domingo, 4 de junio de 2017

Es necesario que el frasco de alabastro sea quebrado

La Biblia habla del ungüento de nardo puro (Juan 12:3). La Palabra de Dios usa intencionadamente el adjetivo puro. Ungüento de nardo puro se refiere a algo verdaderamente espiritual. No obstante, a menos que el frasco de alabastro fuera quebrado, el ungüento de nardo puro no podía ser liberado. Extraña que mucha gente valore más el frasco de alabastro que el ungüento. De la misma manera, muchos piensan que su hombre exterior es más valioso que su hombre interior. 

Resultado de imagen de Es necesario que el frasco de alabastro sea quebradoEste es el problema que afronta la iglesia en la actualidad. Es posible que valoremos demasiado nuestra propia sabiduría y pensemos que somos superiores a otros. Unos pueden estimar sobremanera sus emociones y creer que son personas excepcionales. Y otros se valoran exageradamente a sí mismos y creen que son mejores que los demás. Piensan que su elocuencia, sus capacidades, su discernimiento y juicio, son mejores que los de otros. Pero debemos saber que no somos coleccionistas de antigüedades, ni admiradores de frascos de alabastro, sino que buscamos otra cosa, el aroma del ungüento. Si la parte exterior no se quiebra, el contenido no puede salir. Ni nosotros ni la iglesia podremos seguir adelante. No debemos seguir estimándonos en demasía a nosotros mismos.

El Espíritu Santo nunca ha dejado de obrar en los creyentes. De hecho, muchos pueden dar testimonio de la manera en que la obra de Dios nunca se ha detenido en ellos. Se enfrentan a una prueba tras otra, un incidente tras otro, mientras el Espíritu Santo tiene una sola meta en toda Su obra de disciplina: quebrantar y deshacer al hombre exterior, para que el hombre interior encuentre la salida. Pero nuestro problema es que en cuanto enfrentamos una pequeña dificultad, murmuramos, y cuando sufrimos alguna pequeña derrota nos quejamos. El Señor ha preparado un camino para nosotros y está dispuesto a usarnos, pero en cuanto Su mano nos toca, nos sentimos tristes. Alegamos a favor de Él o nos quejamos ante Él por todo. Desde el día en que fuimos salvos, el Señor ha estado obrando en nosotros de muchas formas con el propósito de quebrantar nuestro yo. Lo sepamos o no, la meta del Señor siempre es la misma: quebrantar nuestro hombre exterior.

El vino nuevo debe ser echado en odres nuevos

Marcos 2:21-22 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, el vino se derrama y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Cuando comienza un nuevo año muchas personas en el mundo hacen toda clase de ritos y costumbres para atraer bendiciones a éste. Atrae ver por la ventana, cada primero de año, a personas supersticiosas salir con su maleta a dar una vuelta, o ver cómo algunos se atragantan comiendo uvas o lentejas o haciendo cantidad de ritos que son... hasta divertidos. O sea, es ridículo que las personas cierren sus oídos para escuchar del Dios que trae bendición verdadera, cuando realmente prefieren creer en sus costumbres y supersticiones.
odres nuevosEn lo que se refiere a nosotros (es decir a aquéllos que hemos puesto nuestra confianza en Dios) hay un mensaje maravilloso de parte de Dios:
“Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor.
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.” Marcos 2:21-22
Si anhelamos algo nuevo del Espíritu Santo, hay una gran verdad que debemos poner en práctica a partir de ahora: DEBEMOS RENOVARNOS.
Cuando Jesús habla del “vino nuevo” se refiere al Espíritu Santo, y los odres son las personas, somos cada uno de nosotros. ¿Qué tipo de odre quieres ser? A continuación algunas diferencias para que sepas elegir el lado correcto:
1.     ODRES VIEJOS:
Un odre viejo hace referencia a una persona que aún no ha nacido de nuevo, que está llena de preocupaciones y pensamientos erráticos, que vive pensando en los afanes de esta vida y no ha puesto aún su confianza completa en Dios.
Un odre viejo es alguien que ha aprendido a descansar en Dios pero no ha puesto su fe completa en Jesús; un odre viejo es alguien que sabe de Dios pero no sabe quién es; un odre viejo es alguien que anhela la presencia de Dios, pero su propia naturaleza le impide encontrarlo; un odre viejo es alguien cuya mente no ha sido renovada y mantiene aún pensamientos de duda, temor, inseguridad, incredulidad, inmundicia, etc.
Un odre viejo es alguien que no ha podido entender la palabra de Dios, que ora todo el tiempo pero parece no recibir respuesta, que clama por la presencia de Dios pero tanto ruido de su mente impide que pueda escuchar la voz de Dios. Es alguien que anhela ver la gloria de Dios pero no tiene fe y por tanto no puede verla.
Un odre viejo se encuentra constantemente luchando contra sí mismo, se encuentra cansado todo el tiempo, se siente culpable por no hacer lo suficiente, es hipocondríaco, depresivo, bipolar, temeroso y cobarde.
Un odre viejo es una persona que sabe el camino de la libertad pero no se ha decidido a seguirlo.
¿Quieres seguir con esta actitud? ¿Quieres ser como una hoja llevada por cualquier viento? ¿Quieres ser alguien que no es firme ni constante? ¿Quieres seguir siendo alguien que no termina los proyectos que comienza? ¿Quieres seguir anhelando una libertad que tienes al alcance de tus manos? ¿Quieres seguir siendo dos personas viviendo en un mismo ser? Sigamos un camino mejor...

Oriente y Occidente se encuentran

¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio Señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerlo estar firme. Romanos 14:4 
Inline image 1
Cuando unos alumnos del sudeste de Asia conocieron a un maestro norteamericano, éste aprendió una lección. Después de hacer a la clase un examen, se sorprendió al ver que no habían contestado muchas preguntas. Mientras les devolvía las hojas corregidas, sugirió que, la próxima vez, en lugar de dejar el espacio en blanco, eligieran una respuesta al azar. Sorprendido, uno de los alumnos levantó la mano y preguntó: «¿Y si, por casualidad, elijo la respuesta correcta? Implicaría que la sé, pero no es cierto». El alumno y el maestro tenían perspectivas y prácticas diferentes.
En la época del Nuevo Testamento, los judíos y los gentiles convertidos a Cristo llegaban con perspectivas tan diferentes como las de Oriente y Occidente. Poco después, no coincidían en temas como qué días adorar y qué podía comer o beber un seguidor de Cristo. El apóstol Pablo los instó a recordar algo importante: nadie está en condiciones de conocer ni juzgar el corazón de otra persona.
Para mantener la armonía entre los creyentes, Dios nos exhorta a entender que solo somos responsables ante Él, y a actuar conforme a su Palabra y nuestra conciencia. Solo Él está en condiciones de juzgar las actitudes de nuestro corazón (Romanos 14:4-7).
Señor, que no juzguemos a quienes ven las cosas de manera diferente.
Sé lento para juzgar a los demás, pero rápido para juzgarte a ti mismo.