lunes, 17 de abril de 2017

Recuerda la cruz

Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: —¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! Marcos 15; 39
En la iglesia a la que asisto, hay una cruz inmensa frente al santuario. Representa la cruz original donde murió Jesús. Allí, Dios permitió que su Hijo perfecto muriera por cada cosa mala que hicimos, dijimos o pensamos. En la cruz, Jesús consumó la obra necesaria para salvarnos de la muerte que merecíamos (Romanos 6:23).
Ver una cruz lleva a considerar lo que Jesús soportó por nosotros. Antes de ser crucificado, lo azotaron y lo escupieron. Los soldados le pegaron en la cabeza con palos y se burlaron de Él. Intentaron obligarlo a que llevara su propia cruz al lugar donde moriría, pero Él estaba demasiado débil por los brutales latigazos que soportó. En Gólgota, lo atravesaron con clavos para mantenerlo sobre la cruz al erguirla. Estas heridas soportaron el peso de su cuerpo mientras estuvo allí colgado. Seis horas más tarde, Jesús exhaló su último aliento (Marcos 15:37). Un centurión que había presenciado la muerte de Jesús declaró: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (verso 39).
La próxima vez que veas el símbolo de la cruz, considera lo que significa para ti. El Hijo de Dios sufrió y murió allí, y luego resucitó para darnos vida eterna.

Querido Jesús, ¡gracias por quitar mis pecados al morir en la cruz! Acepto tu sacrificio y creo en el poder de tu resurrección.
La cruz revela lo peor de nuestro pecado y lo mejor del amor de Dios.

De lo artificial a lo natural

«Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto:
“¿Qué es el hombre, para que en él pienses?
 ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?”» Salmo 8:3-4, XVI
Resultado de imagen de De lo artificial a lo naturalDios nos insta a contemplar sus obras del mundo natural. Desea que todos apartemos nuestra mente del estudio de lo artificial para dedicarlo a lo natural. Comprenderemos mejor al Creador cuando nos detengamos a contemplar los paisajes naturales, y contemplemos las obras que Él ha hecho con sus propias manos modelando las colinas, y poniéndolas en su lugar, a fin de que no se muevan sino a su mandato. El viento, el sol, la lluvia, la nieve y el hielo son servidores que cumplen su voluntad. 
Para el cristiano, el amor y la benevolencia de Dios pueden verse en cada don de su mano. Las bellezas de la naturaleza son motivo de contemplación. Al estudialos encantos naturales que nos rodean, la mente pasa de la naturaleza al Autor de todo lo bello. Todas las obras de Dios apelan a nuestros sentidos, magnificando su poder y exaltando su sabiduría. Cada obra de Dios tiene, en sus encantos, aspectos interesantes para el hijo de Dios, que moldean su gusto para contemplar estas preciosas evidencias del amor de Dios por encima de las obras de la habilidad humana.
Con palabras saturadas de ardiente fervor, el profeta magnifica a Dios por sus Obras creadas: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que has creado, me pregunto: ¿Qué es el ser humano, para que en él pienses? ¿Qué es la humanidad, para que la tomes en cuenta?» (Salmos 8: 3-4, RVC).

Desamparado por nosotros

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, pues él dijo: «No te desampararé ni te dejaré.» Hebreos 13:5
¿Te resulta más fácil tolerar el dolor teniendo un amigo cerca? Se hizo un estudio fascinante para responder esta pregunta, y ver cómo reaccionaba el cerebro frente a la posibilidad del dolor.
Los resultados fueron que cuando una persona estaba sola o tomada de la mano de un extraño frente a una posible turbación, las regiones del cerebro que procesan el peligro se encendían. Pero, si estaba tomada de la mano de alguien de confianza, el cerebro se relajaba. La presencia de un amigo era tan reconfortante que el dolor parecía más tolerable.
Jesús necesitó el apoyo de sus amigos en Getsemaní. Sabía lo que estaba a punto de enfrentar: la traición, el arresto y la muerte. Les pidió a sus mejores amigos que se quedaran con Él, porque su alma estaba «muy triste, hasta la muerte» (Mateo 26:38). Pero Pedro, Jacobo y Juan se quedaron dormidos.
Jesús enfrentó la agonía del huerto sin el consuelo de una mano a la que agarrarse. Pero, gracias a que soportó ese dolor, sabemos que Dios nunca nos desamparará ni nos dejará (Hebreos 13:5). Jesús sufrió para que nosotros no tuviéramos nunca que estar separados del amor de Dios (Romanos 8:39). Su compañía hace que cualquier cosa que tengamos que sufrir sea más tolerable.

Jesús, gracias por soportar la cruz por nosotros y permitirnos vivir en comunión con el Padre.
Gracias al amor de Dios nunca estamos solos.

¿Sábado o Domingo?

dia de reposo, sábado, domingo¿Quienes tienen razón? ¿Los que creen que es el domingo o los que creen que es el sábado el día del Señor? Esta controversia es tan antigua como la iglesia misma. Y la razón es que los que observaban el sábado eran originalmente judíos cuya norma de conducta era la ley de Moisés. De modo que cuando el evangelio se comenzó a predicar entre los gentiles, o sea los no judíos, hubo un conflicto entre las dos corrientes. Por una parte, los cristianos alegaban que ya habían sido liberados de la ley y que ya no tenían ninguna obligación mosaica que cumplir. 
                                                 
Mas muchos judíos no solo se aferraban a la ley de Moisés, sino que incluso negaban que Jesús hubiera sido el Mesías prometido.   
                                                   
Pero había un tercer grupo, eran los judaizantes cristianos. Estos eran judíos que se habían convertido al cristianismo pero que todavía creían que se debían practicar las costumbres judías. Se habían mezclado en la iglesia para sembrar su doctrina legalista. Y si bien es cierto que los judíos guardaban el séptimo día, que es nuestro sábado actual, cierto es también que, con el advenimiento de Cristo, la ley vino a ser como un ayo que nos guió hasta la cruz del Calvario, pero que al morir Cristo en la Cruz, en ese momento terminó la ley y comienza el período de la gracia.                                                                                                      Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. (Romanos 10:4)