miércoles, 26 de octubre de 2016

Estoy contigo

No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Jeremías 1;8
Mientras hacía un alto en mi reportaje para una revista, escribí sobre una persona que se había convertido al cristianismo. De manera drástica, le dijo adiós a su antigua vida y se aferró a su nuevo Amo: Jesús. Cuando la revista comenzó a venderse, una llamada anónima amenazó: «Cuidado, Darmani. ¡Te estamos vigilando! Si escribes historias como ésa en este país, tu vida corre peligro».
No fue la única vez que me amenazaron por hablar de Cristo. En otra ocasión, un hombre me dijo que desapareciera con el folleto que le ofrecía o si no…. En ambos casos, reaccioné como un cobarde, aunque fueron solo amenazas verbales. Para muchos cristianos, estas amenazas se han materializado. A veces, los maltratan solo por vivir vidas piadosas.
El Señor le indicó a Jeremías: «a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande» (Jeremías 1:7). Y a sus discípulos, Jesús les dijo: «yo os envío como a ovejas en medio de lobos» (Mateo 10:16). Quizá enfrentemos amenazas, dificultades y aflicciones, pero Dios promete estar con nosotros. «Contigo estoy», le dijo a Jeremías (Jeremías 1:8); y a sus seguidores, Jesús les aseguró: «yo estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20).
Sea lo que sea que enfrentemos al tratar de vivir para el Señor, podemos confiar en que Él está con nosotros.

Señor, gracias por estar siempre cerca.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. - Mateo 5:10

La Ancianita

La anciana campesina caminaba lentamente, cargando con dificultad un atado de leña para alimentar la hoguera en la que cocinaba. Su rancho era nada más que un pedazo de techo caído sobre una pared, formando un espacio triangular dentro de él.
Un joven juez que en su tiempo libre paseaba por el campo, se encontró con ella y conmovido por la edad y las condiciones en las que vivía la humilde mujer, decidió buscar la manera de ayudarla.
La señora que hablaba de forma alegre y determinada, le contó al juez que comía de lo que crecía en la granja, que tenía algunas gallinas y una vaca que le producían lo indispensable. No había ningún tono de queja ni de carencia en la conversación con la anciana, todo lo contrario, sus palabras estaban llenas de gratitud y esperanza. 
Después de haber conversado un buen rato, el juez le preguntó a la campesina:
-Disculpe señora, ¿hay alguna forma en que la pueda ayudar? ¿Tal vez ropa, o medicinas? Si en algo puedo colaborar solo dígamelo y con gusto haré lo que pueda.
La anciana guardó silencio por un momento, y finalmente respondió:
-Muchas gracias, en realidad no necesito nada para mí, pero sí para el viejito.
-¿El viejito?, preguntó el juez.
-Sí, continuó la señora, está muy enfermo, está dentro en la casa, ya no se puede ni mover, tiene muchos dolores, y me toca hacerle todo porque el pobre no puede ni moverse.
-¿Y qué tiene su esposo?, replicó el juez, sorprendido.
-No es mi esposo, respondió la anciana, es un viejito que encontré desamparado y ¿cómo lo iba a dejar solito? Por eso, desde hace unos dos años lo estoy cuidando.
Nadie es tan pobre que no pueda dar, nadie es tan rico que no necesite recibir.
Proverbios 12:26
“El justo hace de guía a su prójimo.”
Hechos 20:35
“Más bienaventurada cosa es dar que recibir”.
Lucas 6:21
“Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.”

El nuevo nacimiento

Le respondió Jesús:
- De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Juan 3:3
Todo hombre que tiene un encuentro personal con el señor Jesús y se arrepiente de corazón, que se arrepiente de su pecado y se vuelve a Dios, debe nacer de nuevo.
Nacer de nuevo es la confirmación de la conversión, o regeneración.
Resultado de imagen de el nuevo nacimiento cristianoSepamos qué es la regeneración; es el cambio radical que el Espíritu santo realiza en el hombre, cuando éste, habiendo oído y creído la palabra de Dios, recibe a Jesucristo como salvador.
La persona pasa del dominio del pecado a ser dominado por el Espíritu, e inicia el crecimiento y progreso espiritual cuya meta es la perfección, para llegar a ser semejante a Cristo.
El nuevo nacimiento es indispensable no solo para ver o comprender el reino, sino para entrar y permanecer en él (Juan 3:5).
  • La necesidad de nacer de nuevo (Regeneración)
  • Si hay que nacer de nuevo, es porque algo murió antes.
Génesis 2:7 nos habla de la muerte que experimentaron Adán y Eva (Muerte = separación). Ellos murieron espiritualmente y fueron separados de la presencia de Dios.
Nosotros también, en algún momento de la vida, comenzamos a pecar y morimos sin excepción (espiritualmente) Romanos 3:23 & Efesios 2:1; la muerte del espíritu del hombre trajo como consecuencia la degeneración del alma y ésta a la vez la del cuerpo.
La biblia nos enseña que todos somos pecadores y fuimos destituidos de la presencia de Dios.
La biblia nos enseña que todos somos pecadores y fuimos destituidos de la presencia de Dios, sin embargo, tanto fue su amor hacia su creación (el hombre), que envió a su único hijo para que todo aquel que Él creyera no muriera y tuviera vida eterna (Juan 3:16).
¿Pero cuántos de nosotros hemos sufrido por esa acción que Cristo hizo por la humanidad? Porque no todos tenemos la capacidad de entender ese amor paternal y maravilloso que Él tiene para todos nosotros; si bien es cierto que todos somos su creación, no todos somos hijos suyos.

Mis hermanos

Respondiendo el Rey, les dirá: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mateo 25;40
Hace unos años, durante una crisis económica, el pastor de una iglesia no consideró esa situación como una dificultad, sino como una oportunidad. Entonces, se reunió con el alcalde de la ciudad y le preguntó: «¿Qué puede hacer nuestra iglesia para ayudar?» El alcalde quedó sorprendido. Por lo general, la gente iba a pedirle ayuda, pero allí estaba aquel pastor ofreciéndole los servicios de toda una congregación.
Juntos, elaboraron un plan para ocuparse de varias necesidades imperiosas. El año anterior, más de 20.000 ancianos no habían recibido ninguna visita. Cientos de niños sin hogar necesitaban una familia. Y muchos otros chicos precisaban ayuda en la escuela. No todo requería recursos financieros, pero sí tiempo y dedicación. Eso era lo que la iglesia tenía que dar.
Jesús les habló a sus discípulos sobre un día futuro en que les diría a sus seguidores fieles: «Venid, benditos de mi Padre, y heredad el reino» (Mateo 25:34). Como esta frase los sorprendería, les explicó: «en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (verso 40).
La obra de Dios se hace cuando damos generosamente el tiempo, el amor y los recursos que Él nos ha provisto.
¿Qué persona solitaria viene ahora a tu mente? ¿Puedes visitarla, llamarla o escribirle? Hazlo ya.
No solo los ricos deben dar, sino todos.