sábado, 16 de enero de 2016

La verdad de la Biblia

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12
Como decía un creyente, "la única verdad que molesta es la que nos compromete". En efecto, mientras una verdad no sea más que palabras, nos concierne poco y en general no traspasa la barrera de nuestra indiferencia. Solo es una verdad externa y no altera nuestras convicciones.
Todo lo contrario sucede con la verdad que nos presenta la Biblia. Es obvio que Dios no nos comunica sus pensamientos para que los leamos o escuchemos distraídamente. Él desea que ellos hagan un trabajo eficaz en nuestros corazones y en nuestras conciencias. Las verdades contenidas en la Biblia tienen incluso como objetivo, comprometer toda nuestra vida, por eso siempre ha sido tan combatida. Tenemos miedo de la verdad que contiene, porque desvela nuestros pensamientos más secretos y pone al descubierto nuestros verdaderos motivos o intenciones.

Nuestro principal ministerio

“Al vernos enfrentados al dolor, un poco de valentía ayuda más que mucho conocimiento; un poco de comprensión, más que mucha valentía; y el más leve indicio del amor de Dios, más que todo lo demás.” (C.S. Lewis)
Sé lo que es sufrir discriminación, rechazo, provocación, burla o maltrato verbal. Sé lo que es ser calificado por gente a la que no le ha sido dada autoridad de calificarme, pero que se toma la atribución de descalificarme. Gente que con su evidente y nada disimulada animosidad hacia mí, no solo desaprueba lo que hago o digo, también cree tener autoridad para desaprobar lo que no hago ni digo; pero que no ha sido aprobada para desaprobarme. ¿Has pasado por algo así? Si es así, ¡bienvenido al club!
Piensa, ¡hay personitas muy amables, a las que es muy bello y fácil amar y bendecir! Pero en cambio, hay otras que… ¡Ay, Señor…! En nuestro entorno hay gente resentida y frustrada, quienes lo tienen todo y a la vez no tienen nada. Quienes hablan de “convivencia”, cuando ellas mismas generan situaciones que hacen muy difícil la convivencia… Personas con heridas en sus almas, con profundas raíces de amargura
“Había un hombre que tenía cuatro hijos. Como parte de su educación, él quería que ellos aprendieran a no juzgar a las personas y las cosas tan rápidamente como suele hacerse. Entonces los envió a cada uno, por turnos, a ver un peral que estaba a gran distancia de su casa.
En su país había estaciones, así que el primer hijo fue en invierno; el segundo en primavera; el tercero en verano y el cuarto en otoño. Cuando todos habían ido y regresado, el padre los llamó y les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer hijo dijo que el árbol era horrible, giboso y retorcido, parecía seco y sin vida. El segundo dijo que no, que el árbol estaba cubierto de brotes verdes y lleno de retoños que prometían flores. El tercer hijo no estuvo de acuerdo: dijo que estaba cargado de flores, que emanaba un aroma muy dulce y se veía hermoso; era el árbol más lleno de gracia que jamás había visto. El último de los hijos tampoco estuvo de acuerdo con ninguno de ellos. Dijo que el árbol estaba cargado de peras maduras, lleno de savia y bienestar. Como los pájaros acudían al peral para comer de los frutos que se estaban marchitando, todo a su alrededor se llenaba de un exquisito aroma. 
Entonces, el padre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Y añadió que por eso no se podía juzgar a una persona, por solo ver una de sus temporadas.” 
Por ello, sabiamente el Señor ve mucho más allá de lo que nosotros podemos ver, e incluso ve lo que resulta ser invisible a los ojos, y nos exhorta sabiamente “bendecir a los que os maldicen” (Mateo 5:44; Lucas 6:28; Romanos 12:14).
Ni más ni menos, nuestro principal ministerio. Amor y pasión por las almas.
“Estoy tan lejos de sentir realmente lo que digo, que no me queda más que ansiarlo
fervientemente y clamar por misericordia.” (Walter Hilton)

