Todos sabemos que en la adolescencia se sufren una serie de cambios corporales y algunas complicaciones propias de esta etapa. Pero además hay, y usted tiene en su poder, algunas estrategias que le pueden ayudar a acercarse a su adolescente o a mejorar la comunicación con él o ella.
Hay padres o madres que dicen que quieren tener una buena relación con ellos, pero no saben cómo. Algunos dicen que quieren fomentar una relación de “mejores amigos” y otros que les resulta imposible acercarse a ellos a conversar.
Hay padres o madres que dicen que quieren tener una buena relación con ellos, pero no saben cómo. Algunos dicen que quieren fomentar una relación de “mejores amigos” y otros que les resulta imposible acercarse a ellos a conversar.
Esta es la historia de Paula, una adolescente de 16 años. Inquieta, extrovertida, impulsiva al hablar, demandante de atención y sobre todo, muy inteligente. Sus padres tuvieron problemas pues ella rivalizaba mucho con su hermanito menor de seis años, y en el colegio significaron que tenía conductas inadecuadas (inmaduras). La última consulta que hicieron, fue porque del colegio les citaron para que se presentasen días después; al parecer Paula le pegó a otra estudiante de un curso inferior. Esto indignó mucho a sus padres, quienes no esperaron más y rápidamente, tomaron medidas para que no pasara de nuevo. Paula, sentada, jugaba con su cabello como si fuera a encontrar un tesoro entre sus hebras, mientras los padres pensaban en la reacción de los padres de la otra muchacha, en las consecuencias en su nota de conducta y en la gran vergüenza de tener que enfrentarse a la directora en una situación tan bochornosa.
La joven, inquieta, impulsiva e inmadura, no sabemos cómo se quedó. El caso es que, de pronto, Paula empezó a relatar cómo pasó: había estado siendo víctima de acoso por unas compañeras. Sufría de burlas, rechazos y bromas de mal gusto desde hacía varios años. Sus padres le habían recomendado que las ignorara y que se les pasaría su acoso. Sin embargo, los años pasaron y el acoso no pasó. Hasta que un día se cansó y decidió actuar. Para su mala suerte, tenía frente a ella a testigos que por su puesto, solo vieron que Paula cogió a la otra chica y la empujó hasta echarla. – ¡No lo soporté más, no me importa lo que me hagan, sé que ya no me van a molestar, no se van a atrever!
Desde luego, la violencia nunca es, ni será, la manera indicada para resolver los conflictos. Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista, Paula había sido víctima de violencia psicológica y emocional durante mucho tiempo.
La joven, inquieta, impulsiva e inmadura, no sabemos cómo se quedó. El caso es que, de pronto, Paula empezó a relatar cómo pasó: había estado siendo víctima de acoso por unas compañeras. Sufría de burlas, rechazos y bromas de mal gusto desde hacía varios años. Sus padres le habían recomendado que las ignorara y que se les pasaría su acoso. Sin embargo, los años pasaron y el acoso no pasó. Hasta que un día se cansó y decidió actuar. Para su mala suerte, tenía frente a ella a testigos que por su puesto, solo vieron que Paula cogió a la otra chica y la empujó hasta echarla. – ¡No lo soporté más, no me importa lo que me hagan, sé que ya no me van a molestar, no se van a atrever!
Desde luego, la violencia nunca es, ni será, la manera indicada para resolver los conflictos. Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista, Paula había sido víctima de violencia psicológica y emocional durante mucho tiempo.
¿Qué pasó? Los padres debían sensibilizarse por el sufrimiento no expresado de su hija y que se volvieran sus mejores defensores. Es obvio que ella, de alguna manera, tenía que asumir la consecuencia de sus actos, sin embargo éstos podían sentar un precedente por todo lo que había sufrido su hija. Los padres experimentaron primero, un enorme sentimiento de culpa y dolor. Pero tras la llamada del colegio, solo se limitaron a los “discursos” y al castigo.
Esta pequeña historia toca uno de los pilares fundamentales para tener una buena relación con su adolescente: la comunicación.
Aunque usted no lo crea, ellos tratan de comunicarse. A veces lo hacen de forma fácil y abierta, pues en la casa se ha practicado una comunicación abierta. Y en otras, siempre detrás de muchas conductas desafiantes, hay un enorme deseo de comunicar algo.
