domingo, 2 de diciembre de 2018

¿Tuvo Jesús hermanos y hermanas?

Resultado de imagen de ¿Tuvo Jesús hermanos y hermanas?Los hermanos de Jesús son mencionados varias veces en los textos de la Biblia. Mateo 12:46Lucas 8:19; y Marcos 3:31 dicen que la madre y los hermanos de Jesús se mantenían relacionados. La Biblia nos dice que Jesús tuvo cuatro hermanos; Santiago, José, Simón y Judas (Mateo 13:55). También nos dice que tuvo hermanas, pero estas no son nombradas ni se dice el número de ellas (Mateo 13:56). En Juan 7:1-10, dice que sus hermanos fueron a la fiesta de los judíos (la de los Tabernáculos) mientras Jesús se quedó en Galilea. En Hechos 1:14, su madre y hermanos son mencionados orando junto con los discípulos. Después en Gálatas 1:19, dice que Santiago era hermano de Jesús. La conclusión más evidente de estos pasajes es interpretar que Jesús sí tuvo hermanos directos (hijos de la misma madre).

Aunque algunos católicos romanos dicen que estos “hermanos” en realidad fueron primos de Jesús. Sin embargo, en todos los casos, es usada la palabra griega específica para “hermano”. Aunque la palabra puede hacer referencia a otros parientes, su significado normal y literal es el de un hermano directo. Había una palabra griega para primo, y no fue la empleada. Más aún, si hubieran sido primos de Jesús, ¿por qué son mencionados con tanta frecuencia como acompañantes de María, la madre de Jesús? Incluso no hay nada en el contexto de los contactos con su madre y hermanos que ni siquiera sugiera que fueran literalmente sus medio-hermanos.

¿Quiénes eran los saduceos y los fariseos?

La Biblia se refiere con frecuencia a los saduceos y fariseos, especialmente en el Nuevo Testamento, porque Jesús estaba en constante conflicto con ellos. Los saduceos y los fariseos componían la clase gobernante del Israel espiritual. Hay muchas similitudes entre los dos grupos, pero también grandes diferencias entre ellos. 

Los saduceos – Durante el tiempo de Cristo y la era del Nuevo Testamento, los saduceos eran aristócratas. Generalmente eran ricos y mantenían posiciones de poder, incluyendo la posición de jefes sacerdotales y del sumo sacerdote; también ocupaban la mayoría de los 70 lugares del concilio gobernante llamado el Sanedrín. Trabajaban duramente para mantener la paz, mediante la aceptación de las decisiones de Roma (Israel en este tiempo estaba bajo el dominio de Roma), y de hecho ellos parecían estar más ocupados con la política que con la religión. Por estar amoldados a Roma, y ser la clase rica privilegiada, no mantenían buenas relaciones con el hombre ordinario, como tampoco este hombre común tenía una alta opinión de ellos. El hombre común se relacionaba mejor con los que pertenecían al partido de los fariseos. Aunque los saduceos ocupaban la mayoría de los lugares en el sanedrín, la historia indica que muchas veces tenían que estar de acuerdo con las ideas de la minoría farisea, debido a que los fariseos eran populares entre las masas. 


Religiosamente, los saduceos eran más conservadores que los fariseos en un área importante y específica de la doctrina. Los fariseos concedían a la oratoria la misma autoridad que a la Palabra de Dios escrita, mientras que los saduceos consideraban que solo la Palabra escrita era de Dios. Los saduceos trabajaron arduamente para preservar la autoridad de la Palabra de Dios escrita, especialmente los Libros de Moisés (Génesis a Deuteronomio). Aunque esto es digno de elogio
, definitivamente no eran perfectos en cuanto a su punto de vista doctrinal. La siguiente es una breve lista de las creencias que ellos adoptaban y que contradecían la Escritura: 
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1.- Eran extremadamente autosuficientes, al punto de negar toda intervención de Dios en los asuntos de la vida diaria.

2.- Negaban la resurrección de los muertos (Mateo 22:23Marcos 12:18-27Hechos 23:8).

3.- Negaban cualquier vida después de la muerte, sosteniendo que el alma perece con la muerte, por lo tanto creían que no había ningún castigo o recompensa después de la vida en la tierra. 

4.- Negaban la existencia del mundo espiritual, por ejemplo ángeles y demonios (Hechos 23:8). 

