras para arrojárselas (Juan 8:59). Jesús, anunciando Su identidad como “Yo soy” es una aplicación directa del nombre del Antiguo Testamento para Dios (Éxodo 3:14). Nuevamente, ¿por qué los Judíos querían apedrear a Jesús, si Él no había dicho algo que ellos creían era blasfemo, concretamente, una afirmación de ser Dios?

Juan 1:1 dice que “el Verbo era Dios”. Juan 1:14 dice que “aquel Verbo fue hecho carne”. Esto indica claramente que Jesús es Dios en la carne. Tomás el discípulo de Jesús dijo, “Señor mío y Dios mío” (Juan 20:28). Jesús no le corrigió. El Apóstol Pablo lo describe como, “…nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). El Apóstol Pedro dice lo mismo, “…nuestro Dios y Salvador Jesucristo” (2ª Pedro 1:1). También Dios, el Padre, es testigo de la completa identidad de Jesús, pero acerca del Hijo dice, “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de Tu reino”. Las profecías de Cristo del Antiguo Testamento anuncian Su deidad, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre, Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”

De manera que, como C. S. Lewis sostuvo, creer en Jesús como un buen maestro, no es una opción. Clara e innegablemente, Jesús afirmaba ser Dios. Si Él no es Dios, entonces es un mentiroso, y por tanto no es un profeta, un buen maestro o un hombre devoto. Al intentar explicar las palabras de Jesús, los “eruditos” modernos declaran que “el verdadero Jesús histórico” no dijo muchas de las cosas que la Biblia le atribuye. ¿Quiénes somos nosotros para debatir con la Palabra de Dios, referente a lo que dijo o no dijo Jesús? ¿Cómo puede un “erudito” que dista de Jesús dos mil años, tener una mejor percepción de lo que Jesús dijo o no, que la que tuvieron aquellos que vivieron, sirvieron y fueron enseñados por Jesús mismo (Juan 14:26)?

¿Por qué es tan importante la pregunta acerca de la verdadera identidad de Jesús? ¿Por qué es importante que Jesús sea Dios o no? La razón más importante por la que Jesús tiene que ser Dios, es que si Él no es Dios, Su muerte no habría sido suficiente para pagar la penalidad de los pecados de todo el mundo. (1ª Juan 2:2). Solamente Dios pudo pagar tal penalidad infinita (Romanos 5:8; 2ª Corintios 5:21). Jesús tenía que ser Dios, a fin de que pudiera pagar nuestra deuda. Jesús tuvo que ser hombre para que pudiera morir. ¡La salvación está disponible solamente a través de la fe en Jesucristo! La deidad de Jesús es la razón por la que Él es el único camino de salvación. La deidad de Jesús es la razón por la que proclamó, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene la Padre, sino por mí” (Juan 14:6).




José Roberto y su Amor - reflexión, meditación

El cartero extendió el telegrama.
José Roberto se lo agradeció, y mientras lo abría, una profunda arruga surcó su frente. Una expresión de sorpresa más que de dolor. Palabras breves y precisas: – Tu padre falleció. Entierro 18 horas. Mamá.
José Roberto continúo parado, mirando al vacío. Ninguna lágrima, ningún dolor.¡Nada! Era como si hubiera muerto un extraño. ¿Por qué no sentía nada por la muerte del viejo?

Como un torbellino de pensamientos confusos, avisó a la esposa y se fue, venciendo los silenciosos kilómetros de ruta mientras la cabeza giraba a mil por hora. En su interior, no quería ir al funeral y, si estaba en camino era sólo para que la madre no estuviera más triste. Ella sabía que padre e hijo no se llevaban bien.

La cuestión había llegado hasta esa situación el día que, después de una lluvia de acusaciones, José Roberto había hecho las maletas y partido, prometiendo nunca más poner los pies en aquella casa. Un empleo razonable, matrimonio, llamadas a la madre para Navidad, Año Nuevo o Pascua… ¡Nada más! Se había desligado de la familia, no pensaba en el padre y la última cosa que deseaba en la vida era ser parecido a él. En el velatorio: pocas personas.