Científicos descubren evidencias de “vida después de la muerte”

Científicos que estudian las experiencias cercanas a la muerte, han descubierto que una persona puede seguir consciente después de morir, incluso una vez que el cerebro se haya apagado completamente.
El estudio ha sido el mayor realizado durante cuatro años por los investigadores de la Universidad de Southampton, en el que han examinado a más de 2.000 personas que sufrieron paros cardíacos, en 15 hospitales en el Reino Unido, Estados Unidos y Austria, según informa The Telegraph.
zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzjnzcxnvjkjckjjsakjdoasjkopdkEncontraron que casi el 40 por ciento de las personas que sobrevivieron, describen una especie de “conciencia” durante el tiempo en que estaban clínicamente muertos, antes que sus corazones volviesen a latir.
Incluso un hombre recordó que dejó su cuerpo completamente y vio su reanimación desde la esquina de la habitación. A pesar de estar inconsciente y “muerto” durante tres minutos, el trabajador de 57 años de edad, relataba con detalle, las acciones de los enfermeros y personal médico y describía el sonido de las máquinas.
“Sabemos que el cerebro no puede funcionar cuando el corazón ha dejado de latir”, dijo el Dr. Sam Parnia, quien dirigió el estudio. “Pero en este caso, la conciencia parece haber continuado funcionando en el tiempo en que el corazón no latía, hasta tres minutos, a pesar de que el cerebro normalmente se apaga totalmente 20 o 30 segundos después que el corazón se ha detenido.
“El hombre describió todo lo que había sucedido en la sala, pero lo más interesante es que oyó los sonidos de una máquina que hacía ruido, durante tres minutos. Podríamos cronometrar el tiempo que duró esta experiencia.
“Parecía muy creíble, y todo lo que él dijo que le había sucedido había sucedido en realidad”.

El peligro del orgullo

Un reto es temblar ante la posibilidad de que seamos presa del orgullo.
Te haré pequeño entre las naciones, menospreciado entre los hombres.
16 Te engañaron tu arrogancia y la soberbia de tu corazón. Tú, que habitas en las hendiduras de las peñas, que alcanzas las alturas del monte, aunque eleves como el águila tu nido, de allí te haré descender, dice Jehová. Jeremías 49:15-16

Ninguna condición neutraliza tan eficazmente al hijo de Dios como el orgullo. Con una contundencia absoluta, pone fin a la relación con el Altísimo y deja a las personas expuestas a toda clase de engaño espiritual. Cuando no se lo corrige a tiempo, invita al juicio y al castigo. Nos basta con mirar la vida del rey Saúl para ver cuán irreversibles para él, fueron las consecuencias de su pecado de soberbia. Considerando lo devastadores que son los efectos del orgullo en nuestra vida, todos nosotros deberíamos andar con temor y temblor, no sea que se instale esta actitud en nuestro corazón. Pero la lucha contra el orgullo es compleja, porque no nos enfrentamos a un problema de fácil resolución.
Debemos temblar ante la posibilidad de quedar presos del orgullo. Solamente el Señor puede librarnos, porque solamente Él lo puede identificar claramente en nuestro corazón.
En primer lugar, el orgullo es profundamente engañoso. Al estar íntimamente ligado con la vida espiritual, fácilmente se lo confunde con una verdadera pasión y devoción por los asuntos de Dios. Por su misma esencia, nos resulta más fácil identificarla en la vida de nuestro prójimo que en nuestro propio corazón, pues nos engaña en cuanto a descubrirla y desecharla.
En segundo lugar, aunque descubramos su presencia en nuestras vidas, el orgullo no es una actitud que ceda mansamente frente a nuestro intento por quitarle la máscara. Se llena de argumentos, razonamientos y justificaciones para convencernos de que en realidad no es lo que pensamos que es. Exige siempre la última palabra en todo y jamás permite que nos sintamos cómodos pidiendo disculpas, reconociendo nuestros errores o dándole preferencia a otra persona.