Comunicarse implica escuchar, pero escuchar sin dar discursos y sin salir con soluciones rápidas y sin pensar en sí mismo para todo. Practique la escucha. Al sentirse escuchado(a), desarrollará confianza, y esta es la base para que luego pueda aceptar recomendaciones. Ojo con la palabra "recomendaciones", que no es lo mismo que decirle o exigirle qué debe hacer.
La mayoría de los adolescentes tienen la misma queja de nosotros los adultos: hablamos mucho y por todo.
Simplifique su recomendación, no quiera imponer porque sí, sus ideas, y espere a que él o ella se acerque a contarle cómo resultó eso o aquello.
Nunca tome las cosas como las sintió en el primer momento. Deténgase a analizar las situaciones. Lo primero es buscar un espacio para enterarse bien de la situación. No regañe ni imponga castigos a la ligera. Espere, postergue.
Nunca tome las cosas como las sintió en el primer momento. Deténgase a analizar las situaciones. Lo primero es buscar un espacio para enterarse bien de la situación. No regañe ni imponga castigos a la ligera. Espere, postergue.
Algunos padres se quejan y dicen que no pueden confiar en sus hijos(as) porque siempre mienten. ¿Por qué mentirán? Piense. ¿Cuál será la necesidad de su hijo(a) para darle una versión que no sea cierta?
Hay familias en particular, en las que se practica la mentira casi como un hábito: “Dije que estaba enferma, que no le contestaba la llamada porque estaba dormida o porque salí, dije que no podía ir porque ya tenía un compromiso"…… mentiras, mentiras , mentiras….. ¿Por qué los hijos (as) mienten? Porque es algo normal en casa. Porque hay papás muy estrictos que no toleran el error, porque tengo la necesidad de mantener una imagen o un estatus, porque quiero pertenecer a un grupo…..
Trate de fomentar espacios para compartir con sus adolescentes. Entérese de la música que les gusta, de cuál es el grupo que está de moda, de quiénes son sus “mejores amigos(as)”. Averigüe qué lugares frecuentan y qué programas de televisión ven. No con la idea de montar una academia de espionaje, sino con el fin de estar alerta.
Aunque a veces parezca que repele lo afectivo, busque maneras de expresarle su afecto. Déjele una notita en su almohada. Hágale una carta diciéndole cuán importante ha sido tenerle en su vida. Haga que se sienta único (a).
¿Límites? Claro que hay límites. Límites firmes pero afectivos. No sea cambiante de ánimo; si ya otorgó un permiso, no lo quite para usarlo como castigo. Los permisos para salidas deben verse como consecuencias de esfuerzos, de logros: hiciste muy bien tu trabajo, creo que tienes merecido…. Tus notas son excelentes, me parece que podrías….. Los límites deben ser muy claros. No pueden ser cambiantes. Si hoy usted dice No y mañana por su conveniencia, le dice Sí a lo mismo que le negó el día anterior, quien se está engañando es usted mismo.
La adolescencia es una época que debe vivirse, es una época de descubrimiento personal, por eso sus experiencias pasadas puede que no sean muy efectivas. Se trata entonces, de tratar de ser adolescentes durante la adolescencia, algo que requiere una enorme valentía.
Esto no quiere decir que, al ver a los lindos adolescentes viviendo su adolescencia, los dejemos participar en actividades en las que... rompan ventanas o la propiedad ajena.
Los desafíos del adolescente se deben afrontar como parte de la función de la vida adulta, la clave está en enfrentarse a ese desafío sin proponerse curar algo, que es básicamente sano. “La gente que se ve puesta a prueba frente al desafío que presenta el adolescente es precisamente, gente que nunca tuvo una verdadera adolescencia. Ese pedazo de nuestro ser que hace que nos sintamos agraviados y molestos, que nos lleva a tratar de hallarles una solución”
La adolescencia es una época que debe vivirse, es una época de descubrimiento personal, por eso sus experiencias pasadas puede que no sean muy efectivas. Se trata entonces, de tratar de ser adolescentes durante la adolescencia, algo que requiere una enorme valentía.
Esto no quiere decir que, al ver a los lindos adolescentes viviendo su adolescencia, los dejemos participar en actividades en las que... rompan ventanas o la propiedad ajena.
Los desafíos del adolescente se deben afrontar como parte de la función de la vida adulta, la clave está en enfrentarse a ese desafío sin proponerse curar algo, que es básicamente sano. “La gente que se ve puesta a prueba frente al desafío que presenta el adolescente es precisamente, gente que nunca tuvo una verdadera adolescencia. Ese pedazo de nuestro ser que hace que nos sintamos agraviados y molestos, que nos lleva a tratar de hallarles una solución”
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