La madre pálida, helada, llorona. Cuando vio al hijo, las lágrimas corrieron silenciosas, fue un abrazo de desesperado silencio. Después, vio el cuerpo sereno envuelto por una manta de rosas rojas, como las que al padre le gustaba cultivar. José Roberto no derramó una sola lágrima, su corazón no podía. Era como estar delante de un desconocido, de un extraño, de un…

Se quedó en casa con la madre hasta la noche, la besó y le prometió que volvería trayendo a los nietos y la esposa para conocerla. Ahora podría volver a casa, porque aquel, que no le amaba, no estaba más para darle consejos ácidos ni para criticarle.

En el momento de la despedida, la madre le colocó algo pequeño y rectangular en la mano.
-Hace mucho tiempo podrías haberlo recibido – dijo.- Pero, infelizmente, sólo después de que él se fue lo encontré entre las cosas más importantes…
Fue un gesto mecánico, minutos después de comenzar el viaje, metió la mano en el bolsillo y sintió el regalo.

Era un pequeño cuaderno de tapa roja. Lo abrió, curioso. Páginas amarillentas. En la primera, arriba, reconoció la caligrafía firme del padre:
- “Nació hoy José Roberto. ¡Casi cuatro kilos! Es mi primer hijo, ¡un muchachote! Estoy orgulloso de ser el padre de aquel que será ¡mi continuación en la Tierra!”.

A medida que hojeaba, devorando cada anotación, sentía un dolor en la boca del estómago, mezcla de dolor y perplejidad, pues las imágenes del pasado resurgieron firmes y atrevidas como si terminaran de pasar.
- “Hoy, mi hijo fue a la escuela. ¡Es un hombrecito! Cuando le vi de uniforme, me emocioné. Y le deseé un futuro lleno de sabiduría. La vida de él será diferente de la mía, que no pude estudiar por haber sido obligado a ayudar a mi padre. Para mi hijo deseo lo mejor. “No permitiré que la vida le castigue”.

Otra página. -
-”Roberto me pidió una bicicleta, mi salario no da, pero él la merece porque es estudioso y dedicado. Pedí un préstamo que espero pagar con horas extras”. 

José Roberto se mordió los labios. Recordaba su intolerancia, las peleas para tener la soñada bicicleta. Si
todos los amigos ricos tenían una, ¿por qué no podía tener la suya?
- “Es duro para un padre castigar a un hijo y sé que él me podrá odiar por eso, pero debo educarle por su propio bien.” “Fue así como aprendí a ser un hombre honrado y esa es la única forma que sé acerca de educarlo”, -escribía su padre.

José Roberto cerró los ojos y vio la escena cuando, por causa de una borrachera, hubiera ido a la cárcel aquella noche, si el padre no hubiera aparecido para impedirle ir al baile con los amigos… Recordaba también el coche retorcido y manchado de sangre que había chocado contra un árbol… Por otro lado parecía oír sirenas, el llanto de toda la ciudad mientras cuatro cajones seguían lúgubremente para el cementerio.

Las páginas se sucedían con cortas y largas anotaciones llenas de respuestas que revelaban, en silencio y tristeza, que el padre le había amado. El “viejo” escribía de madrugada…. pensó. Momentos de soledad, en un grito de silencio, porque era de esa manera como era él, nadie le había enseñado a llorar y a dividir sus dolores, el mundo esperaba que fuera duro para que no le juzgaran ni débil ni cobarde. Y ahora, José Roberto estaba teniendo la prueba de que, debajo de aquella fachada de fortaleza, había un corazón muy tierno y lleno de amor.
La última página. Aquella del día en que había partido: 
-”Dios, ¿qué hice mal para que mi hijo me odie tanto? ¿Por qué soy considerado culpable? ¡Si no hice más que intentar transformarle en un hombre de bien!. “Mi Dios, no permitas que esta injusticia me atormente para siempre. Que un día él pueda comprenderme y perdonar por no haber sabido ser el padre que él merecía tener.”Después no había más anotaciones y las hojas en blanco daban la idea de que el padre había muerto en ese momento, José Roberto cerró deprisa el cuaderno, el pecho le dolía… El corazón parecía haber crecido tanto, que parecía que iba a salírsele por la boca. Se incorporó, desesperado, y salió casi corriendo porque necesitaba aire puro para respirar.

La aurora rompía el cielo y un día comenzaba.”¡Honre a su padre para que los días de su vejez sean tranquilos!”, – alguna vez había oído esa frase y jamás había reflexionado sobre la profundidad que contenía. En su egocéntrica ceguera de adolescente, jamás se había parado para pensar en verdades muy profundas. Para él los padres eran descartables y sin valor, como los papeles que son tirados a la basura.

