viernes, 3 de febrero de 2017

Lo que somos es por la gracia de Dios

A veces es tanto el material del que dispone un pastor para no ceder en los intentos por enseñar a los hijos y a las hijas de Dios, que en ocasiones se le hace difícil seleccionar los más adecuados para interpretar las Sagradas Escrituras. El propósito esencial de su labor es ayudar a que los creyentes y los no creyentes tengan un mejor conocimiento de algunos principios de la Palabra de Dios.
Alguien explicó lo que es la Gracia de Dios de la siguiente manera:
por la gracia de DiosCuando una persona trabaja ocho horas al día y recibe un pago justo por su tiempo, a eso se le llama salario.
Cuando una persona compite con otra, y recibe un trofeo por su desempeño, a eso se le llama un premio.
Cuando una persona recibe un agradecimiento apropiado por sus muchos años de servicio y sus altos logros, a eso se le llama reconocimiento.
Pero cuando una persona no es capaz de ganar un salario, ni de ganar un premio, y ni siquiera merece reconocimiento alguno, vemos un cuadro del favor no merecido de Dios. Esto es lo que tratamos de decir cuando hablamos de la Gracia de Dios.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2:4-9.
Considerando la explicación sencilla, anterior, sobre el significado de la gracia de Dios, y teniendo en cuenta también lo dicho por el apóstol Pablo, no existe otra acción para los hombres y las mujeres que, con una actitud de franca humillación, recibir los beneficios que la gracia de Dios les ofrece, que más que beneficios, son regalos que Él les da.
No hay nada que usted haya hecho en su vida que ni siquiera merezca la bondad de Dios Creador. Ninguna de las obras que usted ha realizado en toda su vida podrá salvarlo; sus méritos de nada sirven, salvo que solo debe creer en Jesús, eso es suficiente.

Solo para darte Gracias

Dios, vengo a ti solo para agradecer lo mucho que me has amado, bendecido y otorgado. Todos los días agradezco tus múltiples grandezas y favores, pero hoy quiero expresarlo a través de este escrito. Tú eres mi dueño, la pasión de mi vida, el sendero que me guía, la luz que me ilumina.
Hubo momentos tan fuertes en mi vida que pensé que no podría continuar más, sin embargo Tú siempre me sorprendes fortaleciéndome y extendiéndome tu mano. Sabes también las veces que en silencio he preguntado, ¿cuánto más podré resistir? ¿Cuánto tiempo voy a vivir? Y cada mañana, al despertar, soy testigo de tu fidelidad, nunca me has dejado solo, mucho menos me has desamparado. En la angustia me has vivificado, mucho me has hecho sonreír. Tus palabras siempre me han marcado, y yo atesoro cada minuto que me permites vivir y estar en tu presencia.
Gracias por mis padres y hermana, ¡nunca dejaré de agradecerte el regalo que me has dado al poder contar con ellos como mi familia! Gracias también por esos amigos tan entrañables y queridos, que me han robado sonrisas y restado tristezas. Gracias porque sin yo imaginarlo me has prestado la atención de muchas personas que escuchan las cosas que digo, eso es un don que te plació darme y que yo en verdad lo disfruto, y por ello te doy la gloria.
No existe nada en el mundo que pueda hacer yo para pagar la deuda tan grande que tengo contigo. Tú sabes que tu gran amor es el que me mueve e impulsa a continuar adelante, tratando siempre de no mirar atrás y de avanzar. Gracias porque me permites respirar y disfrutar de cada uno de mis sentidos en su totalidad.

Gracias sencillamente por tanto, tanto que me has dado, y porque sin importar lo que venga, por siempre permanecerás.

Las Prisiones de Pablo

La iglesia es una obra divina porque la Divinidad pensó en ella, y Pablo fue una parte muy importante del crecimiento del evangelio. Predicó en muchos lugares y recibió instrucciones para la Iglesia. La última ciudad que visitó durante su tercer viaje fue Jerusalén.
Este período de viajes corresponde a los años 57 d. C. al 66 d. C. aproximadamente. En estos últimos años, entre el 65 d. C. y 67 d. C., Pablo murió en la cárcel. 

