miércoles, 29 de julio de 2020

La Obediencia como prueba de nuestra FE

“Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seas sabios para el bien, e ingenuos para el mal”.
Romanos 16:19
El cristianismo es algo muy simple y sencillo, y a la vez complejo. A veces difícil de entender, pero realmente fundamental y trascendental; es una puerta estrecha que nos lleva por caminos desconocidos, que nos enseña acerca de la vida y cómo debemos conducirnos en ella, y también nos habla de una realidad espiritual que podemos experimentar paulatinamente, para ir madurando y creciendo en gracia, amor, sabiduría y paz. 
La obediencia a Dios es la llave para la libertad - IMAGENES ...Inicialmente somos como bebés espirituales (venimos a tener un segundo nacimiento en el Espíritu). Aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, y aunque aparentemente nuestra vida continúe igual, con todas sus contradicciones y frustraciones, ya nunca más volverá a ser de la misma forma; esa semilla de vida que fue sembrada en nosotros, comienza a crecer y a fortalecerse hasta llegar a ser primero un arbusto, luego un arbolito, y después un frondoso árbol cuyos frutos comienzan a brotar y es imposible ocultarlos.
Y la base de este crecimiento, madurez y frutos, es una sola: La Obediencia. Hablar de obediencia es más fácil que practicarla; se trata de escoger entre mis propios sentimientos y deseos, lo que quiero y puedo y lo que no, confrontándome a mí mismo. Al final pasa que aunque yo quisiera, ya no puedo seguir mis propios pasos, ni siquiera hacer mi entera voluntad conforme a mí me plazca, ni apoyarme en mi propia sabiduría o lógica. La vida que ha crecido en mí (en Espíritu) no me lo permite, pues amonesta mi conciencia, me roba la paz y me siento intranquilo, pues ya no soy ni sordo ni ciego para no oír, entender, ver y discernir la voz de Dios.

¿Dónde está Dios?

Esta es una pregunta que las personas se hacen principalmente en los tiempos de dolor, de angustia y de aflicción, pues desgraciadamente esas mismas personas en tiempos de abundancia, de paz, de alegría, no se preocupan en buscar a Dios. Pero es una pregunta que en estos tiempos de pandemia, vale la pena responder por medio de la palabra de Dios. 

Ante todo tenemos que reconocer que lo que a muchos les lleva a hacerse esa pregunta es el silencio de Dios, pues aunque oramos y clamamos, pareciera que las cosas no cambian nada, y nos angustia no tener una respuesta inmediata de Dios. Pero tenemos que saber que Dios no está en silencio, Él ya habló, y en su palabra nos ha dado preciosas promesas para los tiempos de aflicción. No es que Dios esté en silencio, es que no creemos lo que dijo. (2 Corintios 1:20) Ahora respondamos la pregunta ¿dónde está Dios?

Y donde está Dios no falta nada. (con imágenes) | Frases bonitas ...
 I) Él está en su trono, Él tiene el control, tiene la última palabra en este mundo (Salmo 103:19). A pesar de los tiempos de incertidumbre que estamos viviendo, a pesar de que ni los gobernantes saben exactamente qué hacer para superar esta crisis de la pandemia, debemos confiar en que Dios está en control, que Dios sabe lo que está haciendo, y Él sigue teniendo la última palabra. 

II) Dios se manifiesta en todos los que nos ayudan (Salmo 118:7). Muchos se preguntan ¿dónde está DIos?, y no se dan cuenta que Dios está en todos los que nos ayudan; en las personas que nos han apoyado en este tiempo de necesidad y escasez, en las personas que nos han visitado para orar por nosotros en los tiempos de enfermedad, en los médicos que nos han atendido, en los hermanos de nuestra iglesia que nos han visitado para llevarnos palabras de ánimo y de consuelo... No es que Dios no esté con nosotros, es que no lo hemos reconocido.

III) Podemos ver al Señor en todos los que tienen necesidad (Mateo 25:35-40). Podemos ver a Jesús en los que no tienen qué comer, en los enfermos, en los abandonados, en los desamparados... Lamentablemente, muchas personas al ver el dolor de las familias que no tienen qué comer, que están desnudos y abandonados, se preguntan ¿dónde está DIos? Y no se dan cuenta que podemos ver a Jesús en nuestro prójimo; todo lo que hacemos por el necesitado lo hacemos para el Señor y TODO tendrá su recompensa. 

IV) Dios está esperándonos con los brazos abiertos (Juan 6:37) Dios siempre está esperando por nosotros para salvarnos, para consolarnos, para sanarnos, para restaurarnos. Es decir, que no se trata de preguntar ¿dónde está Dios? Tenemos que buscarlo y acercarnos a Él porque Él siempre nos recibirá con misericordia.

No somos puros, pero Él nos purifica

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)

No nos alejemos de Dios por nuestra impureza.

Si somos conscientes en nuestra nada, de nuestro pecado, nos sentiremos impuros. Y esto puede ser motivo para que nos alejemos de Dios, al sentirnos indignos de estar en su presencia. Sin embargo, debe ser lo contrario. Cuanto más impuros nos sintamos, más rápido tenemos que buscarlo y confesar nuestra culpa.
17 Versículos de la Biblia sobre la Purificación - DailyVerses.netÉl tiene el poder y la misericordia para limpiarnos de nuestro pecado. Solo Él puede hacer que nuestro espíritu manchado quede limpio ante sus ojos. Y no por mérito nuestro, sino por la intercesión de su Hijo que vino a rescatarnos de la muerte del pecado. Por eso tenemos que tener confianza, porque tenemos un mediador, que es Cristo. (1ª Timoteo 2:5)
Sabemos que Jesús cuando vino a la tierra, vino a rescatar a los pecadores. Muchas veces se lo vio sentado a la mesa con ellos, y por eso fue muy criticado. Pero Él siempre respondía que los sanos no son los que necesitan de un médico, sino los enfermos. Tenemos que reconocer nuestra enfermedad, para que el Señor pueda actuar en nosotros y limpiarnos de nuestras faltas.
La falta de confianza en la misericordia de Dios puede ser tan grave como el olvido de su ley. Porque implica que nos hemos quedado con la imagen de un Dios vengativo, castigador, que quiere nuestra condenación si no somos perfectos. Pero Dios conoce nuestras limitaciones, sabe mejor que nosotros nuestras debilidades. Debemos confiar en que nos abrirá sus brazos y nos recibirá nuevamente en su casa.