viernes, 20 de julio de 2018

Vidas que testifican

 Al contrario, santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. 1 Pedro 3;15
Mientras me hospedaba en un hotel, vi que había una tarjeta sobre el escritorio de mi cuarto que decía: Bienvenido. Nuestra oración es que tenga una estadía reposada y un viaje fructífero. Que el Señor lo bendiga y lo guarde, y que haga resplandecer su rostro sobre usted.
Esa tarjeta de la compañía que administra el hotel hizo que quisiera saber más, así que entré en su portal de Internet y leí sobre su filosofía, solidez y valores. De manera encantadora, ellos buscan la excelencia y ponen en práctica su fe en el mismo lugar de trabajo.
Su filosofía me recordó las palabras de Pedro a los seguidores de Jesús dispersos en Asia Menor. Los alentaba a demostrar su fe en Cristo en la sociedad en que vivían. Aunque enfrentaban amenazas y persecución, les dijo que no temieran: «santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15).
Podríamos llamar a esto: «vivir un estilo de vida que ofrece una explicación». Independientemente de dónde vivimos o trabajamos, que Dios nos dé poder para poner en práctica nuestra fe, y para estar siempre dispuestos a responder con amabilidad y respeto a todo el que nos pregunte a qué se debe nuestra esperanza. 

Señor, quiero honrarte hoy con mi testimonio.
Que nuestras vidas hagan que otros quieran saber por qué tenemos esperanza.

El joven lector

¿Pero,... estás leyendo jovencito?
Oh, sí, estoy revisando cómo se hacen las embarcaciones, pues me llama la atención el hecho que el hierro flota y siempre me preguntaba por qué ocurría eso.
Jovencito, deja los libros, eso no te llevará a nada bueno, solo los hacen para que la gente pierda el tiempo. Mira yo, como trabajo, todo me lo han enseñado, y así se aprende en la vida, viendo y haciendo, pero leer es una pérdida de tiempo muchacho.
Ramiro se incorporó de su asiento y le dirigió una mirada penetrante al viejo entrado en los setenta, y le preguntó: Disculpe don Carmelo, usted que sabe, ¿cómo hacen los barcos para flotar siendo tan pesados y con cargamentos de muchas toneladas?
El viejo, que lo estaba tentando a dejar de leer, le dijo: no, realmente nunca me ha interesado eso hijo, pues las cosas que ya están hechas no necesitan discutirse.
Pero vea lo que dice aquí Don Carmelo, esto es algo nuevo en mi cerebro, aquí dice que los barcos flotan porque son menos densos que el agua…
Si bien es cierto que la inmensa mayoría de los barcos son de metal (el cual se hunde con gran facilidad), estos ocupan un gran volumen. Ahora bien, ¿qué es la densidad? Densidad es la cantidad de materia que existe en una unidad de volumen.
Una esfera de 1 metro cúbico de hierro sin duda se irá al fondo del mar. Pero si con ese mismo metro cúbico de hierro construimos una esfera hueca, su volumen será mucho mayor que el de la esfera sólida, y con la ayuda del empuje del agua hacia arriba (Principio de Arquímedes), flotará.
Un objeto que está hueco tiene poca densidad, porque en su mayoría está lleno de aire. Con el barco ocurre lo mismo; aunque sea de hierro, flota en el agua a causa del aire que tiene dentro. En el caso de que se le haga un agujero en el casco, el agua entrará expulsando el aire hacia fuera, entonces la densidad del barco será mayor que la del agua y el barco se hundirá.
Resultado de imagen de El joven lectorEl viejo, volvió a carraspear y dijo: ¡mira qué interesante muchacho, no se me había ocurrido eso nunca!El jovencito, levantando su mirada a él le comentó: mire qué importante es leer Don Carmelo, si se tienen dudas; dicen entonces, que uno debe buscar la respuesta y luego ya no tendrá esa misma duda.
El viejo se rascó la cabeza y frunciendo el ceño dijo: bueno, yo creo que si leyéramos las cosas que escriben las personas cuerdas,... sería algo bueno, pero no creo que todas sean cuerdas muchacho.
¿Como puede usted saber eso Don Carmelo? ¿Está usted cuerdo?
¡Claro, muchachito malcriado!, si no no estaría hablando contigo, ¡mira qué locuras las que preguntas!
Pues lo pregunto por lo que usted me dice que los que escriben no todos están cuerdos y por eso debo yo dejar de leer.
Yo lo que siento es que aprendo cada vez que leo, que mi mente toma todo lo que necesita y sí, en muchas cosas a veces veo que algunos que escriben dicen cosas malas, y mi mente debe estar apta y saber o buscar si de verdad eso es real, bueno o malo. Me obliga a hacer algo más que leer, me induce a investigar.
¿Investigar qué? Preguntó con asombro el viejo. ¿Acaso es que te vas a convertir en un agente de investigación? Yo para evitar toda esa fatiga no me preocupo por nada. Bueno, allá tú que quieres seguir aquí en tus lecturas. Es interesante eso de por qué flotan los barcos, pero de qué me sirve a mi edad eso, nunca me ha servido.

