miércoles, 12 de agosto de 2015

Dios es El Buen Pastor y sus ovejas conocen su voz

"En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará." Salmo 23:2
oveja cordero campoLa mayoría de los que leen "delicados pastos" imaginan suaves e interminables praderas de pasto fresco. Pero en la Israel del salmista no es así, allí el clima es demasiado seco para que prospere este tipo de vegetación.
Durante miles de años, los pastores israelitas han sabido cómo encontrar alimento para sus rebaños en sitios donde nadie creería que existiera. Allí el clima es reseco y casi nunca llueve, los pastos verdes crecen con la brisa del Mar Mediterráneo. Sobre los bordes de ciertas colinas se forma una zona húmeda, ya que su tierra es regada con una especie de rocío dando lugar a pequeños mechones de pasto, los necesarios para alimentar unas cuantas ovejas durante dos o tres días. Los pastores conducen sus rebaños por el árido desierto en busca de esas pasturas, por lo que no es de extrañar que las ovejas obedezcan sus voces; caso
 de no hacerlo, seguramente morirían de hambre o de sed intentando sobrevivir por su propia cuenta. Estos dóciles animales aprendieron a depender de su guía para encontrar sustento.

¿Cuántas veces nos parece que vamos caminando por el desierto y no hallamos nada refrescante cerca? Es normal sentirnos así cuando nuestra vida es bombardeada con un problema tras otro. Pero no podemos distraernos mucho tiempo, hay que recobrar fuerzas y seguir la voz del Señor que nos está conduciendo a delicados pastos verdes para ser alimentados. Son en ocasiones así, en las que Dios nos hace depender mas de Él. Esos períodos sedientos son momentos especiales, y debemos aceptarlos y aprender de ellos.
No menospreciemos las caminatas por el desierto con el buen pastor. Sin duda, Dios nos quiere enseñar cosas  importantes en ellas, y muy cerca están las tiernas praderas donde nos hará descansar. ¡Amén!



¿Tiene Ud. Vida Eterna?

La Biblia nos indica un camino claro hacia la vida eterna. Primero debemos reconocer que hemos pecado contra Dios. En las Sagradas Escrituras leemos en Romanos capítulo 3 y el versículo 23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Todos hemos hecho cosas que desagradan a Dios, las cuales nos hacen merecedores de castigo. Debido a que, a la larga, todos nuestros pecados van en contra de un Dios eterno, solo sería coherente un castigo eterno. Pero, en Romanos capítulo 6 y el versículo 23 leemos, “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro.”

En 1 de Pedro capítulo 2 y el versículo 22, leemos que Jesucristo es el santo Hijo de Dios, sin pecado. En Juan capítulo 1, los versículos 1 y 14, leemos que el eterno Hijo de Dios se hizo hombre y murió para pagar nuestro castigo. Y en Romanos 5:8 leemos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Jesucristo murió en la cruz (Juan 19:31-42). Él llevó la culpa que merecíamos nosotros (2 Corintios 5:21). Tres días más tarde se levantó de la tumba demostrando Su victoria sobre el pecado y la muerte. (1 de Corintios 15:1-4) Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículo 3, leemos: “Que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”

Encontró a Dios en la cárcel

Un hombre que tenia lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. -Señor, si quieres, puedes limpiarme, le dijo. Mateo 8:2, NVI.
Abiel Lesson Mchenga comenzó a trabajar como secretario de un juzgado en 1976 en la municipalidad de Zomba (Malaui), en el Sudeste de África. Al poco tiempo, su vida era beber, fumar, y estar con mujeres. No tenía tiempo para Dios. Una auditoría de su oficina en 1980, dejó al descubierto que había malversado una gran cantidad de dinero. Esto llevó a su arresto, y fue sentenciado a catorce años de trabajos forzados.
La vida en la cárcel era insoportable, y además, eran escasas las raciones de comida; las celdas abarrotadas, y el rápido contagio de enfermedades como la sarna, eran habituales. Muchos de los internos eran criminales endurecidos. Para ellos la cárcel era un segundo hogar, y no parecían preocupados por estar allí. Este no era el caso de Abiel. Se sentía completamente fuera de lugar en la cárcel, y se arrepentía de haber malversado el dinero del gobierno. Pero no tenía esperanza. Estaba seguro de que nadie se preocupaba por él.
Después de estar un mes en la cárcel, Abiel recibió algunos libros que eran donados, incluyendo El conflicto de los siglos, y las versiones en "Chichewa" de La Biblia simplificada, El camino a Cristo, y Una luz en la oscuridad. Después de leer estos libros, Abiel se dio cuenta de que era un pecador y necesitaba un Salvador. Cuando descubrió la verdad del sábado, decidió observarlo aún en la cárcel. Conoció a algunos prisioneros que eran miembros de la iglesia Cristiana y comenzó a adorar con ellos. Más tarde fue bautizado por el pastor de una iglesia cercana.

