martes, 28 de octubre de 2014

Contra viento y marea

Contra viento y marea es luchar por conseguir un propósito contra cualquier oposición, cueste lo que cueste. Pablo era un enamorado de Jesús y su ministerio, le servía contra viento y marea. Romanos 8: 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Solo cuando amamos lo que hacemos, luchamos por conseguirlo a pesar de los obstáculos, a través de las personas, las cosas o las circunstancias.
Jesús tenía muy claro lo que quería y por eso estaba dispuesto a conseguirlo como fuera. Veamos algunas de las cosas que Jesús hizo para lograr ser victorioso.
Leamos Juan 7
1. Tenia que ser precavido.
“Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.”  Verso 1
Confiar en el poder de Jesús no significa que tengamos que exponernos innecesariamente. Dios está con nosotros en todo lo que hagamos, pero también tenemos que aprender a ser prudentes. Mateo 10:16 “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”
2. Asimilar el rechazo de los demás. 
“y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.” Verso 3
No todos van a estar de acuerdo en lo que hacemos o cómo somos. 
3. Cree en lo que eres y lo que haces. No importa si los demás no creen en ti. 
“Porque ni aun sus hermanos creían en él.” Verso 5
4. Estar preparados para el desprecio de los demás
“No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.” Verso 7
5. Saber que todo tiene su tiempo.
“Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido”  Verso 8

Solía ser

Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: ¿No es este el que se sienta a mendigar? Juan 9.8 
Hermosa historia, en la que encontramos a alguien que tuvo una experiencia que le cambió la vida, la presencia de Jesús. Antes de estar cara a cara con Él, era de una forma, pero después de estarlo, fue de otra. Como él, nosotros “solíamos” ser aquello y ahora somos esto otro. Hay un gran significado encubierto en esa palabra “solía.” Describe la acción o la relación de sucesos que antes, eran hechos repetidamente, o que existieron durante un tiempo en el pasado. Lo que estaba en el pasado. 
El hombre de esta historia, en su ceguera solía sentarse a mendigar, y después... ya no era ni ciego ni mendigo. Antes y después en el futuro, él podía contarle a la gente lo que solía ser y hacer antes de estar cara a cara con Jesús, y puede contarle a la gente cómo Jesús cambió su vida y cómo ve las cosas ahora, en el presente. Una vez que la gente escuche las historias sobre su pasado, podrán ver las obvias diferencias del presente. Será visto como un hombre cambiado.
Todos tenemos un pasado lleno de cosas que hicimos, además de lo que fuimos, cosas que algunas, no son ni buenas ni saludables. Debemos preguntarnos cómo contaremos estas historias y las palabras que usaremos para contarlas. 
Es una interrogante cómo ve la gente nuestro pasado en comparación a nuestro presente. ¿Cómo expresamos nuestras historias? Podemos decir, “solía emborracharme y pelear”, o “solía acostarme con cualquiera” o “solía herir a los demás por mi egoísmo”. Bien, pero ¿podemos usar la palabra “solía” para las cosas negativas de nuestro pasado, cuando estas mismas cosas aún están aconteciendo?

Cuidar la imagen

“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1º Samuel 16.7).
Cuando te presentas a un trabajo, el que te entrevista no es Jehová sino un hombre, por lo tanto no va a mirar tu corazón, sino lo que está delante de sus ojos. Si lo que está viendo con sus ojos no le gusta, el trabajo será de otro y no tendrás oportunidad de mostrarle tu buen corazón.
Cuando un cliente entra a tu negocio, no mira tu corazón, mira lo que está delante de sus ojos. Y si el comercio no está según su criterio de condiciones, irá a comprar a otro lado y no podrá conocer tu corazón.
Cuando alguien nuevo llega a la iglesia, mira lo que está delante de sus ojos. Y si las instalaciones no están en condiciones, quizás no se quede y no tendrá la oportunidad de conocer el corazón de la congregación. 

Como Niños - Reflexiones

No hay mejores maestros que los niños. Mis hijos me han enseñado lecciones que nunca aprendería en la Universidad o con la gente más letrada. Y es que a través de sus ojos, he podido ver la inocencia pura, sus manos me han enseñado un amor genuino y sincero.
He podido aprender que aunque es normal que me enfade, no puedo mantenerme enfadada todo el día, que debo olvidar y seguir adelante.
A través de sus palabras he escuchado el sonido más hermoso: Te amo mami.
Me han alegrado al despertar y han suavizado mi corazón al acostarse.
Al verlos dormidos no he dejado de experimentar ni una noche, el deseo de protegerlos.
He recordado lo que es jugar con cochecitos, al escondite, o disfrutar de un videojuego, y mi corazón ha saltado de emoción al verles abrir un regalo y sentir un beso de agradecimiento.
¿Cómo no querer ser como niños, sin preocupaciones, sin remordimientos, sin dudas? ¿Cómo no querer ser como un niño, con una sonrisa de oreja a oreja? ¿Cómo no querer ser como un niño, sin miedo a lo nuevo, listo para la aventura? ¿Cómo no querer ser como un niño, que le habla a todos sin importar quiénes sean y listo para aprender del mundo que le rodea?
Señor, que día a día pueda ser como niño que duerme sabiendo que Tú lo cuidas y no tiene temor porque Jesús vive en su corazoncito.

Jesús, Dios hombre

Jesús asombró a los líderes religiosos de su época cuando habló de Dios como su Padre. En ese tiempo, los judíos no tenían generalmente, una comprensión adecuada del concepto de Dios como Padre en una forma personal. Por lo tanto, la declaración de Jesús de tal intimidad les ofendía. La paternidad implica origen. Cuando decimos que alguien es nuestro padre, lo reconocemos como el origen de quienes somos nosotros, sugiriendo que estamos hechos de “la misma madera”. Esto era lo que Jesús estaba manifestando cuando llamó a Dios su Padre. Los líderes religiosos no entendieron debidamente, su declaración y por eso lo persiguieron, porque la teología judía no tenía una imagen de la paternidad de Dios. Ellos sabían que Dios era santo, justo y misericordioso, y también lo veían como a un juez aterrador, un fuego consumidor, un Dios para ser temido. Pero no sabían o no lo veían como a un Padre.
Después de su declaración sin precedentes, de una intimidad con Dios, Jesús prosiguió comparando sus actividades y su autoridad con las de su Padre. Básicamente, eran las mismas. Jesús ejercía la misma autoridad que su Padre, particularmente en asuntos de vida y de juicio.
“Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo le da vida a quienes a Él le place. Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo (…) Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo, y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre” (Juan 5:21-22, 24-27)

Jesús declaró que Él tenía el poder de dar vida y el poder de ejercer juicio sobre los hombres, atributos que pertenecían solamente a Dios. Es significativo que Jesús se refiera a sí mismo como “el Hijo de Dios” en relación a su autoridad para dar vida, y como “el Hijo del Hombre” en relación a su autoridad para juzgar. Solo Dios puede dar la vida, y como el Hijo de Dios tiene la misma esencia, hecho de la misma “madera” que el Padre, Él también puede darla. Por otra parte, el único cualificado o “legítimo” sobre la Tierra, para emitir juicio sobre los hombres es el que es descendiente del hombre. Para poder la condición de cualificar, este descendiente no debe tener pecado, porque solamente aquel que no tiene pecado puede juzgar los pecados de otros.