domingo, 21 de agosto de 2016

El bautismo: Nuestra identificación con Cristo

Cristo comenzó su ministerio público con el bautismo. En aquellos días, Juan el Bautista estaba llamando a la gente a confesar sus pecados y a demostrar su arrepentimiento mediante la inmersión en el río. ¿Por qué, entonces, el inmaculado Jesús pidió ser bautizado?
Al comienzo, Juan rehusó bautizar al Señor sabiendo que Cristo era “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1.29). Pero Jesús no estaba demostrando arrepentimiento, sino que se estaba identificando en forma sacrificial con la humanidad pecaminosa.
Como cristianos, estamos llamados a seguir su ejemplo en todas las cosas. Por eso el bautismo es el primer paso como seguidores de Jesús. Así como Él estuvo dispuesto a identificarse con nosotros, nos identificamos plena y públicamente con Él cuando somos bautizados, proclamando simbólicamente que: “He puesto mi fe en Jesucristo como mi Salvador y creo que la deuda por mi pecado fue pagada en su totalidad por su sacrificio. Creo que así como Él resucitó de entre los muertos, yo también seré resucitado por medio de Él. Caminaré en la voluntad de Dios mientras esté en este mundo y viviré con Él toda la eternidad. Porque me amó lo suficiente como para identificarse conmigo en mi pecado, le demostraré mi amor a Él siguiendo su ejemplo ahora y durante el resto de mis días”.
El bautismo demuestra nuestra conexión no solo con Cristo, sino también con nuestros hermanos espirituales, pasados, presentes y futuros. Nos unimos a todos los que caminaron antes de nosotros en la fe, proclamando que somos miembros de un mismo cuerpo, redimidos y resucitados por el Señor.

No te esfuerces en ser perfeccionista, sé excelente

Cumplir expectativas altas, obtener a cualquier precio el reconocimiento buscado, llegar a donde nos dijeron que teníamos que llegar sin ser un sueño propio, castigarnos en exceso y maltratarnos al cometer un error, poner una atención excesiva en los resultados sin disfrutar la vida, sin ni siquiera saber si tendremos una oportunidad real de alcanzar esos objetivos y sin contar que, por en medio, se han perdido amistades, parejas y tiempo, es nocivo. Es nocivo obsesionarse con la perfección, es como querer correr en el mar o nadar en el desierto.
perfeccionistaLa excelencia te conduce a ir siempre por más. Ser portador de una buena actitud y una destacada excelencia te hará alcanzar metas y subir siempre un escalón más en todo lo que hagas. Excelencia es que rompas tu récord, que te superes. Excelencia es ir por más, por ejemplo, si estás mal buscar mejorar y si estás bien buscar estar mejor.
Excelencia es preguntarse ¿Cómo puedo ser mejor papá? ¿Cómo puedo ser mejor esposo de lo que hoy soy? ¿Cómo puedo ser un mejor gerente, un mejor empleado, un mejor jefe, amigo? Cuando rompes tu propio récord, estás moviéndote en la excelencia.
David dijo: “Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para más lejos, y me has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios”. 1 Crónicas 17:17 
Excelencia no es hacer las cosas mejor que otros: excelencia es que te superes cada día, es que seas la mejor versión de ti mismo.
Tienes que apropiarte del deseo de seguir creciendo. Ábrete a los cambios, a lo nuevo, a lo que está  por venir. Elige una actitud de excelencia, y ¡nunca más postergues tus sueños! Alcanza los grandes proyectos que hay por delante y no te detengas.

Propósitos de la Sanidad

Dios ha prometido darnos salud y bienestar, y el medio para nuestra sanidad es Jesucristo (Isaías 53:5“…Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados…”).
Aunque no merecíamos sanidad ni salvación, Dios así lo quiso enviando a su hijo (Isaías 53:6  “…Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros…”).
La sanidad tiene sus propósitos, no solo es regocijarnos sino que hay unos propósitos con el cual Jesús nos sana...
- Para testimonio (Marcos 5:19 “…Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti…”)
No se libera al hombre de sus cadenas solamente para su propio disfrute de la libertad que Dios le da, sino también para que pueda dar a otros testimonio respecto al divino libertador.
- Para aumentar la fe (Mateo 15:28 “…Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora…”)
La mujer se sometió por completo a la autoridad divina, y su fe captó la verdad a ella aplicable. Ésa fue la fe que Jesús alabó.

Llevar luz a la oscuridad

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre… (Mateo 5:16).
En 1989, Vaclav Havel pasó de ser prisionero político a convertirse en el primer presidente electo de Checoslovaquia. Años después, en su funeral en Praga, en 2011, la ex Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, nacida en Praga, lo describió como alguien que había "llevado la luz a sitios de profunda oscuridad".
Lo que Havel hizo generando luz en el ámbito político, en lo que actualmente se conoce como República Checa, nuestro Señor Jesús lo hizo por el mundo entero. Él generó la luz cuando la creó a partir de la oscuridad en el amanecer de los tiempos (Juan 1:2-3; Génesis 1:2-3). Más tarde, al nacer, trajo luz a la esfera espiritual. Jesucristo es la vida y la luz que la oscuridad no puede derrotar (Juan 1:5).
Juan el Bautista salió del desierto para dar testimonio de Jesús, la luz del mundo. Nosotros podemos hacer hoy lo mismo. En realidad, es lo que el Señor nos dijo que hiciéramos: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16).
En este mundo, donde lo bueno suele considerarse malo y lo malo bueno, y donde la verdad y el error se invierten, la gente busca hacia dónde ir. Reflejemos la luz de Cristo en nuestro entorno.

Señor, ayúdame a ser una luz en este mundo oscuro.
¡Brilla con la Luz!