Nuestra perspectiva

Nuestra actitud, forma de pensar y de actuar tienen un valor decisivo a la hora de analizar el mundo a nuestro alrededor.

"La blasfemia contra el Espíritu Santo".
22 Entonces le llevaron un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Toda la gente estaba atónita y decía: ¿Será este el Hijo de David? 24 Pero los fariseos, al oírlo, decían: Éste no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.
25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá. 26 Si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios, 29 pues ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Entonces podrá saquear su casa. 30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama.
31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 Cualquiera que diga alguna palabra contra el Hijo del hombre, será perdonado; pero el que hable contra el Espíritu Santo, no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
33 Si el árbol es bueno, su fruto es bueno; si el árbol es malo, su fruto es malo, porque por el fruto se conoce el árbol. 34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?, porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 36 Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, 37 pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Mateo 12:22-37
Las cosas no suelen ser son como creemos que son, y la Palabra está repleta de ilustraciones al respecto.
No se nos provee de ningún detalle, en el pasaje, acerca de esta extraordinaria sanidad, pero vale la pena detenerse a meditar en él un momento. La multitud le trajo una persona endemoniada, que estaba ciega y muda. Imaginemos el terrible cuadro que presentaba esta persona. No hablaba ni veía, es más, daba evidencias de las más extraordinarias manifestaciones diabólicas. ¡Verdaderamente, un cuadro patético!

¿Qué es el Cristianismo y qué creen los cristianos?

1ª Corintios 15:1-4 dice, “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.”

En pocas palabras, esa es la creencia del Cristianismo. El Cristianismo es único entre todas las otras expresiones de fe, porque el Cristianismo trata más acerca de una relación que de una práctica religiosa. En lugar de adherirse a una lista de lo que “debe y lo que no debe hacerse”, la meta de un Cristiano es cultivar un caminar cercano con Dios el Padre. Esa relación se ha hecho posible por la obra de Jesucristo, y el ministerio en la vida del Cristiano por el Espíritu Santo.


Los Cristianos creen que la Biblia es la Palabra de Dios inspirada, infalible, y que su enseñanza es la autoridad final (2ª Timoteo 3:16, 2ª Pedro 1:20-21). Los cristianos creen en un Dios que existe en tres personas, el Padre, el Hijo (Jesucristo), y el Espíritu Santo.
Para nosotros, la humanidad fue creada específicamente para tener una relación con Dios, pero el pecado separa de Dios a todo hombre (Romanos 5:12, Romanos 3:23). El Cristianismo enseña que Jesucristo caminó por esta tierra, hecho completamente Dios y hombre (Filipenses 2:6-11) y murió sobre la cruz. Los Cristianos creen que después de Su muerte en la cruz, Cristo fue enterrado, resucitó, y ahora vive a la diestra del Padre, intercediendo por los creyentes para siempre (Hebreos 7:25). El Cristianismo proclama que la muerte de Jesús en la cruz, fue razón suficiente y única para pagar completamente la deuda del pecado que tenían todos los hombres, y ésta es la que restaura la relación rota entre Dios y el hombre (Hebreos 9:11-14, Hebreos 10:10, Romanos 6:23, Romanos 5:8).
A fin de ser salvo, uno simplemente debe poner por entero su fe en la obra completa de Cristo en la cruz. Si alguien cree que Cristo murió en su lugar, pagó el precio de sus pecados, y resucitó, entonces la persona es salva. No hay nada que alguien pueda hacer para ganar la salvación. Nadie es “lo suficientemente bueno” para agradar a Dios por sí mismo, porque todos somos pecadores (Isaías 64:6-7, Isaías 53:6). En segundo lugar, no hay nada más que se deba hacer porque ¡Cristo ha hecho toda la obra! Cuando estuvo en la cruz, Jesús dijo “Consumado es” (Juan 19:30).