“Si a Dios le pide y Dios no le da, es tiempo de consultarnos”. Algo así decía la publicidad en una revista.
Las personas viven desesperadas por obtener respuestas. Les pasan cosas y sienten que van sin rumbo por la vida. Saben y reconocen en muchas de ellas, el poder que Dios tiene para ayudarles con su problema, que tiene las respuestas que ellos necesitan, pero sin embargo no las obtienen, no las encuentran.
Cuando era joven tuve la oportunidad de concurrir a una campaña evangelista organizada por un gran predicador. Un hombre que tuvo bastante que ver en el proceso de mi acercamiento a Dios.
Cuando era joven tuve la oportunidad de concurrir a una campaña evangelista organizada por un gran predicador. Un hombre que tuvo bastante que ver en el proceso de mi acercamiento a Dios.
Pero lo que realmente me impactó entonces no fue solo su prédica. Era una sala bajo el estadio donde se celebraba la campaña, en la que había un nutrido grupo de personas que estaban en oración. Pero esto no era solamente cosa de ese momento. Ya venían haciendo esta práctica meses antes durante la organización de la campaña. Ése era verdaderamente el “secreto de su éxito”.
Dios nos ha provisto a los seres humanos de una de las armas más formidables, capaz de curar y resolver multitud de males. El poder de la oración.
Dios nos ha provisto a los seres humanos de una de las armas más formidables, capaz de curar y resolver multitud de males. El poder de la oración.
Si hay algo que Dios no puede hacer, es rechazar un corazón quebrantado y arrepentido.
Por ello, si estás desesperado, si te encuentras ante un “callejón sin salida” en tu vida, si las cosas parecen ir de mal en peor, tal vez sea precisamente el momento de acercarte a Dios con sinceridad de espíritu, reconocer delante de Él tus limitaciones y errores, y buscar un grupo de personas experimentadas en el poder de la oración que estén dispuestas a mostrarte qué es lo que piensa Dios y a interceder delante de Él por tus necesidades.