El pecado es la consecuencia de un proceso en el que casi siempre está involucrada la tentación, en un mundo donde Satanás manipula las mentes de los hombres, excusando todo tipo de acciones aparentemente casuales y muy normales ante los ojos de los hombres. Mas en la palabra vemos que no son nada normales ante los ojos de Dios, incluso la frase “tentación no es pecado” es usada por el demonio, para que incluso muchos cristianos creyendo ser fuertes, caigan bajo esta excusa, en situaciones con circunstancias al borde del abismo. Cuidémonos de no jugar con la tentación.
1. ¿Qué es la tentación?:
Tentación se define como incitación al mal, y más explícitamente, podemos decir que es el deseo de participar o hacer algo inmoral que no es del agrado de Dios, pero que a nosotros nos podría traer una satisfacción según la carne y su pecaminosidad.
La tentación ya casi es común en este mundo pues todo es tentación e inmoralidad en la actualidad, y casi es subestimada por muchos cristianos, de ahí que cause tanto daño ya que no muchos se preocupan por ella, debido principalmente al hecho de que no creen en su poder y efecto.
Quizás el problema en el mundo, radica que el pecado como palabra, no indica realmente la magnitud de lo que viene a significar, y muchos se tildan de ser los mismos sin querer cambiar ni darse cuenta de lo que están diciendo, con frases como: “sí, soy pecador, ¿es normal, no?", o "todos somos pecadores”; sin darse cuenta que están postrados y conformándose con irse al infierno, porque la palabra dice “la paga del pecado es la muerte”. En este mundo, mucho de lo que se ha encasillado como pecado, viene a ser en realidad algo muy común y parte de la vida misma. ¡Qué pena!
Lo vemos por ejemplo en películas, en programas de una TV cada día más insana para pequeños, adolescentes y hasta para adultos; una TV saturada de violencia, sexo y droga en la que el adulterio, el robo, el homosexualismo, el chisme y demás actitudes similares son “normales.” Así son todos los medios de comunicación actuales, y así es la sociedad actual, lo que no significa que Dios la apruebe.