Por estar los saduceos más preocupados por la política que por la religión, no se ocuparon de Jesús hasta que se volvieron temerosos de que Él pudiera atraer la no deseada atención de Roma. Fue en este momento cuando los saduceos y fariseos se unieron y conspiraron para llevar a Cristo a la muerte (Juan 11:48-50Marcos 14:53Marcos 15:1). Otras menciones de los saduceos se encuentran en Hechos 4:1Hechos 5:17, y su implicación en la muerte de Jacobo, según el historiador Josefo (Hechos 12:1-2).

Los saduceos dejaron de existir en el año 70 d.C. Dado que este partido existía por sus lazos políticos y sacerdotales, cuando Roma destruyó Jerusalén y el Templo en el 70 d.C., los saduceos fueron también destruidos. 

¿Soy un esclavo atemorizado o un hijo amado y perdonado?

El apóstol Pablo nos presenta un profundo contraste entre los conceptos de esclavo e hijo. En un lenguaje propio de la época escribe: “Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el padre". Gálatas 4;1-2 
En esos tiempos, el niño (heredero), tenía muy pocos derechos que eran muy similares a los de un esclavo. Hasta que cumpliese cierta edad, y fuese considerado no solo heredero sino también señor y patrón de otros. También nosotros bajo la ley (siendo niños con herencia), estábamos confinados en los derechos (pocos) de nuestra propia libertad. 

Es una paradoja de sentimientos mezclados que dice “soy heredero, pero todavía no”. Escogidos desde antes de la fundación del mundo, (Efesios 1:4; Romanos 8:29); pero con un desconocimiento pleno de esta nueva libertad e identidad con la que Cristo nos hizo libres.
Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Gálatas 4;3-7

El niño heredero estaba bajo el tiránico tutor de la ley, la cual no determina para nada su herencia. Sino que la ley, como tutor o curador, ha de llevarnos durante nuestra niñez y adolescencia (en el cumplimiento del tiempo) al encuentro glorioso con la Gracia de Jesucristo. 

Muchos hombres de Dios no son impactados por Su Gracia hasta que la ley los consume en verdad. Dios tiene que humillarnos para poder salvarnos. Nunca se saborea la gracia de Dios hasta que el pecado no agobia sobremanera. 
Tampoco sabremos nosotros qué hacer con la libertad que nos confiere la gracia divina. Muchos años bajo el yugo cruel de la ley han producido heridas, iras reprimidas, sentimientos de culpabilidad, indignación y rebeldías. Todo ello nos ha conducido (a muchos) a una interpretación desordenada y confusa de nuestra libertad en Cristo; por lo tanto, necesitamos una aceptación de la ley de Dios dentro del marco de una nueva perspectiva de la gracia infinita.
Afrontamos el reto de vivir una vida de obediencia a Dios no por el peso de nuestros propios esfuerzos, sino por dejar fluir el esfuerzo de la obra de Cristo en nosotros.  
No es un hincapié dentro de un moralismo religioso, sino que es el descanso sincero y por completo en la obra consumada por Cristo en la cruz del Calvario.

Hagamos un ejemplo terrenal para tratar de entender una idea del cielo. Una familia cristiana, madura y fiel ha estado educando a dos hijos, con grandes esfuerzos y desafíos. Llega el momento en que ambos chicos alcanzan la preciosa edad de 19 años. Los padres deciden enviarlos a distintas universidades, las cuales se encuentran muy distantes de su pueblo natal. 
Uno de estos jóvenes, al convivir en los recintos universitarios, se dice a sí mismo: “Ha llegado la anhelada hora de mi libertad, he de hacer todo cuanto me dé la gana. Voy a vivir una vida liberal y lejos de la supervisión asfixiante de mis padres. Punto, ha llegado mi oportunidad.”
Mientras que el otro estudiante dice para sí: “En las vivencias de esta universidad no estaré más bajo la supervisión de mis padres; mi libertad comienza a ser una realidad, mas no usaré ésta para vanagloria y hacer cuanto me plazca. Haré de mis estudios y de mi carrera universitaria algo de lo cual puedan gloriarse mis padres. Esto lo haré por todo el amor, la entrega, la amistad y el compañerismo que ellos me brindaron durante muchos años de mi vida”. 
Esta sencilla analogía terrenal muestra el misterio de la gracia celestial. Es el poder transformador el que me hace obedecer y desear cumplir la ley, solo para glorificar al Padre que me rescata, me libera, me hace hijo y me invita a morar en su casa. (Romanos 8:17).