miércoles, 9 de mayo de 2018

Mi peor enemigo

 mi peor enemigo

Fui yo la que tiró del gatillo.
Fui yo la que dijo sí al pecado.
Fui yo quien dijo sí al error
que una y otra vez rondaba en mi mesa y me pedía lo cometiera.
Fui yo la que se lastimó con palabras desalentadoras.
Fui yo la que se dijo mirar atrás.
Fui yo la que pensó en necedades de adolescente.
Y fui yo quien se dijo no poder.
Fui yo la que se decoró de inseguridades.
Y fui yo quien se lastimó con múltiples terquedades.
Y aunque no parezca está dentro de mí.
Y en ocasiones me miente tan bien que llego a pensar que dice la verdad.
Y aunque tenga la seguridad de que su amistad es dañina,
en varias ocasiones la he hecho mi mejor amiga.
No es que algo malo pase conmigo,
y no se trata de encontrar culpables exteriores
aunque tengan responsabilidades.
Fuimos realmente nosotros quienes escogimos la tristeza,
porque el enemigo no viene de afuera,
el enemigo está fluyendo dentro de ti y de mí.
El enemigo en ocasiones somos nosotros mismos.
El enemigo no siempre es la compañera de escuela,
el novio malo, la madre intolerante o el hermano orgulloso.
El enemigo generalmente somos nosotros mismos,
quienes nos desalentamos y minimizamos con una habilidad increíblemente fea.
Somos nosotros quienes pensamos que no somos capaces,
y que es mejor seguir de largo y seguir evitando el reto.
A veces pensamos que las demás personas son nuestros peores enemigos,
pero en realidad somos nosotros en muchas ocasiones nuestro peor enemigo.
Enemigo o no, si ahora te das cuenta que tienes que cambiar ¡da el paso de una vez!
Y a ese enemigo que vive dentro de ti haz de él tu amigo.

¿Cuál es La Diferencia entre El Reino de Los Cielos Y El Reino de Dios?

Jesús habló del reino de los cielos y del reino de Dios. ¿Son lo mismo, y si no, ¿cuáles son las diferencias entre los dos?

El Rey del Reino
Resultado de imagen de ¿Cuál es La Diferencia Entre El Reino de Los Cielos Y El Reino de Dios?Un reino no es nada sin un rey y nuestro Rey es Jesucristo, y se nos dice que debemos buscar primero el reino sobre todas las cosas (Mateo 6:33), lo cual viene a significar que debemos buscar al Rey de ese Reino en primer lugar. Si queremos saber sobre el reino debemos saber sobre el rey de ese reino y si es del reino de los cielos o del reino de Dios del que estamos hablando. El rey de ambos es Jesucristo, pero ¿son estos dos lo mismo o son diferentes? ¿Por qué Jesús menciona dos reinos? ¿No son lo mismo? Si es así, ¿cuál es la diferencia, y qué reino debemos buscar en primer lugar?

¿Hay alguna diferencia entre el Reino de los cielos y el reino de Dios?

El Reino de Dios

Los evangelistas Marcos y Lucas escribieron más sobre el reino de Dios, mientras que Mateo usó el reino de los cielos, y hay razones para que cada uno de esos escritores usaran diferentes nombres para el reino. 
El reino de Dios se usa con más frecuencia que el reino de los cielos y de hecho, en la Biblia se menciona el reino de Dios 68 veces, más del doble que el reino de los cielos (32), y puede haber buenas razones para ello. Por ejemplo, las primeras palabras que salieron de la boca de Jesús en Su ministerio terrenal eran “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el evangelio “(Marcos 1:15). 
Sin embargo, cuando vemos el primer capítulo de Mateo, éste estaba escribiendo al pueblo judío, tal como podemos comprobar al leer el linaje judío de Jesucristo. Esto se debe a que los judíos no usaban normalmente el nombre de Dios, ya que se consideró demasiado sagrado para ni siquiera pronunciarse. 
Dado que los evangelios de Marcos, Lucas y Juan no fueron escritos a una audiencia judía, la palabra “Dios” se utiliza más a menudo en estos; desde luego, los griegos (gentiles) no eran evasivos a utilizar el nombre de Dios. En los evangelios de Marcos, Lucas, e incluso Juan, escuchamos más acerca del reino de Dios, y al hablar con Nicodemo, Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios “(Juan 3:3)y el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios “(Juan 3:5). El reino de Dios hace referencia a que los que quieran estar dentro deben nacer en él. El texto griego para “nacer de nuevo” significa “nacido de arriba”, y al igual que no teníamos nada que ver en nuestra elección de cuándo y dónde nacer, así también lo hace Dios con sus propios hijos al nacer en este reino y ser adoptados por Él (Efesios 1). Esto no significa en absoluto que no seamos responsables de ello, porque debemos arrepentirnos y creer, como dijo Jesús (Marcos 1:15).

Me quedo con el carpintero

Desde pequeño destacó por su sed de aprender y su vocación para enseñar. Y a medida que iba creciendo se llenaba de sabiduría, tanta que nada más llegar a la pubertad, le gustaba escaparse del hogar para ir a cotejar sus criterios con los más letrados del sector.
Resultado de imagen de Jesús carpinteroEste hombre, hijo de un sencillo artesano y una humilde mujer, se inició, siendo muy chico, en el oficio de labrar la madera para convertirla en objetos útiles. No obstante, muy pronto tuvo que dejar las herramientas y el anonimato, para salir a la luz del ministerio público, a trabajar en la obra de su padre celestial.
En varias ocasiones este joven maestro subió a los más célebres púlpitos; tomó la palabra, y maravilló a cuantos le escuchaban, incluidos sus enemigos, pues reconocían, aunque solo fuera interiormente, que la oratoria del joven tenía contundencia y autoridad. Por ello no fue difícil que sus alumnos se multiplicasen, aunque no todos los que lo siguieron comprendieron fielmente su mensaje, ni se quedaron junto a Él.
Sin sueldo base, ni honorarios extras, ni horario fijado, el maestro de estos relatos hizo de las colinas, las embarcaciones y los desiertos, sus mejores aulas, para desde allí anunciar valores imperecederos como el amor, la paz, la justicia, la libertad, y la solidaridad; los mismos que aún seguimos buscando en estos días.
Auténtico como fue, -tenía como ejemplo su propio estilo de vida austera, pues pese a su sabiduría no se dejó atrapar por la vanidad,- no persiguió poder ni tesoros materiales; no participó en ninguna campaña política; tampoco buscó el favor de los gobernantes, de los acaudalados o de los eruditos. Por el contrario, a riesgo de su propia vida, a muchos de ellos combatió con sus ideas, comparándolos con lobos con piel de oveja, con sepulcros blanqueados, puesto que no mostraban unidad entre lo que predicaban y lo que hacían.