La primera prisión
Entre los años 57 d. C. al 62 d. C. En este tiempo, Pablo estuvo en Jerusalén y ahí fue arrestado (Hechos 21:31-33). Presentó su defensa ante el pueblo que, al escucharle de la predicación a los gentiles, pidieron su muerte (Hechos 22:21, 22).
Resultado de imagen de Las Prisiones de PabloPosteriormente fue llevado ante Félix, en Cesarea (Hechos 22:23, 24). De nuevo defendió su causa pero Félix no tenía interés en Dios (Hechos 24:24-27). Nadie dijo que predicar el evangelio sería fácil. A veces la gente no quiere conocer a Dios ni la triste condición en que viven.
Pablo pidió ser llevado ante César, pues, era ciudadano romano (Hechos 25:9-12). Le entregaron a un centurión llamado Julio (Hechos 27:1, 2). Lucas y Aristarco le acompañaron.
Durante el viaje sufrieron una gran tempestad en el mar (Hechos 27:7-15), y naufragaron (versos 18-20). Pero Dios tenía propósitos escondidos entre las nubes de la tormenta. Durante tres meses estuvieron en una isla llamada Malta (Hechos 28:1, 2, 11). Pero Dios usó el naufragio para mostrar su poder (Hechos 27:3, 9, 10, 15, 23, 24, 34; 28:3, 4). Luego continuaron el viaje (Hechos 28:12-16).
En Roma fue juzgado. Pero como no encontraron cargos para acusarle justamente fue puesto en libertad (Hechos 28:28, 29). Una vez libre, alquiló una casa y predicó allí durante 2 años (versos 30, 31). Durante su estancia en Roma escribió tres cartas: Efesios, Filipenses y Filemón. En Filipenses 4:22 leemos sobre la “casa de César”. Muchos comentaristas concuerdan en que es probable que gente de la familia del emperador se convirtieran al evangelio de Cristo.

Un periodo de calma
Corresponde a los años 63 d. C. y 64 d. C. Parecía que después de la cárcel todo estaría mejor. Pablo viajó de nuevo, y esta vez visitó otros lugares. Sabemos que éste fue el posible recorrido por la itinerancia que nos permiten las Escrituras.

Éfeso. Ahí dejó a Timoteo (1 Timoteo 1:3).

Macedonia (1 Timoteo 1:3).

Filipos (Filipenses 2:24). Desde donde escribió 1 Timoteo, alrededor del año 63 d. C.

Creta, donde dejó a Tito (Tito 1:5). Algunos hermanos usan este pasaje para enseñar que las iglesias sin ancianos son iglesias deficientes. Sin embargo, no debemos pensar eso porque la deficiencia de la iglesia en Creta no era por falta de ancianos, sino por otras cosas (Tito 1:10-16).
Si la deficiencia fuese la falta de ancianos, y si Tito se quedó en Creta para corregirlo, entonces el pasaje debería decir así: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente estableciendo ancianos en cada iglesia”. Pero establecer ancianos no era la solución para las deficiencias de la iglesia, sino las instrucciones de los versículos 10-16.

Nicópolis (Tito 3:12).

Troas (2 Timoteo 4:13).

Mileto. Desde aquí, o alguna ciudad cercana, escribió la carta a Tito (2 Timoteo 4:20).

Colosas (Filemón 1:22).

Posiblemente estuvo en España (Romanos 15:28).

Reconstrucción

—Vosotros veis la difícil situación en que estamos: Jerusalén está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego. Venid y reconstruyamos el muro de Jerusalén, para que ya no seamos objeto de deshonra. Nehemías 2:17
Cuando Edward Klee, periodista, volvió a Berlín después de muchos años, la ciudad que recordaba y amaba ya no estaba. Había cambiado drásticamente, y él también. En un artículo de la revista Hemispheres, escribió: «Volver a una ciudad que una vez amaste suele ser impredecible,…, hasta puede ser decepcionante». Regresar a lugares del pasado puede generar sentimientos de tristeza y pérdida, porque nosotros ya no somos iguales ni lo es el lugar que significaba tanto para nuestra vida.
Nehemías había estado exiliado de Israel durante muchos años, y se enteró del clamor desesperado de su pueblo y de la devastación de Jerusalén. Artajerjes, el rey persa, atendió su petición y le dio permiso, entonces, para que volviera y reconstruyera los muros. Tras una noche examinando la situación (Nehemías 2:13-15), Nehemías les dijo a los habitantes de la ciudad: «Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio» (verso 17).
Nehemías no volvió para recordar, sino para reconstruir. Esta lección es de suma importancia al pensar en las partes dañadas de nuestro pasado que necesitan ser reparadas. Nuestra fe en Cristo y su poder nos permiten mirar hacia adelante, avanzar y reconstruir.

Señor, ayúdame a reconstruir mi vida.
No podemos cambiar el pasado, pero Dios nos cambia a nosotros para el futuro.