Aquellos días de poca reflexión todo era placer, salud, belleza, música, color, alegría, despreocupación, vanidad... ¿No era él un semidiós? Ahora, el tiempo le había envejecido, fatigado y también vuelto padre,... aquel falso héroe… De repente, en el juego de la vida, él era el padre y sus actuales contestaciones no satisfacían a sus hijos. ¿Cómo no había pensado en eso antes? Seguramente por no tener tiempo, pues estaba muy ocupado con los problemas, con la lucha por la supervivencia, la sed de pasar fines de semana lejos de la ciudad, con ganas de profundizar en el silencio sin necesitar dialogar con sus hijos.

Jamás tuvo la idea de comprar un cuaderno de tapa roja para anotar una frase sobre sus herederos, jamás se le había pasado por la cabeza escribir que sentía orgullo por aquellos que continuaban su nombre. Justamente él, que se consideraba el más completo padre de la Tierra. La vergüenza casi le tiró con una lección de humildad. Quiso gritar, procurando agarrar al viejo para abrazarle, para besarle, y encontró sólo el vacío.

Había una raquítica rosa roja en el jardín de su casa, el sol terminaba de nacer. Entonces, José Roberto acaricio los pétalos y recordó la mano del padre podando, y cuidándolos con amor. ¿Por qué nunca percibió todo esto antes? Una lágrima brotó como el rocío, e irguiendo los ojos para el cielo dorado, de repente, sonrió y se desahogó en una confesión:

“Si Dios me mandara elegir, ¡juro que no querría haber tenido otro padre que no fueras tú, viejo! Gracias por tanto amor, y perdóname por haber sido tan ciego."

“HABLA, DISFRUTA, ABRAZA, BESA, SIENTE, Y AMA A TODAS LAS PERSONAS QUE PUEDAS VER Y TOCAR” ¡¡¡APROVECHA!!!

Mi Refugio -Meditación, reflexión


Unos pioneros estaban cruzando las praderas del viejo oeste en la búsqueda de tierra para cultivar. Viajaban en carretas cubiertas con lona. jaladas por bueyes y su progreso era muy lento. Un día, con horror, vieron en la distancia una nube de humo extendiéndose por kilómetros, llenando todo el horizonte. Era evidente que un incendio avanzaba rápidamente hacía ellos desde el oeste, consumiendo el pasto seco de la pradera. Habían pasado un río el día anterior, pero no había tiempo para regresar allí antes de la llegada de las llamas. ¿Qué hacer? Mientras estaban paralizados de miedo, un hombre se hizo cargo, mandándoles prender fuego al pasto que había tras ellos. Una vez que se hubo quemado un buen espacio, todos se refugiaron en el terreno quemado.
Mientras el terrible incendio se extendía velozmente, una niñita clamó con terror, 
-“¿Está seguro de que no seremos consumidos por el fuego?” 
El líder respondió, 
-“Mi hija, las llamas no nos pueden alcanzar aquí porque estamos parados donde el fuego ya pasó. Estamos a salvo.” Y así fue.

¡Qué ilustración de la seguridad que podemos encontrar en Cristo! El fuego del juicio de Dios pasó sobre Él y así se ha convertido en nuestro refugio. Estamos seguros para siempre porque estamos parados en el refugio donde el fuego ya ha pasado.

Sobre Él venganza de lo alto cayó,
que nos hubiera hundido al abismo.
Por nosotros padeció,
y así es nuestro refugio. 

Mi Abogado Jesucristo - Meditación, reflexión - vídeo

Después de vivir “una vida buena", "una vida divertida”, mi tiempo en la Tierra llegó a su final. La primera cosa que recuerdo fue estar sentado en la sala de espera de una corte. Las puertas se abrieron y me mandaron a entrar y sentarme en el banco del acusado. Miraba a mi alrededor y vi al fiscal, que era la persona más desagradable que jamás había visto. Me dio una mirada malvada y gruñó. Al sentarme, miré a mi izquierda y allí estaba mi abogado, un caballero amable y bondadoso quien me pareció familiar.
De repente, la puerta de enfrente de la sala de justicia se abrió, y allí apareció el juez con su túnica negra. Me impresionó tanto, que no podía quitar mis ojos de él. Cuando hubo tomado su asiento, dijo: “Comencemos”.