El joven, con una sonrisa, le contestó: si nunca se lo preguntó,... le entiendo su forma de actuar Don Carmelo, pero es que mi mente quiere saber siempre cosas y me es difícil actuar como usted me dice que haga, no leer.

El ojo del Espíritu

¿Cómo se pueden comprender las cosas que se desarrollan o suceden en el mundo espiritual? Esto se logrará si se aprende a mirar con el "tercer ojo"; conseguiremos con él la exploración del mundo espiritual.
En este momento la ciencia marca su auge en la civilización moderna. Esto significa que es una época en la que se mide hasta dónde puede llegar la razón del hombre.
La ciencia se desarrolla en base a la razón. En otras palabras, traído al contexto cristiano, la ciencia no es otra cosa que el desarrollo del alma del hombre.

No obstante, la fe no es una ciencia basada en la razón, no se descubre ni se desarrolla en base a ella. Aun así, muchos cometen el error de considerar a la fe como un mecanismo del alma, de la razón y de la ciencia. 
Imagen relacionadaAlgunos, modernos teólogos, intentan explicar la fe desde el punto de vista de la ciencia. Erróneamente, llegan a la conclusión de que La Biblia es solo un mito antiguo. Esto es un grave error. La Biblia, que relata episodios de encuentros entre el Dios eterno y el hombre temporal, no puede ser considerada como un mero objeto de análisis académico.

Obviamente, la razón adquiere un mayor conocimiento a través de los sentidos, es decir, comprendemos, perseguimos y sistematizamos los objetos a través de los sentidos: la vista, oído, olfato, gusto y tacto. Pero Dios habita en el mundo espiritual, que está por encima del mundo sensorial. De manera que resulta imposible conocer y percibir a Dios por medio del alma. Solo es posible conocer a Dios a través del tercer ojo, es decir, el ojo espiritual. 
Entonces, ¿cómo podemos conocer a Dios?
Podemos conocer y creer en Dios por medio de nuestro espíritu. La vida cristiana se lleva a cabo en el espíritu, no en el alma. Nuestro espíritu no vive de la razón, sino de la inspiración divina, es decir, de la visión. Por eso la vida cristiana no está en un plano racional ni carnal, sino espiritual. El mundo espiritual abraza al mundo racional, y éste ocupa apenas una porción muy pequeña en el mundo espiritual. La vida cristiana consiste en comprender y creer en la Palabra de Dios mediante la revelación espiritual, para luego recibir la salvación, quebrantar la carne y administrar la vida mortal mediante el alma.

Podemos ver el mundo espiritual, cuando nacemos de nuevo en agua y en el Espíritu Santo. No es que nuestro espíritu, por sí mismo, pueda conocer el mundo espiritual. El hombre posee espíritu, sí. Pero para llegar al conocimiento del mundo espiritual, tenemos que nacer de nuevo en agua y en el Espíritu Santo, tal como advirtió Jesús a Nicodemo.
El Espíritu Santo mora en nosotros, una vez que recibimos a Jesús y recibimos el perdón de nuestros pecados. Es entonces cuando comenzamos a creer que La Biblia es La Palabra de Dios. No es que "comprendamos" La Biblia, sino que la "creemos". Y no queda, entonces, margen a la duda en cuanto a la Creación, la división del mar Rojo, el nacimiento virginal de Jesús, el milagro de los cinco panes y los dos pescados, y la resurrección de Jesús pasados los tres días de su muerte en la cruz. Toda aquella palabra que uno no podía comprender por medio de la razón y los sentidos, es revelada de tal forma, que uno comienza a creerla como si la viera y la escuchara directamente. 
De esto trata el mundo espiritual, del mundo de la fe. La fe pertenece al mundo espiritual. Por añadidura no la vemos, pero la tenemos, no con nuestros ojos físicos, pero ejerce una gran influencia en el plano espiritual.