El fiscal se levantó y dijo: “Mi nombre es Satanás y estoy aquí para demostrar por qué el acusado merece el infierno”. Procedió a contar todas las mentiras que yo había dicho, las cosas que había robado, y cómo había engañado y defraudado a otros. Contaba todas las perversiones de mi vida pasada.
Cada minuto que pasaba me sentía peor; tan avergonzado que no podía alzar la vista ni para mirar a mi propio abogado. El diablo mencionaba pecado tras pecado, que yo había olvidado por completo. Me sentía molesto por todo, y más al ver que mi abogado no decía nada para defenderme. Yo sabía que había hecho esas cosas, pero también había muchas cosas buenas. ¿No podría lo bueno cancelar algo de lo malo? El acusador terminó diciendo con furia: “Este hombre debe ser lanzado al infierno. Es culpable de todas estas acusaciones, y no hay hombre que pueda probar lo contrario”.

Cuando ya era su tiempo, mi abogado pidió permiso para acercarse al tribunal. El juez aceptó su petición, a pesar de las protestas de Satanás. Mientras caminaba hacia el tribunal, le vi por primera vez en todo su esplendor y majestad. Ya recordaba por qué me había parecido familiar; era Jesús quien me representaba, mi Señor y Salvador. Se paró frente al banco y dijo con voz suave al juez. “Hola papá”. Después se digirió a la corte. “Satanás está en lo correcto cuando dice que este hombre ha pecado. Esto no lo vamos a negar. Aceptamos los cargos contra mi cliente. También tiene razón en que este hombre merece ser castigado con la muerte”. Respiró profundamente y se dio la vuelta hacia su Padre con las manos extendidas y proclamó:
“Pero yo di mi vida en la cruz para que esta persona pudiera tener vida eterna. El me ha aceptado como su Salvador, entonces, es mío”.
Y continuó diciendo: “Su nombre está escrito en el Libro de la Vida y nadie puede arrebatarlo de mi mano. Satanás todavía no entiende que este hombre no recibirá justicia, sino misericordia”.
Volvió a sentarse, pero no sin antes mirar hacía su Padre y decir: “No hay nada más que hacer. Yo he hecho todo”.

El juez levantó su mano poderosa y bajó su mazo con fuerza mientras las siguientes palabras salían de su boca: “Este hombre está libre; el castigo ya ha sido pagado totalmente. Caso cerrado”.

Mientras salía del salón con mi abogado, podía escuchar a Satanás gritando “No me daré por vencido. Ganaré el próximo caso.” Pregunté a Jesús si alguna vez había perdido un caso. Me miró con amor y me dijo, “Todos los que se han acercado a mí, pidiendo que yo les represente, han recibido el mismo veredicto que usted: Totalmente Pagado”. 

Autor desconocido


Concepto transferible 10 Cómo puede usted experimentar la aventura de dar - vídeo

Hoy veremos el último concepto transferible
Concepto transferible 10

           Cómo puede usted experimentar la aventura de dar

Todo lo que tenemos en este mundo le pertenece a Dios. De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan” (Salmo 24:1) Del mismo modo que el dueño de una propiedad les confía a sus trabajadores que la cuiden, así mismo Dios se confía con lo que nos ha dado: salud, dinero, tiempo y habilidades. La Biblia nos dice que Dios nos da para que nosotros demos a otros: Te bendeciré…y serás bendición” (Génesis 12:2).
Debemos amar a otros usando los medios y recursos que Dios nos ha dado. Hacemos esto en amor y agradecimiento a Dios por las cosas con las cuales nos ha bendecido.
La Biblia describe lo que se nos ha dado como semilla y nos dice que es Dios "quien da semilla al que siembra" (2 Corintios 9:10). Cuando usted siembra una semilla, la pierde temporalmente en la tierra pero, eventualmente, se convertirá en fruta maravillosa. De la misma forma, cuando le ofrece a Dios su tiempo, su dinero o posesiones de buena gana, Él bendice lo que usted ha ofrecido y lo convierte en buen fruto. Puede dar ofrendas a su iglesia local, a cristianos que trabajan predicando el evangelio o a los necesitados. ¡Mientras da de lo que tiene a Dios, usted estará haciendo una inversión eterna, porque el reino de Dios no tiene fin!

Versículos Clave
“Y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir". Hechos 20:35 
Respondiendo el Rey, les dirá: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". Mateo 25:40
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. 2 Corintios 9:7